La revolución francesa para escépticos: "Luis XVI era un pánfilo bienintencionado"
El escritor y ensayista Juan Eslava Galán publica una nueva entrega de su serie de divulgación histórica 'para escépticos'
Su último libro está dedicado a la Revolución Francesa, el sangriento levantamiento que, sin embargo, significó un cambio de paradigma en los derechos humanos
Con su particular estilo 'novelesco' Eslava expone los hechos de una manera tan detallada como entretenida. Conversamos con el autor.
Ya bien entrado el s. XXI, la Revolución Francesa continúa teniendo una presencia imborrable en el imaginario colectivo. Tal vez porque la romantización de los hechos -pensemos en 'Los miserables' (la novela y el musical) o en la película 'María Antonieta', de Sofía Coppola, por poner solo dos ejemplos- ha generado una enorme carga iconográfica, y porque sus valores esenciales han sido en realidad el germen de todas las revoluciones.
Otro ejemplo de la fascinación que despierta todavía: este usuario de X (antes Twitter) que usando una app de inteligencia artificial con el parámetro de 'estilo Go Pro' logró obtener una serie de impresionantes imágenes de la Revolución a pie de calle.
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Casi a pie de calle se sitúa también el escritor y ensayista Juan Eslava Galán, que recrea, con su particular estilo mezcla de ensayo y novela, la Revolución desde una perspectiva cercana, de la cotidianidad. Un estilo del que ya ha hecho gala en muchos de sus libros anteriores, en particular los de la serie 'para escépticos' que incluye títulos como 'Historia del mundo contada para escépticos' (2012), 'La primera guerra mundial contada para escépticos' (2014), 'La segunda guerra mundial contada para escépticos' (2015), 'La Revolución rusa contada para escépticos' (2017) o 'La conquista de América contada para escépticos' (2019).
Derechos (y torcidos)
Dicho esto volvamos a los hechos. Es el año 1789. En los barrios humildes de París los bebés mueren de hambre. Las madres airadas organizan una marcha de protesta sobre Versalles, la residencia real. Es la chispa que origina un incendio social que sacudirá toda una forma de vida en Francia y en toda Europa, la primera y más sangrienta revolución que marcaría el comienzo de lo que se conoce como la 'edad Contemporánea' y cambiaría para siempre el tejido social del Occidente. Sobre esta 'vigencia' con el autor.
Un nuevo episodio en tu serie ‘para escépticos’ ¿Dirías que hay muchos en el mundo?
Me temo que no hay suficientes escépticos porque lo que más abunda en el mundo son ciudadanos manipulables por los medios. El escepticismo es una postura sana y crítica frente al aluvión de noticias interesadas o falsas que nos dan para hacernos comulgar con ruedas de molino.
¿Cuál dirías que es el mayor legado de la Revolución Francesa a día de hoy?
Sin duda alguna las democracias occidentales le deben su esencia: la participación ciudadana en la elección de sus gobernantes, sus códigos legales y los derechos del ciudadano.
¿Toda revolución es una combinación de hambre e ideas innovadoras?
A menudo la protesta que entraña la revolución viene espoleada por el hambre de las clases populares, pero la orientación se debe siempre a ideas subyacentes. En el caso concreto de la Revolución Francesa, se entienden que existe una previa labor de los ilustrados y enciclopedistas a lo largo del siglo XVIII.
La Revolución Francesa es el típico hecho histórico en el que la violencia se convirtió en el motor del cambio. En los tiempos que corren, con guerras activas en Europa y Oriente, ¿crees que es también necesaria esa violencia?
La violencia nunca es necesaria. En la historia de la Humanidad ha habido algunas revoluciones sangrientas que impusieron cambios, pero la vía pacífica, la de la evolución, es siempre preferible. Por ejemplo, nuestra Transición cuando salimos de una dictadura y evolucionamos, en pocos años, a una democracia y nos otorgamos una Constitución. Desgraciadamente, el método electoral que escogimos no era el adecuado y con el tiempo nos ha acarreado problemas con los partidos nacionalistas que quieren que sus regiones se independicen.
El destino de Luis XVI, Maria Antonieta y sus descendientes, así como la imagen de la Guillotina, han quedado grabados para siempre en el imaginario popular y en incontables expresiones culturales. ¿Se les puede designar como los grandes villanos de esta historia?
Los reyes fueron también víctimas de la situación. Luis XVI era un pánfilo bienintencionado y la reina una mujer educada en unos valores que no podía entender la rebelión de sus súbditos. En un principio Luis había accedido a convertirse en un rey constitucional, el primer ciudadano de Francia, pero al mismo tiempo mantenía contacto con las potencias extranjeras que deseaban acabar con la revolución. Por eso lo declararon traidor y lo guillotinaron. La ola de sangre del periodo del terror hay que entenderla en una Francia que se siente acosada por las potencias extranjeras que pretenden invadirla para reponer a Luis XVI en el trono.
¿Qué tan cierto es que el lema de la Revolución fuera 'libertad igualdad fraternidad'? Porque precisamente en la época del Terror de Robespierre no parece haberse aplicado.
Era un lema ambicioso que expresa unas aspiraciones nobles. Por desgracia somos humanos y esos buenos deseos se aplican deficientemente. No obstante, si se compara con la situación anterior, la del Antiguo Régimen con clases privilegiadas y otras que no lo son, el avance social que trajo la Revolución fue notable.
Tu libro también remarca el papel precursor de las mujeres en la Revolución ¿cómo resumirías su participación en la antesala del estallido y durante el mismo?
La Revolución comenzó por la marcha de las mujeres sobre Versalles en petición de justicia y pan. Después, a lo largo de aquellos trepidantes años, la actuación de las mujeres parisinas fue a menudo notable, sea directamente, sea animando e incluso forzando a sus maridos a actuar. Desgraciadamente la mujer tendría que esperar todavía mucho tiempo para que las ventajas de la Revolución se hicieran sentir en ella. Pensemos que las francesas solo consiguieron derecho de voto en nuestros tiempos.
Lo más cercano que hemos tenido en nuestro país a un estallido social en las últimas décadas han sido el 15 M y el Referéndum convocado en Catalunya… En ambos casos la revolución terminó disolviéndose más tarde o más temprano. Y sus líderes obligados a jugar con las reglas del sistema. ¿No estamos ya para revoluciones radicales?
En los dos casos son estallidos sociales que no cuajan como revoluciones porque no hay un pensamiento coherente que los sustente. Por otra parte los occidentales vivimos en un relativo bienestar que inhibe cualquier tentación revolucionaria, al menos por ahora.