Durante las tres horas y treinta minutos que dura 'El irlandés' se suceden los clásicos made in Martin Scorsese: explosiones, violencia física, montajes musicales, monólogos iracundos y discusiones absurdas en las que los mafiosos acaban siendo involuntariamente graciosos. Pero hay una escena que pasa más desapercibida cuando, sin entrar en spoilers, Frank Sheeran (Robert De Niro) llama por teléfono a la esposa de Jimmy Hoffa (Al Pacino). El mafioso tartamudea, intenta dar respuestas a una mujer desesperada, trata de escurrir el bulto y, al final, sus hombros se hunden y solo acierta a consolarla. Scorsese no tuvo que darle ninguna indicación a De Niro antes de rodar esa escena: el actor sabía exactamente lo que su director quería de él. Porque su relación de amistad, de creatividad y de oficio es una obra maestra en sí misma.
Se conocieron en una fiesta de Navidad del crítico y guionista Jay Cox a principios de los 70. Algunas versiones de la historia señalan al director Brian de Palma (Scarface) como la persona que los presentó, aunque ninguno de los tres acierta a recordar los detalles de aquel primer encuentro (al fin y al cabo era una fiesta de Hollywood en los 70, una década que la mayoría de sus estrellas admite no recordar demasiado) y es posible que la inserción de De Palma en esta historia de la génesis del Hollywood moderno busque alimentar la mitología del momento. No hace falta. Aquella amistad prosperó por sus orígenes comunes (ambos se habían criado en familias inmigrantes italianas del Lower East Side neoyorquino de los 50) pero, según confiesa el propio Scorsese, se sintieron atraídos de forma orgánica: "Nunca planeamos nada ni lo hablamos en voz alta, las cosas simplemente ocurrieron y fuimos encontrándonos a nosotros mismos gravitando hacia los mismos temas y las mismas emociones que nos obsesionan a ambos y hacia personajes que consideramos únicos en su especie. Creo que con El irlandés hemos alcanzado un punto culminante".
Scorsese y De Niro durante el rodaje de 'Toro Salvaje'
En cierto modo cada una de sus colaboraciones fue un punto culminante no solo para su relación sino para el cine americano. De Niro admiraba la autenticidad con la que Martin Scorsese había captado la esencia callejera de Nueva York y las relaciones entre sus vecinos en '¿Quién llama a mi puerta?', así que se ofreció para interpretar al recaudador Charlie en 'Malas calles': el personaje estaba basado en un tipo al que ambos conocían, pero el director ya le había prometido el papel a Harvey Keitel. De Niro se quedó con el de su hermano, Johnny Boy, y los tres recrearon con entusiasmo un submundo que conocían muy bien. "Bob comprendió lo que yo quería hacer en esa película, partiendo de nuestras experiencias en común pero explorando nuevos territorios, valores y colores que jamás habíamos imaginado antes" recuerda Scorsese. En la primera aparición de De Niro, Johnny Boy camina por Nueva York con una cazadora de cuero color barro, tira un paquete en un buzón y avanza hacia la cámara mientras una explosión llena el callejón de color. Una metáfora perfecta del efecto que el tándem Scorsese/De Niro supondría en la historia del cine.
'Taxi Driver' se ha asentado como la obra cumbre del Nuevo Hollywood de los 70 (Bonnie y Clyde, Cowboy de medianoche, Chinatown) que canalizaba la frustración de la sociedad estadounidense con su gobierno tras Vietnam y el Watergate mediante figuras de antihéroes antisistema, anárquicos y viscerales. Taxi Driver es, como lo sería Pulp Fiction para la generación posterior, la película clave en la formación de todo cinéfilo: para muchos espectadores, fue la primera película que vieron siendo conscientes de que estaban viendo una obra maestra. Después de ver Taxi Driver no concibes el cine igual. Pero Travis Bickle, el personaje que protagonizará los titulares de los obituarios de De Niro, no fue concebido para él. El guionista Barbet Schroeder se imaginaba a Jeff Bridges, mientras que Scorsese se lo ofreció a Dustin Hoffman. Cuando este último lo rechazó por considerar la historia una locura (y a su director otro loco), De Niro se unió al proyecto sin dudar aportando además su prestigio como recién ganador del Oscar por 'El padrino. Parte II'. Y así fue como esta relación de amistad y arte encontró sus cimientos: confiaban ciegamente el uno en el otro.
Robert de Niro y Martin Scorsese en el rodaje de Taxi Driver
Scorsese trabajó con De Niro en sus siguientes tres películas: el musical de sus sueños que fracasó en taquilla 'New York, New York', el biopic pugilístico 'Toro salvaje' y la visionaria sátira sobre la obsesión colectiva con la fama 'El rey de la comedia'. El actor tuvo que convencer a su director fetiche para adaptar la autobiografía del boxeador Jake LaMotta. De Niro la leyó durante el rodaje de 'El padrino. Parte II' y le regaló un ejemplar a Scorsese, que no le vio potencial porque no le interesaba el boxeo (ni el deporte en general, sufría asma de pequeño y consideraba el boxeo particularmente aburrido) pero, tras cuatro años en los que De Niro no dejó de insistirle, acabó conectando con la historia porque comprendió que su sufrimiento para llegar a la cima era en realidad un conflicto universal. Para darle ímpetu, energía y dinamismo a los "aburridos" combates en el ring llamó a la montadora de '¿Quién llama a mi puerta?', Thelma Schoonmaker, quien ha editado todas sus películas desde entonces. La última, 'El irlandés', con 79 años.
Las mayores tensiones entre el director y el actor surgieron durante 'El rey de la comedia'. En la película, el personaje de De Niro secuestra a un presentador de televisión (Jerry Lewis) al que admira y durante la preproducción un tipo llamado John Hinckley Jr disparó al presidente Reagan para, según él mismo confesaría, llamar la atención de Jodie Foster tal y como hacía Travis Binckle en Taxi Driver. Scorsese no se sentía cómodo con la idea de vincular la adoración por la cultura pop con el terrorismo. Finalmente, aunque De Niro perpetra el secuestro la que ejerce la violencia sobre la estrella televisiva es una mujer (Sandra Bernhard). Scorsese, por cierto, recuerda su trabajo con Jerry Lewis como la primera vez que tuvo que aprender a gestionar a un actor normal: Lewis solo se presentaba en el set si le tocaba rodar una escena, leía sus diálogos y le insistía al director que le dejase irse a casa a una hora razonable si ya no le necesitaba para más planos. Hasta entonces Scorsese estaba acostumbrado a dirigir a actores como Keitel o De Niro, que se pasaban el día comentando detalles de la película con él desde que llegaban los primeros por la mañana hasta que se iban los últimos por la noche.
Tras 'Uno de los nuestros', 'El cabo del miedo' y 'Casino', Scorsese y De Niro pasaron dos décadas sin trabajar juntos. Pero nunca dejaron de verse e incluso pasaron varias vacaciones juntos. Durante una comida a principios de los 90, De Niro le recomendó a su amigo que fichase a Leonardo DiCaprio, un chaval desconocido de 19 años con el que él había actuado en Vida de este chico, porque tenía un talento “impresionante”. DiCaprio acabó siendo el actor predilecto de Scorsese en el siglo XXI con cinco colaboraciones '(Gangs of New York', 'El aviador', 'Infiltrados', 'Shutter Island' y 'El lobo de Wall Street') y se reunirá por fin con De Niro en el próximo proyecto de Martin Scorsese, 'Killers of the Flower Moon'. Sobre si esta será la última película del director, De Niro (que tiene 76 años, uno menos que Scorsese), se limita a especular con que "no sé dónde estaremos dentro de 10 o 15 años, pero a Marty siempre le voy a decir que sí".
Y eso que 'El irlandés' tiene, por si acaso, textura de despedida. La historia llega allí donde ninguna otra película de mafiosos de Scorsese se ha atrevido a (o se ha planteado) ir: ¿Qué ocurre después del auge y caída? ¿Qué se les pasa por la cabeza a los pocos mafiosos que sobreviven a su profesión durante sus últimos años de vida? ¿Qué reflexiones, existenciales, morales o espirituales, les angustian en su vejez? Y aunque este relato parezca perfecto para Scorsese y para este momento de su propia vida (cuando empieza a vislumbrar su final como ser humano y como artista, dos roles que para él son inseparables), la idea de rodar 'El irlandés' fue, una vez más, de su amigo Bob. Ambos habían trabajado en la idea de rodar una película semi-autobiográfica sobre un director y su actor fetiche, pero tras no conseguir financiación De Niro le regaló el libro Jimmy Hoffa. Caso cerrado: el poder de la mafia norteamericana de Charles Brandt. Era 2007 y enseguida empezaron a reunir, para este último golpe, a todos los viejos conocidos de la pandilla.
Martin Scorsese y Robert De Niro durante el rodaje de 'El irlándés'
Harvey Keitel aceptó sin pensárselo. De Niro propuso a Al Pacino como Jimmy Hoffa, porque aportaría el vigor necesario al legendario presidente del sindicato de transportistas, pero Scorsese le avisó de que consideraba a Pacino "inalcanzable" desde que trató de desarrollar un biopic de Modigliani con él en los 80. "Déjamelo a mí", zanjó De Niro. En cuando Pacino aceptó, Scorsese sintió que 'El irlandés' crecía hacia un nivel de relato épico: "Su amistad de 45 años se manifiesta en la pantalla, es algo mágico" admira hoy el director. La pandilla tardó 10 años en encontrar financiación ('El irlandés' es una superproducción de 130 millones y cada dólar se ve en la pantalla) hasta que dieron con Netflix, así que tuvieron que recurrir a la tecnología digital para rejuvenecer a los actores que durante la búsqueda de financiación habían envejecido demasiado para sus papeles. Convencer a Joe Pesci fue otra hazaña en sí misma.
El actor italoamericano, que ganó el Oscar en 1991 por 'Uno de los nuestros' en pleno culmen de su popularidad gracias también a Solo en casa, había hecho una sola película en las últimas dos décadas. De nuevo, fue De Niro quien se arremangó para convencerle de que volviera al cine. "Bob y Joe tienen su propio lenguaje" explica Scorsese. Robert De Niro le quita importancia al hito: "Solo le repetía 'venga, Joe, quién sabe cuándo volveremos a tener una oportunidad así otra vez. Él quiere a Marty y le respeta enormemente, sabe que si está en sus manos todo saldrá bien”. De Niro tuvo que proponérselo a Pesci, que ahora suena como favorito para el Oscar al mejor actor secundario por El irlandés, nada menos que 40 veces hasta que finalmente aceptó. Porque otro elemento clave en la relación entre Bob y Marty, además de la lealtad, es que cuando creen en una.