Una de las grandes virtudes que tiene la lectura es que deja una huella perdurable, especialmente en la infancia. Libros que leíamos en la cama antes de irnos a dormir, que nos transportaban a otros mundos y que nos permitían vivir aventuras más allá de nuestra imaginación. A veces nos los mandaban en el colegio y otras nos los prestaba algún amigo o los descubríamos por nuestra cuenta. Fueron historias que nos engancharon y quedaron grabadas para siempre en nuestra mente. A veces incluso volvemos a ellas como adultos, recordamos por qué nos sedujeron, e incluso encontramos nuevos mensajes que no veíamos entonces.
Varios escritores uppers nos cuentan qué libros les marcaron para siempre en su infancia. De Juan del Val a María Dueñas, pasando por Carme Chaparro, Joana Bonet, Ángel Martín y Máximo Huertas, todos nos abren una puerta a sus recuerdos más felices: las enseñanzas de vida de Antoine de Saint-Exupéry en 'El principito', la angustia adolescente de 'El guardián entre el centeno' de J.D. Salinger, el misterio y la aventura de la serie de 'Los cinco' de Enid Blyton o la revelación que supone la eterna 'Cien años de soledad' de Gabriel García Márquez.