Alejandro Pelayo, de Marlango a sus nuevos poemas: "El piano fue fundamental para entender mi Asperger"
El compositor cántabro, componente de Marlango, debuta en la poesía con 'Todas las noches que fuimos humo'
Su carrera artística está marcada por el síndrome de Asperger, diagnosticado en la edad adulta, el alzhéimer de su madre y el piano, su mejor recurso expresivo
Reivindica el cuidado del artista como persona "que se dedica a construir un mundo mejor para los demás"
Música y poesía. La eterna alianza de estas dos expresiones artísticas toma cuerpo, aunque se rijan por normas bien distintas, en todo aquello que ejecuta Alejandro Pelayo (Santander, 1971). Este músico cántabro, componente, junto a la actriz Leonor Watling, del grupo Marlango, llega con su primer poemario, 'Todas las noches que fuimos humo' (Espasa), cuyo epígrafe anticipa la vehemencia de su argumento: 'Una historia de amor para dos cuerpos'.
Le pedimos que sea él quien nos descubra cómo nace este nuevo trabajo en el que dos seres se citan al caer el sol en una habitación de hotel en la Gran Vía de Madrid. "Es una historia amor, pasión, soledad y deseo de dos personajes que se citan en un hostal de la Gran Vía madrileña para pasar una sola noche juntos y descubrirse al amanecer. También es una colección de recuerdos de todas esas noches especiales que nos gustaría volver a vivir", explica el autor.
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Leonor Watling, su compañera de viaje
En el transcurso de la noche, "dos animales hambrientos se devoran/ morirán más tarde saciados/ sus vidas habrán merecido la pena". Deseo, soledad y sentimientos vuelven a estar presentes en este artista que compone, en verso o partitura, a modo de catarsis. Para liberar, purgar, exclamar o suplicar. Inició sus estudios musicales siendo muy niño. Los continuó después en Madrid y en la escuela neoyorquina The Juilliard School.
De vuelta a España, en 2000, se formó en Composición y Dirección de Orquesta. Al mismo tiempo empezó su etapa con la actriz y cantante Leonor Watling con la que ha publicado siete discos bajo el nombre de Marlango. Ella ha sido su mejor compañera de viaje. "Todos mis recuerdos con ella son positivos. Han sido casi veinte años llenos de viajes y conciertos acompañados por un montón de gente maravillosa".
El piano le ayudó a entenderse
Al margen del grupo ha realizado numerosas incursiones en cine, teatro y publicidad. Desde 2017 alterna Marlango con su carrera en solitario, con álbumes como 'La herida invisible', un disco de piano minimalista que vino provocado por el diagnóstico del Síndrome de Asperger en la edad adulta. La música le enseñó empatía y también a ponerle nombre a cosas que hasta entonces desconocía. "El piano fue una herramienta fundamental y decisiva que me acompañó y me ayudó a entenderme", dice.
Su siguiente trabajo en solitario fue 'La memoria de la nieve', un disco intimista, con piano y violonchelo, que habla del dolor, del paso del tiempo y la enfermedad. Lo compuso después de que le diagnosticaran a su madre alzhéimer. Su manera afrontar el dolor fue el piano. Le ayudó en su particular duelo.
La música siguió marcándole el camino y hace dos años llegó 'Sobre La Piel', donde vuelve al amor, el deseo, la ternura y las soledades compartidas. Es un disco de piezas instrumentales que define como "una historia de dos cuerpos enredados bajo unas sábanas y las diferentes maneras de comunicarse que van encontrando".
"Medianamente feliz casi todo el tiempo"
La composición poética de 'Todas las noches que fuimos humo' no ha implicado un cambio de registro. "En realidad -explica- son dos lenguajes que funcionan muy bien en paralelo. Se ayudan y complementan. En mi caso, la música siempre llega a donde no llega la palabra. Desde niño soy un buen lector y la poesía siempre me ha acompañado, especialmente en mi trabajo como músico, donde siempre necesito el apoyo y la compañía de la palabra. Llevo muchos años escribiendo, aunque 'Todas las noches que fuimos humo' es mi primera experiencia en el mundo editorial.
Si degustar poesía puede liberar en nuestro cerebro endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, a Pelayo se le ocurre potenciar ese efecto con una copa de buen vino y, por supuesto, las notas de un piano. "Es una combinación sin rival. Un buen vino, un libro y un disco son el mejor plan. Cada uno encontrará sus favoritos, yo propongo la poesía de Ana Blandiana, un tinto de Ribeira Sacra y la música de Hania Rani". Son este tipo de cosas con las que ha conseguido ser "medianamente feliz casi todo el tiempo".
Como cualquier artista, Pelayo sigue su propio ritual. Antes de empezar a componer, escoge el título. Luego llegan los personajes y construye para ellos un universo propio. Una vez creado su mundo, pone su banda sonora, que llega siempre en forma de nuevo disco. Nos adelanta que ya tiene título para su siguiente disco: 'Los Árboles Ya Lo Sabían'. Y esta vez ha compuesto para su música textos que acompañarán a cada pieza, por lo que es muy probable que su próximo trabajo musical nazca con un libro bajo el brazo.
Pelayo aprovecha su debut literario para reclamar el valor de la poesía. "Nadie debería ser más importante que un educador o un médico, pero el arte también sirve para educar y para curar, así que creo que deberíamos cuidar más a las personas que se dedican a construir un mundo mejor para los demás".