Los grandes cineastas de todos los tiempos han sido conscientes de la adicción que las sociedades de los últimos 70 años tienen a la nostalgia. Por eso, muchos de ellos no han querido dejar pasar la oportunidad y hacer una crónica de esa juventud que determinaría su paso por esta vida.
'Licorize Pizza', de Paul Thomas Anderson o 'Fue la mano de Dios', de Paolo Sorrentino - que compiten en los Óscars en las categorías a Mejor película y Mejor película extranjera respectivamente – son los más recientes ejercicios de nostalgia. Ambas retroceden a la adolescencia, la que vieron o la que vivieron. En el vídeo, otras cintas con semejanzas asombrosas con la juventud de sus autores.
La nostalgia. La inventó un médico, Johannes Hofer, en el siglo XVII. Necesitaba una palabra que describiera la dolencia que padecían los soldados suizos tras largas estancias lejos de su hogar. El concepto, por tanto, hacía referencia al anhelo de regresar en el espacio, no en el tiempo.
Poco a poco, fueron desapareciendo todas esas relaciones geográficas para convertirse en una condición temporal, siendo el melancólico languidecer por un tiempo idílico (o no) de la propia vida. La emoción de hace unos siglos podía curarse, esta no. Solo cabía viajar en el tiempo hasta que el cine floreció. La cinematografía es capaz de recrear una realidad – que sería tangible, sino la ocultase una pantalla - presente y futura, pero sobre todo pasada, mejor que cualquier otra forma de arte.
Anderson regresa una y otra vez al Valle de San Fernando. Varias de sus películas están ambientadas en esa área periférica de Los Ángeles. 'Licorice Pizza' evoca una cadena de discos de los 70. La historia cuenta las peripecias de Alana y Gary en un barrio californiano de la clase trabajadora. El retrato es delirante, casi surrealista, como lo es la etapa adolescente. Eufóricos o afligidos tratan de encontrarse a sí mismos, ser aceptados por los demás y experimentar lo imposible, ya sean drogas, sexo o rock & roll. También se enamoran, claro. ¿Te suena?
Por su parte, Sorrentino nos había acostumbrado a relatos centrados en personas mayores. Pero, el cineasta sentía la necesidad de volver a su juventud con la excusa de hablar de un partido de Maradona. Sucede en Nápoles, tierra del director, y el arte salva la vida del protagonista, Fabietto, tras una terrible desgracia. Los tintes autobiográficos en este filme están claros: "Mi adolescencia terminó con la muerte de mis padres. Todavía estoy atrapado en ese día", ha confesado el artista italiano tras el estreno en Netflix.
Porque el tránsito a la edad adulta puede hacerlo uno de golpe y porrazo. O por el contrario, no querer por nada del mundo cruzar esa línea que separa a un joven de la madurez: "Quieres quedarte en la república de la adolescencia, donde el sentimiento tiene primacía y el dolor es hermoso", tal y como narraba el actor, director y escritor británico en una carta que envió a su yo adolescente.