Se cumplen 50 años de aquella mañana del 20 de diciembre en la que una potente bomba estalló en la calle Claudio Coello de Madrid al paso del coche del presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco. Junto a él, perdieron la vida su conductor, José Luis Pérez Mogena, y su escolta, Juan Antonio Bueno Fernández. Aquel episodio que conmocionó al país dejó especialmente inquieto al periodista Manuel Cerdán que, coincidiendo con el aniversario de este macabro suceso, acaba de publicar 'Carrero. 50 años de un magnicidio maldito' (Plaza Janés). A pesar de su apretadísima agenda, nos reserva un rato para conversar con él.
De haber nacido en otro tiempo y en otro lugar, Cerdán (Alicante, 1953) habría inspirado a Orson Welles otro 'Ciudadano Kane' y Alan J. Pakula habría encontrado el modo de colarle en 'Todos los hombres del presidente'. El periodismo de investigación español le tenía reservado su propio Watergate, el asesinato de Carrero Blanco, y a él ha dedicado buena parte de su vida profesional.
Había llegado recientemente a Madrid para estudiar Periodismo. Aquel suceso activó un olfato periodístico que nunca dejó de entrenar. Pegó la nariz y se convirtió en eso que en la jerga periodística se conoce como sabueso humano. "Cuando empecé a investigar, me di cuenta de que, una vez que la banda terrorista ETA reivindicó la acción, se perdió la curiosidad ciudadana o el interés por los motivos auténticos. No se investigó a fondo. Ni siquiera los responsables fueron juzgados. Todo esto avivó mi atención", indica.
Medio siglo después, Cerdán aporta nuevos datos sobre lo sucedido, si bien reconoce que ha encontrado un motivo más para publicar este libro: "La sociedad se ha olvidado de Carrero Blanco y de la trascendencia de aquel atentado que hizo saltar por los aires el búnker franquista. En el caso de las nuevas generaciones, la mayoría desconoce que, probablemente, este episodio cambió el curso de la historia de España".
El periodista nos pone en contexto. "Diciembre, 1973. España vive los últimos coletazos de la dictadura. La muerte de Franco se sabía inminente y hay divisiones, intrigas y guerras por la sucesión. Carrero apoya al príncipe Juan Carlos, pero una facción integrista insiste en la idea de colocar a Alfonso de Borbón, esposo de la nieta de Franco. El atentado supuso un duro revés para las aspiraciones de la facción inmovilista del régimen. Por otra parte, impulsó los primeros pasos de la Transición, encarnada en las figuras de Juan Carlos I y Adolfo Suárez".
ETA, que declaró que lo había hecho en venganza por los militantes vascos asesinados y en nombre de la liberación nacional del pueblo vasco, fue la mano ejecutora, pero hubo mucho más. ¿A quién molestaba Carrero Blanco? ¿Qué tuvo que ver la CIA con esta acción? ¿A quién beneficiaba la muerte del almirante? ¿Favorecía más a aquellos que querían desestabilizar el régimen para precipitar su caída o la facción más reaccionaria con el fin de retomar el control? Los interrogantes están en el trasfondo de todo lo que ocurrió y han servido a Cerdán como guía en sus investigaciones.
En su opinión, aunque el atentado fue ventajoso para muchos, el interés principal venía del ala más rancia del franquismo. Unos días después, en su discurso de fin de año, un Franco ya agónico pronunció "no hay mal que por bien no venga". ¿Realmente lo escribió él? Por otra parte, la muerte de Carrero marcó el fin de una etapa y facilitó el paso a la democracia.
"Aquel día en muchos salones y despachos se brindó con champán. No hubo interés en investigar, ni siquiera en el propio entorno de Carrero Blanco y mucho menos el de su sucesor, Arias Navarro. Las autoridades iniciaron una investigación para aclarar los hechos, pero el caso quedó archivado y nunca se esclarecieron las circunstancias. Los autores se beneficiaron de la Ley de amnistía de 1977 y se olvidó todo".
Este no es el primer trabajo donde Cerdán reflexiona sobre el atentado. En 2003, publicó en El Mundo una serie de reportajes sobre el asesinato con el título 'Objetivo: asesinar al presidente', y en 2013 el libro 'Matar a Carrero: la conspiración'. Destacó lo sospechoso que resultaba que una treintena de terroristas de ETA se pasearan por Madrid durante un año y nadie del Ministerio de la Gobernación, de las Fuerzas de Seguridad, de los servicios secretos, de la Jefatura del Estado, del Ejército o del Gobierno se diera cuenta de sus planes asesinos.
De nuevo ha vuelto a ello. En 'Carrero. 50 años de un magnicidio' aparece ese tercer hombre que hace de puente entre los emisarios de ETA, Wilson y Argala y el sustrato crítico del Partido Comunista representado por el dramaturgo Alfonso Sastre y Eva Forest. "Este personaje, clave en los preparativos de lo que iba a ser un secuestro y terminó en asesinato, es Iñaki Ugalde Aguirresarobe, alias Kaskagorri (pelirrojo). Él es quien organiza el encuentro en el hotel Mindanao de Argala con La sombra".
El enigma de La sombra, la garganta profunda del caso, impide a Cerdán cerrar este magnicidio que él define "maldito". A pesar de que lleva tres décadas indagando en el asesinato y a pesar de este libro que supera las 600 páginas, le queda por conocer su identidad. "La garganta profunda fue quien señaló a Carrero Blanco como víctima propicia y accesible y quien informó a los etarras de las rutinas del presidente del Gobierno".
El almirante era un hombre de rutinas y esto allanó la tarea a los ejecutores del asesinato. El día de autos, de su misa diaria en la iglesia San Francisco de Borja, en cuyo interior acabó estampado el Dodge Dart en el que viajaba, se dirigía al despacho. Era fácil que el atentado saliese según lo previsto. Además, los miembros de la banda terrorista pudieron actuar con total impunidad desde que llegaron a Madrid, cometiendo hurtos y otras acciones bajo la mirada pasiva de las fuerzas de seguridad. Prueba de ello es el túnel construido en el sótano del número 104 de la calle Claudio Coello. En el mismo edificio, las obras provocan un intenso olor a gas, pero nadie intervino, aunque la embajada norteamericana se encontrase a varios pasos y el secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, transitase por la zona por aquella fecha.
Cerdán ha dedicado su vida al periodismo de investigación en diferentes medios. Aparte del libro que nos ocupa, es autor de títulos como 'El origen de los GAL', 'Lobo, un topo en las entrañas de ETA', 'Paesa, el espía de las mil caras'. Es un referente para las generaciones de periodistas que empiezan, a pesar de que lamenta el desdén con el que se trata en España conceptos tan relevantes como la desclasificación de documentos, la transparencia o el trabajo de los investigadores.
Su conclusión es que, como ya se vio también con las muertes de Prim, Cánovas, Canalejas y Eduardo Dato, "matar a un presidente sale gratis. Carrero Blanco fue el último de una lista de cinco, un número superior al de los presidentes abatidos en Estados Unidos. España guarda el honor de ser el país de Occidente con el récord de atentados contra presidentes, jefes de Estado o Reyes".