Hasta siempre, Kundera: por qué 'La insoportable levedad del ser' marcó tanto a una generación
El escritor checo, uno de los novelistas fundamentales del siglo XX, ha fallecido a los 94 años en París
'La insoportable levedad del ser' vendió millones de ejemplares en todo el mundo y marcó a varias generaciones de lectores
El secreto de su éxito es que era a la vez una novela erótica y filosófica, lo que le permitía enganchar a todo tipo de públicos
Ha muerto Milan Kundera a los 94 años. Uno de los novelistas fundamentales para entender el siglo XX, eterno candidato al Nobel y autor de 'La insoportable levedad del ser' (1984), esa obra que vendió millones de ejemplares en todo el mundo y que marcó a varias generaciones de lectores. Como 'El nombre de la rosa', de Umberto Eco, o 'El amante', de Marguerita Duras, el de Kundera era uno de esos libros que se inscribían en la categoría de 'best seller' de calidad y que podías encontrar en cualquier hogar en los años 80 y 90, sin importar mucho la clase social. ¿Cuáles fueron las claves de aquel fenómeno editorial?
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Primero hay que entender que antes de Dan Brown, de Ruiz Zafón y de las 50 sombras de Grey, hubo una época en la que un libro plagado de citas en latín sobre teología u otro que teorizaba sobre Nietzsche y el eterno retorno podía ser un éxito global. ¿Es eso posible hoy día? En estos tiempos de inmediatez compulsiva y consumo ultra-rápido se antoja complicado. Quizás entonces había más paciencia y comprensión lectora, aunque claro, aquellos libros también tenían sus armas para atrapar al público casual.
Erotismo y filosofía
El secreto de 'La insoportable levedad del ser' era que, a pesar de su elevado carácter intelectual y filosófico, no dejaba de ser un laberinto de intrigas pasionales, celos e infidelidades protagonizado por personajes atractivos abocados a trágicas consecuencias. Era un material bien pensado para no dejar fuera a (casi) nadie. Era a la vez una novela erótica y filosófica, y definía un tipo de rebeldía solitaria e irónica propia de su tiempo.
Lo más interesante en el planteamiento de los conflictos amorosos que engullen a Tomás, Sabina y Teresa en medio de la represión y la burocracia de la Praga de 1968, en plena invasión soviética, es que Kundera los narraba equilibrando perfectamente lo íntimo y lo social, dos perímetros antagónicos que se cruzan y coexisten en una misma atmósfera de pesadumbre.
Así, las reflexiones existenciales entre el peso y la levedad, las metáforas sobre cómo se asume la vida y el paso del tiempo, las incursiones histórico-eruditas y las referencias culturales desbordaban el marco base de triángulo amoroso para todos los públicos y permitía enganchar al fenómeno también al lector con pretensiones más elevadas. "Pretendo que mis libros sean divertidos, fáciles de leer y difíciles de comprender. Porque detesto los libros difíciles de leer y fáciles de comprender", resumía el propio Kundera.
Daniel Day-Lewis y Juliette Binoche en el cine
La adaptación cinematográfica de 1988 dirigida por Philip Kaufman con Daniel Day-Lewis en el rol de Tomás y Juliette Binoche como Teresa no alcanzó las cotas de popularidad del libro ni conseguía captar su esencia existencial, pero contribuyó a prestigiar un fenómeno que también traspasaba edades. Enganchaba tanto a jóvenes como a mayores, quizás porque, como decía el propio autor, "solo en circunstancias excepcionales somos conscientes de nuestra edad, la mayor parte del tiempo carecemos de ella".
Kundera no volvería a tener un éxito tan enorme, aunque 'La broma' y 'Una mujer singular' también fueron llevadas a la gran pantalla, pero su influencia en la literatura del siglo XX es indudable. La periodista Olga Carlisle lo definía a la perfección en 'The New York Times': “Kundera ha hecho por su Checoslovaquia natal lo que Gabriel García Márquez hizo por América Latina en la década de 1960 y Aleksandr Solzhenitsyn hizo por Rusia en la década de 1970. Ha llamado la atención del público lector occidental sobre Europa del Este, y lo ha hecho con ideas que son universales en su atractivo”.