"¿En qué gastas tu dinero?", por Juan Tallón
Existen muchas formas de saber quién o cómo eres, y una es la manera en que empleas el dinero que ganas
Si manifiestas poca inteligencia con tu dinero tiene un pase. Pero si gastas con absoluta falta de clase, te mereces la ruina
Los padres, a lo largo de la vida de los hijos, tratan de mostrarles a qué merece la pena destinar la pasta y a qué no
"En qué me estoy gastando yo el dinero", me pregunté al ver la cifra definitiva, unos 44.000 millones de dólares, por la que Elon Musk se va a quedar con Twitter. ¿Estaré gastándolo mal, sin sentido ni elegancia, como si fuese tonto perdido? Porque si manifiestas poca inteligencia con tu dinero tiene un pase; no hay tantos genios sueltos. Pero si gastas con absoluta falta de clase, te mereces la ruina.
¿Qué es gastar bien el dinero, por otra parte? ¿Hay una forma idónea y otra inapropiada? ¿Se aprende a hacerlo bien? Los padres, a lo largo de la vida de los hijos, hasta que se independizan, tratan quizá de mostrarles a qué merece la pena según ellos destinar la pasta y a qué no. Observar en qué la emplean los propios padres seguramente también sirve de instrucción. Mi abuelo, en estos casos, lanzaba siempre la misma proclama: "Padres cochinos, hijos marranos".
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¿Qué es una tragaperras?
Hace unos meses, en una cafetería, mi hija de seis años me preguntó "¿Qué es esto?", en referencia a una tragaperras que se iluminaba y emitía melodías idílicas detrás de nosotros. "No es fácil de explicar", admití. Estuve a punto de gastarme cinco euros y mostrarle, con un ejemplo práctico, el verdadero sentido de las tragaperras, es decir, la pérdida automática de tu dinero. Pero pensé: "¿Y si me toca el premio y me voy de aquí con seiscientos pavos?" Mejor no.
Hoy, teoría, pensé para mí, y le expliqué que se trataba de un artefacto para perder el dinero mientras soñabas con ganarlo y doblarle el brazo al fabricante, porque nada da tanto placer como parecer más listo que otro.
Existen muchas formas de saber quién o cómo eres, y una es la manera en que empleas el dinero que ganas, pensé al reparar en Elon Musk. "Voy a averiguar quién soy yo de verdad", me dije esta semana con determinación, porque no lo tengo nada claro, y abrí la aplicación de mi banco para estudiar los gastos de abril. Entré en mi cuenta sumido en un mar de nervios, como si estuviese a punto de descubrir si soy listo, o del montón, o un vulgar idiota, siendo el hecho de pertenecer al montón la hipótesis más terrorífica.
Tomé un trozo de papel y un lápiz, y empecé a sumar. Impuestos: 616,45 euros. Alquiler y gastos domésticos: 697. Dentista: 95. Peluquería: 13,5. Educación: 154. Libros, suscripciones y plataformas: 259,65. Medios de transporte: 127,65. Bares y restaurantes: 212,25. En total: 2.175,5 euros. Me faltó muy poco para llamar a la policía.
Un vulgar idiota del montón
Con semejantes números quedaba encasillado en la categoría de vulgar idiota del montón, obviamente. Por supuesto, por ese camino me dirigía derecho a la ruina. Abril es un mes asesino. Aunque al menos podía felicitarme por no recordar –uff– los pagos en efectivo, y por haber abortado en el último minuto la compra de unos pantalones y otro par de camisas blancas gracias a que empecé a leer La moda justa, de Marta D. Riezu, con el propósito de quedar bien con ella, porque al cabo de unos días iba a conocerla en persona, durante el Sant Jordi, y no estaría de más decir que conocía su obra.
En las primeras páginas, Marta subraya que nuestros armarios están llenos de ropa y que "lo más cuerdo" es disfrutar lo que ya está ahí. "Nuestros abuelos, como siempre, llevaban razón: mejor tener poco y bueno". Si logro extender el plan de ahorro en ropa al resto de gastos quizá con el tiempo… quizá nada.