Sandokán, eterno objeto de deseo: de Kabir Bedi, el héroe de intensa mirada azul, hasta Can Yaman, el actor turco de moda
A punto de cumplirse 45 años de su estreno, el productor italiano Luca Bernabei rescata esta joya y ha decido que sea el actor turco Can Yaman quien se ponga en la piel de este personaje.
Una vez más, Sandokán vuelve a ser una belleza exótica que desata la locura. Igual que le pasó al mítico Kabir Bedi, el actor, conocido por las telenovelas turcas, colapsa aeropuertos, locales y salas de prensa.
Si fuese actual, la fama de su autor, Emilio Salgari, podría superar a la de Stephen King. Sin embargo, vivió sumido en la tristeza, el olvido y la ruina económica.
“Alto, delgado, con poderosa musculatura, con rasgos enérgicos, masculinos, orgullosos y una extraña belleza. El cabello largo le cae sobre los hombros: una barba muy negra enmarca su rostro ligeramente bronceado. (…) Dos ojos muy intensos, con un resplandor que fascina, que arde, que hace inclinarse a cualquier otra mirada”. Han pasado 137 años desde que el escritor italiano Emilio Salgari describiera a Sandokán, y aunque viviésemos un millón de años más, seguiría inmutable en nuestra memoria. En parte, se lo debemos a los actores que le han dado vida.
El más célebre, Kabir Bedi, el actor indio que protagonizó la mítica serie dirigida por Sergio Sollima. Corría el año 1976 y los galanes de telenovela latina aún no habían conquistado nuestra sobremesa. La televisión española empezaba a tomar color después de casi cuatro décadas de dictadura franquista. Escultural y con una mirada enigmática, el galán enamoró a varias generaciones de hombres y mujeres en su papel de príncipe malayo cuyo reino fue arrebatado por el colonialismo británico. Convertido en intrépido pirata, lucharía sin piedad por la libertad y el honor de su pueblo.
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A pesar de que se rodó con medios austeros, Sollima se ocupó de realzar el exotismo de Sandokán por medio de paisajes y personajes igualmente deslumbrantes. Bedi era alto, guapo, cautivador y salvaje. Con su melena al viento y espada en mano, la ferocidad nunca resultó tan embaucadora. La serie era fiel a ese retrato que hacía el autor en sus páginas de un universo de aventuras y un modelo de heroísmo que sintetizaba ideas y valores atemporales y universales. Al saltar a la televisión, Sandokán dejaba de ser un héroe infantil de papel para transformarse en esa criatura que cualquier hombre anhelaría: audaz, indómito, hipnótico e invencible.
En 1996, Bedi se reencontró con su personaje en la miniserie ‘El regreso de Sandokán’, esta vez junto a Fabio Testi, Franco Nero y Romina Power. Realmente, él no fue el primer Sandokán. En 1974 ya lo había interpretado Gigi Proietti en ‘Los tigres de Mompracem’, una producción destinada a la televisión infantil a cargo de la RAI de Turín. Y antes que él, en 1963, el culturista estadounidense Steve Reeves también le encarnó en dos películas dirigidas por Umberto Lenzi.
Bedi escapaba de las mujeres saltando por encima de los coches
Ninguno dejó una huella tan profunda como Bedi. La serie tuvo un éxito de audiencia inmediato en Francia y España, pero sobre todo en Italia, donde consiguió 27 millones de espectadores. Se estrenó con una enorme expectación. Sandokán nos trasladaba a escenarios naturales y aventuras lejanas que nos evadían de la realidad. Y el actor se hizo ídolo de masas. Un auténtico sex symbol con millones de fans. A finales de noviembre de 1976, José María Íñigo le entrevistó en su programa ‘Esta noche fiesta’ y el tumulto que se formó al llegar a Madrid fue delirante. La serie le había convertido en uno de los hombres más deseados del planeta y él no salía de su asombro. “Tuve que saltar por encima de los coches para poder avanzar. Una chica me agarró de la barba para arrancarme pelos”, confesaba en una entrevista. Otra llegó a rasgarle la camisa. Había que cerciorarse de que el héroe era auténtico, no cosa de la tele.
El delirio se extendía a otros países europeos. La gente compraba tarjetas, fotos y cassetes con la banda sonora. A cada paso revolucionaba la calle con sus ojos azules vibrantes. Su carisma traspasaba la pantalla. Igual que su personaje, se consideraba justiciero y defensor de causas perdidas, rasgos que heredó de sus padres, que lucharon por la independencia de la India. A sus 74 años, Bedi sigue siendo un hombre apasionado. En 2016 se casó por cuarta vez con una socióloga de origen hindú 29 años más joven.
Ahora, a punto de cumplirse 45 años del mítico estreno, el productor Luca Bernabei rescata esta joya y ha decidido que sea el actor turco Can Yaman quien tome el testigo para ponerse en la piel de Sandokán. Habrá una primera temporada de ocho capítulos y su rodaje está previsto para verano de 2021. Los guiones serán una adaptación libre de las novelas de Salgari, con guiños actuales y una mayor presencia de las heroínas femeninas. Se sabe que ha despertado un gran interés en las cadenas de todo el mundo y en las grandes plataformas.
Can Yaman, el mejor reclamo
Nació en Estambul hace 31 años. Además de intérprete, es modelo, cocinero y abogado. Debutó en la televisión turca en 2014 y desde entonces ha tenido numerosos papeles protagonistas en series, varias de ellas emitidas por Divinity. Con sus camisetas escotadas y la melena rubia oscura que a menudo recoge en un moño en clave hípster, el actor desata pasiones. Es deportista, boxeador, culto, políglota e intrépido. Suele crear tendencia y veremos qué ocurre cuando se líe el turbante a la cabeza.
Teniendo en cuenta que las novelas turcas son el nuevo fenómeno televisivo y sus protagonistas son los más aclamados, con millones de admiradores en sus redes sociales, sin duda, Can Yaman es el mejor reclamo para el regreso de Sandokán. Su fama ha crecido a un ritmo vertiginoso, como dejó claro en su visita a Mediaset hace un año. Igual que le ocurrió a Bedi, cientos de fans se agolparon en el aeropuerto y en las inmediaciones del edificio para verle, abrazarle o conseguir una foto con él. Por su mirada y sus poses, el parecido es asombroso. Una de las escenas más esperadas será el salto de Sandokán para enfrentarse al tigre de bengala armado solamente con su espada.
La paradoja del escritor: la ruina le abocó al suicidio
Si fuese un hombre de nuestro tiempo, la fama de Salgari sería hoy mayor incluso que la de Stephen King, un autor que ha conseguido más de 150 millones de copias de sus 68 títulos. Sin embargo, a pesar del éxito de Sandokán, a él no le hizo ni dichoso ni rico. Ni siquiera le sirvió para aliviar la depresión, las deudas o el dolor por la muerte de dos de sus tres hijos varones y el encierro de su amada en un manicomio. Después de varios intentos fallidos de suicidio, el autor terminó quitándose la vida el 25 de abril de 1911, en una colina de Turín. Dejó una carta a sus editores reprochándoles haberse “enriquecido con su piel” y pidiéndoles que se ocupasen de los gastos de sus funerales “en compensación por las ganancias”. Ironías del mundo editorial.