Mads Mikkelsen llegó tarde, pero llegó más lejos que nadie. Debutó como actor a los 31 años y desde entonces ha hecho de caníbal, de villano de Bond y de actor porno que retozaba con Candela Peña. Este danés ha alcanzado una nueva cima profesional a los 55 años: tras el éxito de Otra ronda, rodará la tercera parte de 'Animales fantásticos' y la quinta de 'Indiana Jones'. Pero no es él quien debe estar agradecido por estos proyectos. Es Hollywood quien debería agradecer que él diga que sí porque Mads Mikkelsen es, por encima de todo, un actor de culto.
Aunque el público celebra su refinamiento (aparentemente) natural, Mikkelsen siempre aclara que viene de un barrio obrero. Su padre era sindicalista en un banco, su madre enfermera y Mads fue el primero de su familia en ir al instituto. De adolescente practicó gimnasia hasta que decidió dedicar su carrera al baile. "En 1987 recibí una beca para bailar en Nueva York, tenía 21 años y me parecía el lugar más grande del mundo. Era igual que en las películas, había niños jugando alrededor de las bocas de incendios de las que manaba agua porque estaban rotas. Yo me compré unos patines e iba a todos lados patinando. Era un chaval de los 80", recuerda.
Aquel mismo año, 1987, conoció a la bailarina Hanne Jacobsen y llevan juntos desde entonces: han tenido dos hijos (de 29 y 24 años) y se casaron en 2000. La familia vive en Mallorca. A punto de cumplir los 30 se cambió a la interpretación y se saltó las normas de la academia donde estudiaba cuando rodó una película, 'Pusher' de Nicolas Winding Refn (que años después dirigiría 'Drive'), antes de matricularse.
La fama le llegó, como casi todo, tarde y a lo grande: una serie policiaca de la televisión danesa le cambió la vida para siempre. "Desde entonces, no he vuelto a comprar una Coca-Cola normal. Siempre es 'aquí tiene, maestro Mads' o 'coge la puta Coca-Cola y sal de mi tienda'. Ya no hay Coca-Cola neutral para mí. Siempre me la sirven de manera especial, con odio o con amor".
Mikkelsen dice que cuando uno se vuelve famoso rozando los 40 no se le sube a la cabeza tan fácilmente. "Sé que no es sobre mí, es sobre el concepto de mí. Y se me olvida cada día. Salgo por la puerta, alguien me pide una foto y entonces caigo en que soy ese tío", explica.
Su popularidad en Dinamarca no le impidió aceptar papeles menores en Europa, como el de actor porno en 'Torremolinos 73'. En aquella comedia agridulce sobre un matrimonio de clase media (Candela Peña y Javier Cámara) de los 70 que decide rodar porno casero, Mikkelsen se paseaba por las playas de Málaga con un bañador speedo, interpretaba a una versión erótica de la Muerte de 'El séptimo sello' (lo cierto es que él siempre interpreta una versión erótica de todo lo que hace) y acababa revolcándose con Candela Peña en una película porno. A él le parece un milagro que esa película acabase bien.
Era un proyecto de locos. No entendía lo que pasaba. Nadie hablaba inglés en ese rodaje. Una vez se olvidaron de mí en la playa. Me quedé sin teléfono, sin dinero, sin nada. Se fueron sin mí. El director volvió a casa con la mitad de lo que pretendía rodar, siempre se estaba quedando si tiempo. Yo pensaba que sería imposible que sacasen una película de ahí, pero la vi y me pareció dulce y divertida. Se ve todo lo que falta, pero el tono era bueno", afirma.
El cine danés lleva dos décadas en una edad de oro gracias a autores como Lars Von Trier (que nunca ha llamado a Mikkelsen), Nicolas Winding-Refn (con quien el actor ha rodado cinco películas), el director de 'Otra ronda' Thomas Vinterberg (La caza le dio el premio al Mejor Actor en Cannes) o la ganadora del Oscar Susanne Bier. Con ella Mikkelsen rodó 'Te quiero para siempre', un drama romántico que Barbara Broccoli vio y supo que había encontrado a la némesis del nuevo James Bond: le dio el papel de 'Casino Royale' sin hacerle casting.
No resultaba fácil encontrar a un malo para inaugurar la nueva etapa de la franquicia: Daniel Craig era un Bond más crudo, más físico y más siniestro, así que su villano debía aguantar el voltaje. Incluso la película se atrevió con una escena de tortura en que 007 aparecía desnudo por primera vez en 20 películas y Mikkelsen lo ataba con unas cuerdas generando una tensión homoerótica (lo cierto es que él tiene tensión erótica con cualquier persona con la que interactúe en una pantalla).
Gracias a aquel maniaco sádico que lloraba sangre, Mikkelsen causó sensación en Hollywood y empezaron cortejarlo. Pero eso incluía castings que él consideraba "humillantes". "Pierdes tu confianza en ti mismo como actor. Entras en una habitación y hay una persona que, sin levantar la vista del papel, te pide que finjas que tienes brazos de dos metros y que coges una taza de café", explica de su audición para 'Los cuatro fantásticos'.
La carrera de Mads Mikkelsen es una de las más diversas que existen: ha hecho de cortesano en 'Un asunto real', de charcutero caníbal en 'Los carniceros verdes', de yonqui en 'Pusher', de dandy caníbal en la serie 'Hannibal', de cura en 'Las manzanas de Adam', de Igor Stravinsky en 'Coco Chanel & Igor Stravinsky', de villano en el videojuego 'Death Stranding', de vikingo tuerto, mesiánico y sanguinario en 'Valhalla Rising', de profesor acusado de abuso de menores en 'La caza', de profesor alcohólico en 'Otra ronda' y de la "bitch" del título en el videoclip de Rihanna 'Bitch Better Have My Money'.
"Su cara es fascinante" describe el periodista John Anderson, "los pómulos son alpinos, los ojos de luto, la boca sugiere a la vez ternura y crueldad". El magnetismo de Mikkelsen recuerda al de las estrellas del Hollywood clásico: al igual que Greta Garbo cuando hacía de la reina Cristina de Suecia, de Mata Hari o de heroína de Blasco Ibáñez sin dejar de ser "La Garbo", Mads Mikkelsen siempre aporta una capa de atractivo, glamour y sensualidad hasta a los papeles que no lo tienen. Ahora entendemos que cuando Ryan Reynolds sorprendió al público y a la crítica con su glacial interpretación en 'Drive' lo que Winding Refn había hecho con él era moldearlo para que interpretase a Mads Mikkelsen.
"Tenemos un acuerdo verbal: si se lo pido tiene que hacer el protagonista", explica el director, "Durante la primera semana trabajamos en el personaje y discutimos. Él es de una parte de Copenhague donde no tienen muchos modales, así que hay muchas palabrotas. Entonces los personajes toman forma, dejamos de hablar y no nos vemos durante dos años. Le llamo, le dijo 'vamos a hacer otra peli' y el proceso empieza de nuevo".
Pero sobre todo Mikkelsen evoca el fervor de las estrellas de antes porque resulta una figura misteriosa. Nadie sabe si está bromeando cuando dice que Hannibal Lector es uno de los hombres más felices que ha interpretado ("Disfruta mucho de la vida", asegura). Admite que Hollywood no le impresiona porque hacer cine es su profesión, no su sueño, y asegura que no es tan consciente de su atractivo como parece.
"Cuando eres joven te sientes demasiado joven. Quieres parecer mayor, más interesante o más maduro. Pero cuando llegas a mi edad sería agradable parecer más joven. Siempre es el momento incorrecto. Los actores nos olvidamos de la cámara, la cámara tiene que encontrarte a ti. Si algo ocurre dentro de ti la cámara lo capturará y el público lo percibirá, pero no tiene nada que ver con la belleza”, señala.
También quiso sentirse más joven mientras rodaba el final de 'Otra ronda', que ya es uno de los momentos cinematográficos más icónicos del año. Algunos espectadores lo ven como una celebración de la vida, otros como una caída a los infiernos. Para el director Thomas Vinterberg se trataba de un hombre a medio camino entre el vuelo y la caída, mientras que Mikkelsen se lo planteó como una imaginación de su personaje. En cualquier caso, supuso una oportunidad para reencontrarse con el baile tras 30 años sin bailar ni en las discotecas.
"Fue como saludar un viejo amigo" dice el actor respecto a sus gráciles acrobacias mientras da sorbos a una lata de cerveza al ritmo de 'What A Life' de los daneses Scarlet Pleasure, "y me vine un poco arriba, porque juego al tenis y hago mucho deporte, pero después me di cuenta de que son músculos distintos. Durante el rodaje la adrenalina me hizo sentirme joven de nuevo, pero al día siguiente me sentí realmente viejo".
El estatus popular de Mads Mikkelsen es tan extravagante como su filmografía. Sus admiradores consideran que hay algo en su forma de hacer cualquier cosa, tanto en la pantalla como en la vida, que tiene un estilo único. De ahí el éxito de la cuenta de Twitter "Mads Mikkelsen haciendo cosas" (Mads Mikkelsen encendiendo una cerilla contra su barba, Mads Mikkelsen dándole una naranja a un gato, Mads Mikkelsen entrando en bici en una repostería y robando panecillos) y la obsesión de Hollywood con contratarlo para todos sus proyectos.
Él se lo toma con calma. Y aquí va una nueva faceta suya: Mads Mikkelsen filósofo. "Mi actitud ante el trabajo, y también ante la vida, es que cada cosa que hago es la más importante que he hecho. Cada nueva película es la más importante, incluso aunque no sea la mejor. Eso hace que me sienta ambicioso respecto a mi trabajo, pero no respecto a mi carrera. Hay una gran diferencia, porque si me vuelvo ambicioso con mi carrera entonces cada cosa que haga será solo un peldaño hacia un objetivo. Y si no consigo ese objetivo me decepcionaré. Pero si considero cada cosa importante, se acabará convirtiendo en una carrera. Grande o pequeña, no lo sé. Pero al menos una en la que todo fue importante"