Muy probablemente, lo el 'acontecimiento histórico' que conocemos como batalla de Covadonga -a saber, la victoria de los astures liderados por Pelayo a las huestes de Al-Andalús en722- pertenezca a la lista de lo que conocemos como 'mitos fundacionales'. Es decir, un relato que ordena la habitualmente confusa realidad histórica antigua y que explica el origen de una entidad -una polis, un pueblo, un imperio- y con ella de su identidad.
Pero los mitos, se sabe, tienen mucho de fantástico. Sobre la verdad que se esconde detrás de la supuesta batalla, primera victoria de resistencia de los astures contra el invasor árabe, hablamos con el historiador y novelista José Luis Corral, autor de (spoiler alert) 'Covadonga. La batalla que nunca fue' (Ediciones B).
Dado el título del libro, está claro que para tí la batalla de Covadonga, tal como se nos ha enseñado, muy probablemente nunca ocurrió. La pregunta sería, entonces, ¿por qué ha existido durante tanto tiempo en la historia y el imaginario españoles?
La historiografía española suele repetirse mucho hasta hace unos cuarenta años. Las crónicas medievales son copias de copias de copias. Lo que se hizo fue repetir una y otra vez el relato sobre Covadonga creado e inventado en el reinado de Alfonso III a fines del siglo IX. Y como convenía muy bien a los intereses 'pancastellanistas' y luego los 'panespañolistas', nadie lo cuestionó hasta que acabó el franquismo, que hizo de esta leyenda un mito fundacional de España.
¿Pero podrías explicarnos brevemente qué dicen las versiones musulmana y cristiana de la batalla?
En realidad, las musulmanas no dicen nada, sencillamente porque no la citan. Y en cuanto a las cristianas, no aparece esa batalla hasta el año 883, y hablan de una batalla en la que 300 cristianos vencen a 187.000 'caldeos' en Covadonga, intervención divina mediante, claro.
Entonces, si no sucedió tal como creíamos ¿qué ocurrió en la cueva de Covadonga el año 722?
Nada.
¿Y por qué algunos españoles les cuesta tanto aceptar eso, revisar la historia o arrojar nuevas luces sobre ella?
Porque esos unos y otros utilizan la Historia como un arma ideológica, o más bien anteponen su interés ideológico a la búsqueda de la verdad.
A muchos les cuesta aceptar, por ejemplo, que como dices en tu libro, la conquista musulmana de Hispania fue muy pacífica y casi nadie opuso resistencia…
Pues que repasen los yacimientos arqueológicos y los estratos excavados del siglo VIII y verán que no hay ni un caso de destrucción, ni un incendio intencional, ni un cambio drástico; y hay yacimientos como Recópolis (Zurita de los Canes, Guadalajara) o El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete) que son incontestables en la continuidad sin violencia tras la llegada del islam en el 711.
“Pelayo necesitaba una Covadonga y Covadonga necesitaba un Pelayo”. ¿Puedes explicarnos la verdad histórica del monarca astur del que también se pone en duda su existencia?
Ya me gustaría. Pelayo sí es un personaje histórico, pero las fuentes, muy tardías, apenas dan datos sobre él, y además son contradictorios. En unas crónicas es un caudillo de la aristocracia indígena y en otras un noble o un soldado visigodo. No hay manera de saberlo.
Al-Ándalus no fue un paraíso de convivencia pero tampoco estuvo lleno musulmanes sanguinarios y cristianos victimizados. ¿Qué tanto de ese ADN árabe cree que pervive en la España de hoy?
Los árabes son semitas, como los judíos, un mismo pueblo en origen, allá por el sur de Mesopotamia (actual sur de Iraq), con una historia llena de mitos y leyendas. A la Península llegaron pocos árabes, y algunos más beréberes, que no son semitas. El ADN semita actual en Espala es escasísimo, y probablemente es de los judíos que se convirtieron al cristianismo en la Baja Edad y se quedaron aquí, los famosos conversos.
¿Es posible una Historia realmente objetiva, es decir no contaminada por los puntos de vista, ideologías, prejuicios o complejos de quienes la escriben?
No, rotundamente y desgraciadamente no.
¿Existen, en tu opinión, otros mitos ‘fundacionales’ de España que podrían revisarse?
Varios, el más evidente es el de 'la unión nacional de los Reyes Católicos'; lo dejo bien claro en algunos de mis libros y en mi novela 'Los Austrias I. El vuelo del águila'. Es muy cansado volver una y otra vez sobre lo obvio. Con el matrimonio de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla no hubo ninguna unión política, sino dinástica, pero mucha gente y muchos historiadores siguen ignorándolo. Una pena.