Leila Guerriero o escribir sobre Capote en la habitación donde él escribió 'A sangre fría': "El espacio da conexión emocional"
La periodista publica 'La dificultad del fantasma. Truman Capote en la Costa Brava', cuando el mundo conmemora el centenario del autor
Capote escribió en la costa catalana parte de su célebre 'A sangre fría' (1966) obra fundacional del periodismo literario
Conversamos con la autora argentina sobre su estancia en la casa Sanià, la misma que habitó Capote a mediados de los 60
"Ha sido una experiencia extrema en todo sentido". Leila Guerriero no se refiere a la dificultad de seguirle los pasos a una persona que nació hace 100 años y está muerta hace cuarenta. Tampoco a la ambiciosa tarea de indagar en un proceso tan personal como lo es la escritura de un libro. Menos a la idea de enfrentarse a una novela que según muchos (empezando por su propio autor) sentó las bases de aquello a lo que se dedica, precisamente, alguien como ella. La cronista argentina, una de las voces más importantes del género, se refiere en realidad a su labor como jurado de la competencia oficial del Festival de San Sebastián, que acaba de culminar.
Así, en medio de las deliberaciones -que culminaron con el premio a 'Tardes de soledad', de Albert Serra, toda una declaración del autor, pero también del jurado, sobre la prevalencia de las indagaciones artísticas sobre lo 'polémico' de su materia- la autora de libros como 'Los suicidas del fin del mundo' (2005), 'Zona de obras' (2014), 'Plano americano (2018) o 'La llamada' (2024) se daba tiempo para contestar algunas preguntas sobre su proceso de investigación para 'La dificultad del fantasma' (Anagrama), un libro en el que investiga el paso de Truman Capote por la Costa Brava durante la escritura de 'A sangre fría' (1966), novela fundacional del periodismo narrativo que relata el asesinado real de una familia en Texas y sigue la pista de los asesinos hasta su condena final.
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Hacia mediados de 2022, la periodista se encontraba en plena investigación para su libro anterior cuando recibió una invitación para pasar unas semanas en la Residencia Literaria Finestres, en la que escritores y escritoras viven en la casa Sanià, la misma en la que Capote había pasado algunos meses durante la creación de 'A sangre dría'. La invitación a Guerriero venía con segundas: se le planteaba el reto de utilizar su estancia para hacer un perfil del escritor, ese 'fantasma' que había habitado en su momento, la misma habitación en la que la periodista se instalaba en 2023.
Tu anterior libro, ‘La llamada’ se ha convertido en un ‘clásico instantáneo’ de la crónica en castellano. ¿Te costó desprenderte de esta historia sobre desapariciones y torturas sexuales en Argentina para abordar el paso de Capote por la Costa Brava catalana?
Te diría que estoy muy habituada a hacer muchas cosas a la vez y sobre diversos temas, por supuesto no siempre hago un libro en paralelo a todo lo demás, pero es algo que no me cuesta, eso de cambiar de una cosa a la otra. Claro, requiere de una energía psíquica fuerte, de una fuerza de voluntad y una disciplina, pero no en relación a la temática...
Pero la tema de 'La llamada' , precisamente, era muy fuerte...
Pero la de Capote también es una historia fuerte: es la historia de un escritor enfrentado al que va ser libro de su vida y también al libro que lo arrastró a un lugar muy oscuro, un libro en él mismo dice, literalmente, que nadie nunca sabrá lo que 'A sangre fría' se llevó de él... Entonces no recuerdo que haya habido un tropiezo entre uno y otro libro.
¿Cómo fue tu proceso de preparación para la escritura de 'La dificultad del fantasma', antes de tu llegada a la Costa Brava?
Cuando tenía 'La llamada' casi terminado, en paralelo iba leyendo toda la obra de Capote, sus cuentos, los libros que se escribieron sobre él... la biografía de Gerald Clarke, el libro de George Plimpton, una enorme cantidad de material. Rodrigo Fresán me sugirió muchas lecturas también.
En el libro no solo 'perfilas' al autor, sino que investigas al menos parte del proceso de creación de ‘A sangre fría’, una obra capital de la narrativa de no ficción. ¿Para una escritora como tú es una especie de viaje a la semilla?
No. 'A sangre fría' es un libro de referencia, de conversación, de discusión para todos los que nos dedicamos al periodismo narrativo; es decir, si estudias periodismo es un libro ineludible (y si no estudias periodismo, debería serlo), pero en todo caso uno con el paso del tiempo se va llenando de distintas influencias, de distintos referentes, algunos cobran más importancia en algunos momentos, otros menos, pero bueno siempre en ese horizonte de referencias hay libros importantes: 'Hiroshima', a 'Sangre fría', los libros de Martín Caparrós... Así que yo no pondría todo el peso de lo que a mi me gusta hacer en un solo libro.
¿Qué es lo que más te fascinó del proyecto?
Fue una gran oportunidad de entrar a fondo a investigar la obra de un autor que se propuso algo muy especifico: tomar un caso X y aplicar lo que el llamaba la 'técnica' de la escritura y ponerla al servicio de una obra de no ficción. Me interesó mucho desandar ese camino. El periodismo a veces es la mejor excusa para encarar trabajos que quizás no harías por propia iniciativa. Entonces para mí fue eso, la gran oportunidad de ver no solo la obra 'A sangre fría', sino ver como esta gravitaba en toda su vida. Y por supuesto me llevó a pensar muchas cosas acerca del propio proceso creativo.
Hablando del proceso creativo, uno de los asuntos del libro es “la manipulación de la memoria”. Hay una famosa anécdota de Capote y su escritura de ‘El duque en sus dominios', para el que se supone que Capote entrevistó a Marlon Brando durante siete horas sin grabadora y memorizó todo... ¿Qué has podido sacar en claro en el curso de tu investigación sobre su uso de este de la memoria?
Bueno, como sabes él se jactaba de tener una gran memoria, de poder retener no sé, en algunas entrevistas decía que el 96%, en otras el 94%, en otras el 98% de lo que escuchaba. Por supuesto hablando del libro que mencionas, hubo después periodistas que viajaron a Hong Kong y entrevistaron a personas que habían hablado con Capote y se encontraban con gente que negaba haber dicho lo que había escrito. También dependiendo de cuán mal o bien quedaban en el libro. Más allá de eso, creo que los periodistas trabajamos más bien con la memoria de la gente, incluso cuando estamos trabajando en el terreno, en tiempo presente y entrevistando a personas que vieron hechos o que fueron protagonistas de hechos, etc. La gente, a veces de manera no del todo consciente, manipula esos recuerdos, los cuenta de manera ligeramente distinta. Por eso el trabajo de trabajo requiere que hablemos con una diversidad de entrevistados, nos solo con los protagonistas.
La memoria es un espacio muy ambiguo...
Y muy resbaladizo. Pero creo que eso, que podría tomarse como un problema en nuestro oficio, puede ser exactamente lo contrario lo contrario. Creo que hacer explícitas esas contradicciones, esos baches de la memoria, esas versiones distintas acerca de un mismo hecho le aporta a las cosas que escribimos un peso muy fuerte, que es el peso de la vida tal como transcurre, o como la vamos recordando. Entonces exponer lo que podría verse como fallas de ese material forma me parece que eso es lo honesto.
¿Y qué tan importante es para el periodista recorrer los espacios físicos que recorrieron los personajes retratados?
Creo que hay dos opciones: los periodistas podemos retratar a personas vivas, contemporáneas, y en ese caso tenemos el enorme caudal de escenas y de gestualidades y de descripciones que nos provee el tiempo presente. Pero también podemos trabajar con alguien que no está, como es el caso de Capote. Yo he hecho otros perfiles de gente fallecida como Idea Vilariño, Pedro Henríquez Ureña, Roberto Arlt...Y en todos los casos a mí me pareció fundamental recorrer los espacios físicos que recorrieron estas personas, ver lo que queda, hacer el contraste entre lo que hay hoy de ellos, el rastro que dejaron o el rastro olvidado en algunos casos.
¿Fue lo que hiciste en el caso de Capote?
Había otro plus, diría yo, en esto y es que, en el caso de Capote en particular: el hecho de estar viviendo en la misma casa en la que él vivió, aunque la casa está un poco modificada (se mantiene realmente bastante original) para que sea más confortable para la residencia... creo que so agrega mucho desde el punto de vista de la experiencia. A mí me hubiera sido muy difícil hacer este texto a la distancia, te digo que me hubiera sido imposible, creo que no hubiera aceptado hablar con toda esta gente por teléfono.
¿Hay una conexión distinta al recorrer los mismos espacios?
Hay cierta conexión emocional, te diría, con el espacio físico, con la sensación de, ok, la casa puede ser distinta, las macetas con estas flores quizás no estaban, pero este cielo era el mismo, este mar era el mismo, hasta donde puede ser lo mismo un cielo y puede ser lo mismo un mar, ¿verdad? Y estaban estos riscos y estaban estos árboles o si no eran árboles muy parecidos. Y él para llegar hasta acá quizás no vino por este camino, pero debe haber venido por un lugar muy parecido. Y el frente de la casa, que está igual, seguramente fue un frente que vio durante mucho tiempo. Y si bien la ciudad de Palamós está cambiada, las calles en sí, digamos, o sea el trazado, es muy parecido. Todo esos para mí fue fundamental.
¿Fue fundamental ver el amanecer desde la casa Sanià tal como los vio Capote durante su estancia?
Yo creo que decir que es 'imprescindible' sería arrogante de mi parte. Me parece que poder estar y poder ver es un plus enorme para mí, digamos, y soy consciente que fue un privilegio enorme poder estar allí, pero me parece un poco altanero decir es imprescindible ver ese amanecer para escribir. No, más bien es como un lujo haber podido hacerlo.
¿Dirías que el paso de Capote por la Costa Brava influyó en algo en el resultado final de ‘A sangre fría’?
Es muy difícil hacer una especulación al respecto. Por esa época Capote hace muy pocas referencias al sitio en el que estaba. Le dedica apenas un par de líneas, no hay cartas ni referencias particulares a que el paisaje o el sitio o lo que fuera que lo estuviera, no sé, impactando de determinada manera. Por otra parte, también hay que pensar que estaba escribiendo un libro sobre una masacre en un pequeño pueblo de los Estados Unidos profundo, en un lugar que era un paraíso del Mediterráneo.
¿Y qué crees que encontró en ese paraíso?
Creo que encontró lo que iba a buscar. Él iba a buscar aislamiento y lo logró y en ese sentido creo que el resultado final del libro tiene que haberse visto virtuosamente influido por el hecho de haber conseguido ese aislamiento, por el hecho de no estar distraído todo el tiempo con fiestas en Manhattan, por el hecho de estar sumamente concentrado en lo que estaba haciendo. Pero es muy difícil evaluar el estado del alma de un escritor.
Has hablado antes de Martín Caparrós como una de tus referencias. ¿Qué podrías decirnos de su importancia para el periodismo en castellano?
Creo que es una referencia enorme, insoslayable. No creo que nadie hoy en día pueda, qué sé yo, ser un periodista sin haber pasado por la lectura de sus libros, por conocer su obra. Es un hombre que no solo ha escrito muchísimo, sino que ha tomado riesgos, ha tomado riesgos incluso muy políticamente incorrectos en libros como ‘Contra el cambio’, por ejemplo, que es un libro sobre el cambio climático que discute muchísimas de las ideas que se dan por aceptadas acerca del cambio climático. Se podrá estar de acuerdo o no, pero esa capacidad que tiene él de no solo de escribir estupendamente bien, sino de mirar todo el tiempo al sesgo, de conectar cosas que parecen completamente desconectadas entre sí... Es una persona con una enorme erudición, que sabe leer la realidad de una manera que no es para nada obvia. El aporte de Martín es fundamental, su cabeza es fundamental. Muchísimas veces uno lee una pieza de él, más corta o más larga, y tiene una sensación de que se corre el velo de la realidad y uno ve cosas que no había visto. Es, sí, un gran periodista, un gran observador de la realidad, un gran autor.