Estaba cuarta en la lista esta mañana. La lista esa que nos dice de qué está hablando el mundo: la de "tendencias de Twitter". LOVE OF MY LIFE, así, con mayúsculas, y a mí me pareció bien, porque cada vez que suena esa canción me pongo de pie. O, si estaba hablando, callo para escuchar el arpa final. Si puedo, la canto un poquito. Porque quién no se emocionó alguna vez con esa balada que Freddie Mercury compuso solo acompañado del piano y de su amor por Mary Austin, un amor extraviado, trascendental, distinto, eterno.
Pero no. LOVE OF MY LIFE, así, con mayúsculas, era “Trending Topic” por otro motivo: Harry Styles había publicado la lista de canciones que conforman su nuevo álbum, Harry's House, y la última se titula “Love of my life”. Yo pensé en un cover. Después de todo, ¿qué cantante no hizo alguna vez un cover de "Love of My Life", aunque sea en la ducha?. Pero la generación que sigue a Harry Styles, o mejor dicho, una parte de ella, la jovencísima que llamamos generación Z o centennials, ha colmado las redes sociales para celebrar ese título haciendo caso omiso de la existencia del tema de Queen. Pronosticaron que será una letra apasionada que los hará llorar, o una letra combativa que les servirá luego para compartir en reels de Instagram o en Tik Toks con mensajes subliminales de despecho hacia sus amores no correspondidos.
Los comentarios asumieron que será una balada para romper el corazón de todos: “Todavía no escuché Love of my life y ya me duele el alma”. Hay memes de gente llorando. “"Love of my life" presiento que me vas a dejar sin estabilidad emocional, te espero con ansias”, dice un usuario. Curioso. Como si hablar de amor fuera necesariamente triste.
La conversación en redes no cesa y es puro fuego juvenil. Los fans de Harry hacen memes en donde le explican a sus padres: “¿Entiendes que hay una canción que se llama Love of my life?” Explican a sus padres que están encantados aún antes de escucharla porque, de alguna manera, sienten que su ídolo les canta a ellos. Les da una letra maravillosa para enamorar y enamorarse. Explican a sus padres como si ellos hubieran nacido ayer. Como si el mundo no hubiera cantado canciones de amor. Como si Freddie Mercury no hubiera marcado un antes y un después en la historia de la música moderna. Como si “Love of My Life” no fuera el himno al amor definitivo que haya dado el rock.
La canción se escribió en 1975, en el momento consagratorio de Queen la banda que formaron Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon. Se incluyó en el álbum A night at the Opera, el mismo que lanzó otra canción que hizo historia: Bohemian Rhapsody.
Freddie Mercury escribió la letra para su novia, Mary Austin, de quien se separó poco tiempo después. Freddie nunca dejó de estar cerca de Mary. Tras revelarle que era gay, reinventaron su relación y se convirtieron en amigos inseparables. Mary fue su persona de confianza y su compañía hasta su muerte, el 24 de noviembre de 1991. A ella le dejó en herencia su casa en Kensington, Londres y una buena parte de su fortuna.
La maravilla de la canción que logró conquistar al mundo está en la combinación de una melodía suave, con un recorrido comparable a la montaña rusa de emociones que es el amor, que sube hasta el clímax y cae para coincidir con el dolor que imprime la letra: es un pedido desesperado por no perder a una persona, a un amor roto pero fundamental. “Vuelve, no me lo quites, porque no sabes lo que significa para mí”, dice y cierra con un arpa ejecutada por el guitarrista de la banda, Brian May, que además incluyó un solo de guitarra y algunos arreglos en la composición de Freddie.
Cuando Queen hizo su primer tour por América latina, en 1981, la canción llegó a su momento más masivo. Las imágenes de multitudes en Brasil y Argentina coreando la canción en perfecto inglés conmovieron hasta a los propios miembros de la banda. El registro de esos shows en vivo se publicaron en el álbum Live Killers y esa versión de “Love of my life” permaneció en el número uno de los charts un año entero.
Tras la muerte de Freddie Mercury, la canción siguió sonando. Extreme la cantó en el concierto tributo a Queen de 1992. Luego, cuando Brian May y Roger Taylor decidieron continuar con el legado de la banda sumando a distintos vocalistas (primero Paul Rodgers, con quien editaron un álbum, The Cosmos Rock y luego con Adam Lambert), el encargado de cantar la canción en los recitales fue May, acompañado solo por la guitarra. Suele ser el momento más emocionante de cada concierto.
Recientemente, la cantante de Heart, Ann Wilson hizo una emocionante versión en un show que será publicada en su próximo disco.
47 años después, “Love of my life” es más que una canción. Es un hito. Es historia.
Es cierto: Harry Styles no es solo un fenómeno centennial. Está en la cima de la música pop del momento y su producción no solo es prolífica sino que encanta. Cada tema que lanza al universo sube a la lista de lo más escuchado de Spotify a nivel global. De hecho, su última canción, que también integrará el nuevo disco, “As it was”, está primera en el ranking del top 50. Sí, puede hacer lo que quiera y será celebrado y encumbrado. Pero no. No hay lugar para dos canciones llamadas “Love of my life”. Porque amor de la vida solo hay uno.