La vida de Michael J. Fox no ha sido precisamente fácil. Con una carrera ante las cámaras de lo más prometedora tras protagonizar con éxito la saga 'Regreso al futuro' se retiró profesionalmente de su profesión tras hacer público que sufre párkinson precoz en 1998, aunque desde comienzos de década había notado los primeros síntomas. El actor nunca ha escondido la enfermedad y siempre que puede la ha visibilizado, pero en su nuevo libro ('No hay mejor momento que el futuro') ha decidido dar un paso más y hablar de la muerte y cómo la afronta ahora mismo teniendo en cuenta el pronóstico de la enfermedad que lleva tres décadas padeciendo.
A pesar de que desde su retirada ha seguido trabajando puntualmente, mayoritariamente en papeles recurrentes o episódicos o como actor de voz, su último gran trabajo fue en la serie 'Spin City', donde ganó un premio Emmy y tres Globos de Oro. No obstante, durante el rodaje de la serie el actor ha confirmado que sufrió mucho. Era finales de los 90 y su enfermedad ya era notable.
"Mi personaje no tenía párkinson", así que asegura que llegó un punto que le costaba aparentar ante las cámaras que se encontraba sano. "Yo me sentía cada vez más preocupado por la posibilidad de que mis espasmos confundieran a los espectadores si ellos no sabían nada de mi enfermedad, incluso por la posibilidad de perderlos como público". Después de la serie, como ya dijimos, el actor se retiró casi en su totalidad de la interpretación para dedicarse a su familia y a su fundación para recaudar fondos para la investigación de la enfermedad que le afecta a él y a otros tanto de miles de personas alrededor del mundo.
Sin embargo, en su nuevo libro el actor reflexiona sobre cómo le cambió su enfermedad, tanto personal como profesionalmente. Con ello, asegura que le ayudó a decirle adiós a los egos y a valorar los papeles o trabajos más pequeños. "Me sentía libre para concentrarme en la tarea que cualquier actor, discapacitado o no, debe cumplir".
"Han pasado 30 años y a estas alturas estoy más o menos hecho a la enfermedad. Hace tiempo que asumí que no tengo el control sobre mi cuerpo y comprendí que lo principal era hacer acopio de adaptabilidad y resiliencia".
Su mujer ha sido clave en todo este proceso. Cuando se le diagnosticó la enfermedad estaba recién casado con Tracy Pollan y acababan de ser padres de su primer hijo, luego vinieron otros tres. La noticia no fue bien recibida por el actor, que además de guardarlo en secreto y no hacerlo público, cuenta que se refugió en la bebida, pero fue precisamente su esposa la que evitó que cayese en lo que él denomina una espiral de autodestrucción.
Aunque Fox es optimista y confía que en algún momento se descubrirá una cura para el párkinson no duda en reconocer que a él nunca le llegará, "tengo 60 años y la ciencia es difícil. Así que no". Y sobre la muerte ha declarado que la gente como él "no muere de párkinson, pero sí muere con él" y que ya no le teme, no le tiene miedo.
En total ha conseguido a lo largo de los años recaudar unos 800 millones de dólares para la lucha contra el párkinson. Sobre la muerte, además, ha declarado que "todo se resume en dar gracias. Estoy agradecido por todo, por cada fractura, por cada gesto, por cada giro equivocado, por las pérdidas inesperadas porque ha ocurrido de verdad y porque solo así pueden poner de relieve la alegría, los logros y el amor de mi familia. Puedo ser optimista y realista al mismo tiempo".
En una entrevista con AARP aseguraba que "no le temo a la muerte", y que a pesar de estar contento con su vida y como le ha tocado vivirla, su gran pena ha sido tener que abandonar y dejar de lado su profesión, la interpretación.