Pasa algo curioso con ‘Gambito de dama’, el fenómeno televisivo de Netflix que tiene a media humanidad escarbando en el trastero para rescatar ese ajedrez que le tiramos a nuestros padres a la cara cuando nos propusieron que aprendiéramos. La espectacular factura visual de la serie, los estilismos y la actuación de Anna Taylor Joy, crema interpretativa pura, y la trama, una mezcla entre la gesta de un nerd y la estructura de genio-doma-su-don, han empeñado la pura verdad: no tenemos ni puñetetera idea de ajedrez, y menos aún sabemos qué es eso del gambito de dama que la protagonista de la serie, Beth Harmon, maneja tan bien como las anfetaminas.
Te contamos en qué consiste esta jugada y cómo puedes aprenderla.
En el arte estratégico y matemático del ajedrez, el gambito es una apertura muy conocida. La primera mención a esta jugada viene de 1491, cuando el ajedrez todavía no era popular (no sucedería hasta el siglo XIX). La jugada ha ganado mucho terreno con el paso de los siglos en el terreno de las preferencias de los jugadores aficionados. No es muy utilizada entre los profesionales, aunque sí famosa por una de las grandes partidas de la historia, entre Capablanca y Alekhine, en 1927. En ese torneo, de las 34 partidas disputadas, 32 se abrieron con un gambito.
En la serie, es una de las primeras jugadas que aprende Beth Harmon, a manos de otro de los personajes más interesantes de la serie: el bedel que, en la oscuridad de un sótano, le descubre a la niña su destino, como buen personaje actante en su clásico esquema narratológico de Greimas. El ‘donante’ (el bedel) le entrega a Beth su arma secreta, que no es otra que darse cuenta de su don extraordinario, y claro, la jugada que da nombre a la serie y la partida con Borgov, sacada directamente de los sueños húmedos de Kasparov (uno de los asesores).
Sacrificio y compensación, serían dos palabras para entenderlo. El gambito consiste en sacrificar ‘material’ (la palabra que usaría un ajedrecista profesional) con el que se busca compensación, sea un ataque futuro, iniciativa o ventaja para desarrollar alguna jugada. ¿Cuál es la pieza que suele sacrificarse en este tipo de jugadas? Lo habrás adivinado: el peón.
Como sabe cualquiera que haya jugado al ajedrez con la mirada puesta en la victoria, en una partida buena puede ser clave tomar el control de las casillas centrales, algo que muchos jugadores y jugadoras buscan ya desde los primeros compases de su contienda silenciosa. Como te habrás imaginado, el gambito de dama (la reina, en inglés) pone muchas veces en juego el control de esas casillas en el centro del tablero, además de las otras obligaciones típicas de un buen combate ajedrecístico: sacar los caballos y los alfiles de sus casillas, o enrocar, que también es fundamental para proteger al rey de las andanadas y las tretas de nuestro contrincante.
En lo que respecta al centro del tablero, el control de las casillas centrales, a decir de muchos ajedrecistas, es muy necesario. Lo interesante sería llegar con dos peones (E y D) a esas dos casillas, porque así estos dos peones controlarían mucho mejor los flancos y el rival no podría ocupar la fila siguiente sin perder soldados.
En el gambito de dama se juega primero, efectivamente, el peón de dama (D4), y si el rival no nos lo cuestiona, querríamos seguir con E4, el otro peón, pero es frecuente que nuestro rival nos lo corte, con D5 o con F6 (caballo).
Lo mas habitual es que, cuando el rival ha utilizado D5 y nos ha impedido llevar el segundo peón al centro, nosotros pasemos a utilizar C4, el sacrificio de un simpático peón, al que imaginamos agachando la cabeza y poniendo el cuerpo para recibir las lanzas del enemigo. Las negras pueden ganar ese peón C4 de inmediato y capturarlo.
Pero, ¿por qué quien juega las blancas en ajedrez está dispuesto a regalar su peón? Como hemos dicho, la clave sigue siendo aquí el control del centro del tablero. Una vez que las negras capturan ese peón C4, el blanco va a conseguir un mayor control del centro. Si el jugador o la jugadora de las negras acepta el gambito, habría una manera fácil de recuperar el peón: jugando dama a 4 jaque. No es la mejor idea, desde luego. Sacar la dama en esta situación es muy arriesgado. Queda expuesta, y el rival sacará distintas amenazas sobre ella para complicarnos la partida.
A partir de este punto, quien maneje las blancas, pese a haber sacrificado su peón, tiene muchas posibilidades para equilibrar las tornas de la partida y ganarle. Por ejemplo, usando la jugada E3, con la que podríamos recuperar a toda velocidad el peón de C4.