Cuando Paolo Sorrentino tenía 16 años, el "destino", el fútbol y Dios le salvaron la vida. Era el año 1986 y Nápoles enloquecía cada fin de semana con las filigranas y la calidad única de Diego Maradona, el "genio del fútbol mundial" en palabras del relator Víctor Hugo Morales. Sorrentino debía haber ido de vacaciones con sus padres, pero decidió quedarse en casa para ver jugar al astro argentino, su ídolo. La decisión cambiaría para siempre su devenir personal y artístico. De no haberse quedado a ver al 'pelusa', hubiera fallecido junto a sus padres, que murieron en un accidente provocado por una fuga de gas, tal y como él mismo relató en una entrevista con The Guardian.
35 años después de aquel suceso, ya consagrado como uno de los cineastas europeos imprescindibles del siglo XXI, Sorrentino se ha empeñado en devolverle el favor a Maradona rindiéndole homenaje en una película autobiográfica, Fue la mano de dios, en la que muestra al argentino como el eje insustituible de su vida. Repasamos la vida del director italiano, hoy padre de dos hijos y poseedor de un Oscar a la mejor película de habla no inglesa por La gran belleza
Sorrentino nació y creció en la ciudad de Nápoles, donde la violencia y la pobreza estaban a la orden del día. Después del trágico suceso familiar que le dejó huérfano, su vida dio un giro de 180 grados y el cine comenzó a posicionarse como una alternativa al dolor. "La muerte de mis padres cambió mi vida en todos los sentidos. Si no hubiera pasado, yo nunca me habría convertido en director de cine", explicó en una entrevista concedida a The Art Desk. Su padre era banquero y, en palabras del propio cineasta, el camino más probable hubiera sido seguir sus pasos.
Escribió su primer corto a los 24 años, Un Paradiso, en 1994. Desde entonces le sucedieron varios films de alcance nacional en los que ya fue recibiendo premios: tres años más tarde de su debut como director ganó el premio Solinas por el guion de la película Napoletani. Pero el verdadero salto al público general vino en 2001 con el largometraje L’uomo in Piú, que causó un gran revuelo en el Festival de Cine de Venecia y generó sensación tanto dentro como fuera del país transalpino. Siguió dirigiendo películas de renombre de cada vez mayor alcance hasta que en 2013 alcanzó la gloria con La gran belleza, que obtuvo el Oscar a mejor película de habla no inglesa, el premio homólogo de los Globos de Oro, un BAFTA y cinco premios de la academia europea del cine.
Ya consagrado como uno de los grandes, Sorrentino se adentró en el tratamiento de la vejez -un tema que, a tenor de algunas entrevistas, le preocupa pero no le asusta- con el film La Juventud, en la que contrapone el paso de los años y la mocedad y lanza un mensaje de rechazo al abatimiento frente a los últimos años de la vida a través de Fred, director de orquesta, y Mick, director de cine, dos amigos retirados de su actividad que se acercan a los ochenta y ven cómo sus hijos recogen el testigo de su arte.
Temática recurrente en su filmografía, la vejez no asusta a un Sorrentino curado de espanto por su experiencia vital. "En La juventud, el personaje de Harvey Keitel está inspirado en mí mismo cuando era más joven y estaba obsesionado con sacar adelante mis proyectos cinematográficos. Si no fructificaban, me deprimía. Ahora que he madurado sobrellevo mejor estas frustraciones", contó en una entrevista concedida a Fotogramas.
Quizá esa fijación por el tránsito vital de las personas le haya llevado a rebuscar en sus orígenes con Fue la mano de dios, película que se estrenará en diciembre de este mismo año y que, según se ha ido sabiendo, abordará la infancia de un Sorrentino que sueña despierto cada vez que va a San Paolo para ver a su ídolo, el astro argentino Diego Maradona, y que debe enfrentarse a un destino cruel tras el fallecimiento de sus padres durante unas vacaciones familiares de las que se escabulle por su pasión por el 'barrilete cósmico'.
Aunque se trata de un homenaje, al 'pelusa' no pareció gustarle la idea. El año pasado, el abogado de la leyenda argentina, Matías Morla, anunció a través de Twitter que estaba estudiando medidas legales junto a su cliente para demandar tanto a Sorrentino como a la distribuidora de la película, Netflix, por uso no autorizado de su imagen para la cinta y por la utilización indebida de su marca registrada, de lo que no ha habido más noticias.
La película será una suerte de relato autobiográfico del director napolitano, donde se repasará el magnetismo entre Maradona y Sorrentino, una relación que traspasó toda mística posible después del fatídico accidente de sus padres de vacaciones.