Bilbao, 1980. Paco y Urko están en una cama el uno junto al otro. El cuarto en el que se encuentran es oscuro. Se escuchan sirenas en la calle. Urko ata el brazo de Paco con una goma. Segundos después, una amiga de ambos le ayuda a inyectarse en vena una dosis de heroína. No hay cortes. Aunque lo desee, el espectador no es capaz de apartar la mirada de esta escena de la película de 'El pico' (1983). Su director, Eloy de la Iglesia, mostraba la cara menos amable de aquellos locos años 80.
No fue ni la primera, ni la última vez que el cineasta vasco se atrevería reflejar ese descenso a los infiernos de jóvenes delincuentes y toxicómanos. Hubo otras obras – 'Los placeres ocultos', 'La criatura' o 'El diputado' – que mostraban la sociedad del momento. Se le llamó popularmente cine quinqui. De la Iglesia, junto con José Antonio de la Loma, fue el máximo exponente de este género cinematográfico, que quizás por descarnado, dio miedo y no recibió toda la atención que merecía. De ello, nos habla hoy Menéndez Flores en este nuevo episodio de 'La (otra) movida'.
Aunque luego tomó otro rumbo, Pedro Almodóvar inició su andadura en el cine con cintas que exponían una realidad sin paliativos. Pero a diferencia de De la Iglesia y De la Loma, el manchego solía darle un toque disparatado y festivo; algo que ha seguido manteniendo en la mayor parte de su trayectoria.