El consultorio de Elena Francis, 40 años después: "Estaba mal visto tener amigas"
La novela de Marga Durá 'Una pregunta para Elena' recupera el consultorio que convirtió en sumisas a varias generaciones de mujeres
"Elena Francis era única, en el sentido de que no había otro programa con el que contrastar la información que proporcionaba; por tanto, tenía que ser verdad: es lo que hacen los totalitarismos con el discurso único"
"¿Herederas de Elena Francis? Me cuesta mucho decir un nombre, porque hay tantas…"
Durante casi 40 años, entre 1947 y 1984, millones de mujeres oían la radio cada tarde para escuchar palabras de consuelo que salvaran su matrimonio o solucionaran los conflictos familiares o personales. Pero no de cualquier manera. Elena Francis era entonces la voz de un estilo de vida en el que el valor de las mujeres estaba en la mirada de los demás. Con este telón de fondo, la periodista y escritora Marga Durá ha creado el universo de 'Una pregunta para Elena' (Destino), una novela dedicada a todas aquellas mujeres que depositaron su esperanza en una Elena Francis que ni existió ni las ayudó, pero que, de alguna manera, les ayudó a descubrir el valor de la solidaridad y las historias compartidas. Como dice la propia Durá en esta entrevista para Uppers, la ficción creada en torno a Elena Francis, paradójicamente y entre llamadas a la sumisión, "pudo actuar como bálsamo".
¿Qué has querido contar en ‘Una pregunta para Elena’?
MÁS
Un conflicto universal: el de intentar encontrar lo que quieres hacer en la vida e ir a por ello. Y cruzar los dedos, para que te salga bien. Lo que ocurre es que lo he situado en un momento, la posguerra, en el que se pueden hablar de muchas cosas más: de la opresión y de la manipulación que sufrieron como si fuera lo más normal tanto hombres como mujeres. Pero le doy más cancha en la novela a la historia de las mujeres, aunque ellos también están representados. Al final, me acabo enamorando de mis personajes, de las tramas, del ritmo y de las relaciones de amistad, que es algo que siempre está presente en mis libros. Por otra parte, el tema de Elena Francis me pareció muy atractivo porque yo soy periodista y acercarme a la época dorada de la radio me apetecía muchísimo, aunque el tema del consultorio es uno de los muchos que se abordan en la novela.
A las mujeres nos gusta compartir entre nosotras nuestros problemas. Elena Francis fue, en su momento, la suma sacerdotisa de la tribu. ¿Crees que alguien ocupa ahora su figura?
Es difícil de responder porque lo que tenía Elena Francis es que era única, única en el sentido de que no había otra fuente, otro programa con el que contrastar la información que proporcionaba. Y por tanto, tenía que ser verdad. Es lo que hacen los totalitarismos con el discurso único. Y ahora, en cierta forma, estamos justo en las antípodas de ese escenario: todos opinamos de todo. Y eso, lamentablemente, nos conduce a otro tipo de desinformación diametralmente opuesta.
Los consejos de Elena Francis siempre estaban alineados con la sociedad y los valores de la época, muy distintos a los de ahora. ¿Qué papel crees que jugó en la evolución del papel de la mujer?
Es paradójico: por fin las mujeres tenían un programa en el que les hablaban a ellas y no a los hombres que era lo habitual. Pero los mensajes eran de sumisión y sometimiento, con lo cual la evolución fue poca a nivel práctico. Pero yo creo que en muchos casos, simplemente poder reconocer lo que les ocurría en algunos casos pudo actuar como bálsamo. Sin embargo, algunas respuestas, debieron muy lesivas para las lectoras.
La novela también es el retrato de seis mujeres que aún no son feministas, pero han entendido el valor de la solidaridad. ¿Crees que la sociedad ha cambiado? ¿Hemos abrazado la sororidad?
En el concepto de amistad, hemos avanzado muchísimo y no podemos imaginarnos como era en aquella época, no hace tanto. Las amigas no estaban bien vistas, porque supongo que de algún modo rompían con el aislamiento de pasar de los padres al marido. Se hablaba de 'malas influencias' y en general se denostaban las relaciones de amistad. Se comparaban a las mujeres republicanas, que sí salían a la calle y se reunían, y eso era anatema en aquella época. Yo me planteé la novela a ratos como si mis protagonistas vivieran en una distopía en la que la amistad está prohibida y por casualidad ellas la descubrieran. Desde luego, en ese sentido la sociedad ha cambiado muchísimo.
¿Hay ahora alguna heredera de Elena Francis?
Me cuesta mucho decir un nombre, porque hay tantas… Y la característica de Elena Francis es que solo la podías escuchar a ella, que decía lo mismo que en la escuela, que en la iglesia, que en el gobierno y si todo el mundo decía lo mismo, llegabas a la conclusión de que era cierto.