La nostalgia, ese sentimiento que nos hace añorar el pasado con una mezcla de tristeza y regocijo, se presenta cada año por estas fechas. Nos la despierta una silla vacía, una música que nos hace conectar con emociones pasadas o la sensación del paso del tiempo. Forma parte del espíritu navideño y es un sentimiento tan personal que podemos darle forma de cuento. Ayuda a consolidar la memoria y la emoción social y a observar la vida desde cierta lejanía. Puede ser, de paso, un regalo hermoso, económico e inolvidable para nuestros seres queridos.
De siempre, los cuentos han ayudado a comprender el mundo y son una forma de comunicación fascinante. ¿A quién no le gusta escuchar historias? Exigen sencillez, brevedad y tomar la escritura al estilo de Francisco Umbral, como la manera más profunda de leer la vida. Nadie dice que sea fácil, pero esta sugerencia ayudará a centrarnos en lo que vamos a escribir y a poner en orden las emociones. Una vez que tomemos la decisión, no hará falta que lleguen las musas, sino tomar el bolígrafo, la pluma o el teclado.
Escribir un relato para uno mismo requiere algunas habilidades, como cualquier otra tarea, pero más que con el talento tienen que ver con la perseverancia, la intención y la claridad mental. Las personas que aman la lectura generalmente tienen mayor facilidad para expresarse. Aunque quizás es el último objetivo cuando uno se dispone a escribir un cuento, más si se hace desde la humildad, saber que te leerán acaba siendo motivo de gran satisfacción.
Aunque no existen normas definidas, le hemos pedido consejo al escritor Fernando Clemot (1970). Su libro de cuentos 'Estancos del Chiado' mereció el premio Setenil 2009, pero ha recibido otros muchos galardones por su obra. Además de crítico literario, columnista y autor de cuentos y novelas imparte clases de narrativa en Escuela de Escritores.
Cuando uno considera la idea de escribir, lo siguiente que puede ocurrir es algo que conocen bien los artistas: el síndrome del lienzo o página en blanco. Consiste en un bloqueo mental o sensación de angustia al quedarse sin ideas o no saber por dónde empezar. Habrá que romperlo. ¿Cómo lo hace Clemot? Con valentía.
"La única forma que hay -dice- es ponerse delante de ese papel en blanco y afrontarlo. Existe ese miedo, pero solo se puede romper si lo conviertes en rutina, no en un hecho aislado. Al romper lo excepcional del momento, desaparece ese miedo". No descarta que puedan aparecer otros bloqueos similares, pero al menos habrás empezado. Siempre está la posibilidad de reescribir.
Algunos escritores tienen por costumbre llevar siempre un cuaderno a mano o un papel donde anotar una idea que puede llegar en cualquier momento de mayor lucidez. Las anotaciones se convertirán en oro en esas situaciones de sequía mental. Isaac Asimov, autor de más de 600 libros, vencía la página en blanco dejándola de lado e iniciando otra actividad igualmente creativa. Sabía que quedarse contemplando la hoja le haría estancarse más.
"Seguro que sí -responde inmediatamente Clemot-. Incluso alguien que hubiera estado recluido y aislado del mundo, sin contacto con nadie, la tendría". ¿Quién no tiene un pasado? ¿Quién, como dice Fito Fitipaldis, no guarda barcos hundidos? El autor de 'Por la boca muere el pez' propone una doble opción: escribir igual que se sangra o sangrar lo que se escribe. Puede ser una vivencia, un recuerdo, una leyenda que nos llega, una moraleja que nos apetece transmitir. "Deseo poder escribir algo tan misterioso como un gato", declaró Edgar Allan Poe. ¿No es alentador?
Esa es, para Clemot, otra de las claves. "Habrá que contarlo de manera que pueda resultar interesante. La emoción y el interés solo se puede conseguir a través de un mecanismo: la originalidad. Ser originales en tramas, en personajes, en puntos de giro en el relato. También en el estilo y en las imágenes".
Una vez cumplidos estos requisitos, la mente hace el resto. Enganchar al lector con una historia en forma de cuento no es complicado. Si despertamos la curiosidad, el cerebro genera una cascada de hormonas, como la endorfina, la oxitocina y la dopamina, que facilitan la conexión emocional con el relato.
Un escritor sabe que no puede estampar sus pensamientos o ideas sin orden y concierto. "Cuando aprendes a escribir relato -aconseja Clemot- sí deberías conocer los mecanismos esenciales. Generalmente, trama y protagonista único, uno o dos puntos de giro, clímax y desenlace. Hay una forma general del cuento que conviene tener como base para con el tiempo empezar a despegarse de ella".
¿Cómo se debe cerrar el cuento? En opinión del escritor, no hay una solución única, pero advierte que en el cuento es mucho más importante el principio que el final. "Y esa ley sí que es importante: el inicio es la toma de contacto, pero también puede ser la que te despegue del lector".
Una vez vencido el miedo o el pudor del primer relato, quizás le tomemos gusto a la escritura. Quién sabe si este primer cuento marcará un antes y un después en un camino largo como escritor. La mejor manera de poner a prueba nuestras destrezas es escribiendo y permitiendo que los pensamientos e ideas fluyan.