Hace más o menos un año, durante el confinamiento, se convirtió en la abuela de todos. La vida de la tata de Miguel Ángel Muñoz, actor, guionista, director y productor, se ha convertido en un fenómeno viral y ahora en un documental que llegará a la gran pantalla el próximo 29 de diciembre. No es para menos. '100 días con la Tata' es una historia de valores, de amor y respeto hacia nuestros mayores que se ha alzado con el premio al Mejor Largometraje Documental en la última edición de los Forqué. Uppers ha hablado con Miguel Ángel Muñoz sobre el fenómeno Tata y lo que representa la película en una sociedad que, por defecto, da la espalda a sus mayores.
¿Cómo estás viviendo el éxito de '100 días con Tata'?
No me puedo sentir más feliz, más agradecido a la vida. Todo esto que he conseguido es un extra, un bonustrack. Yo ya había cumplido el sueño de rodar para nosotros una película hace seis años, que era la intención. Lo conseguí, conseguí vencer al miedo y ponerme detrás de la cámara para tener el mejor recuerdo de nuestra relación y también para exponer el miedo que yo tenía a qué ocurrirá cuando la vida nos separe. De repente, descubrí que quería enseñar esa historia a todo el público y empecé a trabajar en un guion durante tres años. Y, de repente, cuando ya tenía hecho el trabajo de cómo quería contar esa historia, la pandemia me cambió la vida y se ha convertido en '100 días con la Tata'.
¿Por qué decidiste hacer una película documental?
Porque me di cuenta que la vida me había puesto en una situación que también había que contar. Esos 100 días de confinamiento me servían para contar la historia, aunque no va solo del confinamiento ni de que se ha hecho famosa en todo el mundo, sino de temas que quería contar y de muchos otros de los que yo no era consciente. Me ha sorprendido mucho lo que ha aparecido en el montaje y cómo se lo ha tomado la gente.
¿Creíste alguna vez que '100 días con la Tata' iba a tener tanta repercusión?
No, porque no lo hice con esa intención, no pensaba que desde el 29 de diciembre estaría en los cines de toda España compitiendo con 'Los cazafantasmas'. Es una locura todo lo que está sucediendo: ¡ganar el premio al Mejor Largometraje Documental en los Forqué! Está siendo todo extraordinario. Pero lo mejor es que lo estoy pudiendo vivir con ella.
¿Cómo vive Tata toda la fama?
Lo vive con alegría, pero sin darle mayor importancia. A ella lo que le gusta es pasar tiempo conmigo, estar juntos. Ella relativiza todo lo que para nosotros es importante, grande, y eso es un aprendizaje que me llevo cada día. Ojalá la película vaya bien en salas, pero lo importante de la vida no es eso y ella me lo demuestra a cada momento. Las cosas que realmente valen la pena son la salud, pasar tiempo de calidad con quienes queremos y poder disfrutar de los pequeños momentos y también de los grandes. Pero ella se alegra exactamente igual, no le da más importancia a uno que a otro. Y eso es un aprendizaje que me llevo cada día.
¿Qué te parece que ahora sea la tata de todos?
¡Me encanta! Me hace mucha ilusión que una persona que ha nacido en 1924, que ha tenido una vida muy complicada, pasando una guerra y una posguerra, dedicándose toda su vida a limpiar... que tenga el reconocimiento de estar en la Gran Vía, en un cartel y que la gente la aplauda, la valore y la respete, a mí me hace mucha ilusión.
De tu tata has aprendido a valorar el momento, ¿con qué otros valores te quedas?
Esto es un aprendizaje de toda la vida, pero una de las cosas que me han motivado para hacer esta película es disfrutar de las cosas en vida y restarle miedo a la muerte. Y en ello sigo. Ella lo dice tanto en el tráiler como en la película: "yo ya no le tengo miedo a esto". Y esa actitud me viene muy bien para cuando pueda ocurrir. Otra cosa importante es la paciencia (por eso mi productora se llama Paciencia Films). Hay que tener paciencia en la vida para que te lleguen las cosas y no tener prisa por querer que pasen cosas que creemos que nos merecemos o con la inmediatez con la que hoy queremos todo. La vida es otra cosa y con ella, durante tantos días de convivencia, es de las cosas que he tenido que aprender. He tenido que aprender a adaptarme porque los tiempos son otros.
Con el documental has puesto en valor las virtudes de los mayores, ¿crees que este reconocimiento falta, en general, en la sociedad?
No he querido hacer una crítica ni tampoco quería tratar temas tan importantes como los que tratamos, pero eso está ahí. Y me siento orgulloso de que muestre una realidad que vamos experimentar todos. Todos vamos a envejecer, todos vamos a necesitar cuidados y la mayoría de nosotros no vamos a tener las posibilidades, incluidas las económicas, para poder tener una vida digna. La Tata es un buen referente para ver cómo envejece, su falta de independencia, su necesidad de que alguien la cuide... Y eso es el mismo aprendizaje que tenemos que asumir mayores y jóvenes: cómo tenemos que envejecer, cómo tenemos que sembrar en vida para recoger cuando vayamos envejeciendo y alguien nos tenga que cuidar. Cualquiera que hubiera estado con mi tata hubiera hecho lo mismo que yo. Y cuando hay amor, el amor vuelve.
La Tata dice que asume que un día se va a ir, pero para ti no es tan fácil asumirlo y has tenido que ir a un psicólogo. ¿Has llegado a aceptar o a superar este miedo?
Sigo trabajando en ello. La película abre con una sesión de terapia de hace seis años. Yo ya llevo años en esto, y por eso me interesaba como director mostrarlo en la película. Ir a terapia es normal y es algo de lo que hay que hablar y normalizar. Es mi gimnasio del alma, igual que me cuido por fuera me cuido por dentro. Y sigo en ello. Estos 100 días me han ayudado mucho y voy a vivir más en paz dándole al play, reviviendo nuestra relación a lo largo de toda mi vida. Pero es difícil prepararse para la muerte. No sé si cuando tenga los 97 de mi tata estaré tan bien preparado como ella.
La película muestra también lo complicado que es ser cuidador. Tú mismo acabaste con problemas físicos. ¿Imaginaste que es tan duro?
¡Para nada! Y lo digo en la película. Me quito el sombrero ante las personas que cuidan a nuestros mayores. Es muy duro, difícil y sacrificado en todos los niveles. En el documental abro mi corazón y muestro que no soy un súper hombre. Soy humano, como todos, y cuidar a la tata me ha supuesto una factura muy grande y también la película destaca lo importante que es el autocuidado. Si uno no está bien, no puede cuidar al otro. Yo estaría todo el rato cuidando a mi tata y dejaría el trabajo y todo, pero me he dado cuenta de que no puede ser. Para dar mi mejor versión, tengo que cuidarme y estar bien.
¿Cómo llevan tus padres que tengas una relación tan especial con tu Tata?
A veces en las familias hay vínculos muy especiales con personas que no son familiares. La vida es la que decide. Tengo una relación maravillosa con mi madre y mi padre, pero distinta.
Después de esta inmersión en la vida de una persona mayor, ¿cómo te ves a los 90? ¿Cómo quieres ser?
Yo no quiero llegar. Esa es la verdad. Yo no quiero llegar, pero si llego, ojalá me sirva de ejemplo mi tata porque esa es la manera en la que hay que llegar con agradecimiento, haciéndoselo fácil a las personas que se tienen que ocupar de ti. Y, sobre todo, aceptando que uno deja ser independiente en un momento, que necesita ayuda. Hay que dejarse ayudar. Hay momentos emocionantes cuando la gente viene a ver la película con sus familiares... Todos se emocionan y dicen que quieren ser como la tata. Y yo les digo: "pues toma nota, cuando tu hija te diga que tienes que llevar bastón, no lo pelees, acéptalo. Y cuando venga el andador, también. Y cuando venga la silla de ruedas, también".
¿Qué le va a aportar al espectador este documental?
Uno de los mejores aprendizajes que se puede sacar de la película, para todas las edades, es la actitud de la tata. Cuando estás con ella solo quieres cuidarla. A mí me aporta tanto que me ha convertido en director y, además, me enseña cada día cómo hay que vivir. Yo, cuando llegue a cierta edad, ojalá me parezca mucho a ella.
¿La tata te ha convertido en mejor persona?
Sin lugar a dudas. También mis padres y mis amigos, y José Sámano, a quien le debo la película. Le perdimos hace dos años pero hoy veo algo de él en mí. Y es un orgullo. Todos los que nos rodean conforman nuestro carácter y yo admiro a mis amigos. Me quiero parecer a ellos.