Junto con el amor, ha sido uno de los sentimiento que ha regido la historia de la humanidad. Miedo, miedo, miedo. Pero, ¿qué es en realidad? ¿Qué nos lo infunde? ¿Por qué? ¿Se trata de un método de control social? ¿Cuándo paraliza o es motor? El profesor Bernat Castany se ha remangado para tratar de mirarlo a los ojos, como ya hicieron otros muchos de sus amigos antes: Nietzsche, Borges, Deleuze, Kierkegaard, Goethe, Newman, Bauman o Epicuro. Con todos ellos dialoga en las páginas de 'Una filosofía del miedo' (finalista del Premio Anagrama de Ensayo), el libro con el que él mismo venció uno de sus mayores temores desde hace años. Nos lo cuenta en esta entrevista para Uppers. Sapere aude, queridos lectores. Atrévanse a saber (y a equivocarse).
¿Qué es el miedo?
Una alarma que tiende a estropearse, y que es mejor sustituir por un buen conocimiento del entorno: una casa en la que no haya demasiadas cosas que robar, unas buenas relaciones con el vecindario y una sociedad justa en la que nadie necesite robar.
¿Por qué te remangaste a investigarlo?
Me ha interesado desde siempre, es una cárcel de cristal que se interpone entre nuestros deseos y el mundo. Desde que somos niños se pone disfraces: nos impide explorar lugares, hacer amigos, declarar nuestro amor, expresar lo que pensamos, poner límites, hacer, reír o dormir. Siempre nos estamos enfrentando o rindiendo a él. Si me preguntas personalmente, me daba miedo escribir literatura y no textos académicos, así que decidí matar dos pájaros de un tiro.
¿Hay también un miedo colectivo?
Es uno de los principales mecanismos de dominación, y ninguna sociedad podrá ser libre, justa o alegre si no logra mantenerlo a raya.
¿Hay mucho fango alrededor de este tema?
Nos da vergüenza reconocer que lo tenemos. Pero la vergüenza es otra de las formas del miedo. Negarlo es tratar de apagar un incendio cerrando los ojos. Es mejor reconocerlo. Eso propiciará que los demás también lo hagan, lo cual nos permitirá lazos sociales y políticos que nos ayuden a enfrentarnos juntos a lo que nos acongoja. Porque no hablamos de miedo a la oscuridad o a las arañas, sino a ser despedidos, a no ser amados o a vernos devorados por la injusticia y la soledad. Así que ese fango es también la arcilla con la que empezar a construir una alternativa.
La mejor definición de miedo que has leído a otro autor
Me gustan dos versos de la Araucana, de Alonso de Ercilla, en los que se dice que:
"El miedo es natural en el prudente,/y el saberlo vencer es ser valiente". Pero también Roberto Bolaño: “si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas. Cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisíacos, da igual, pero verdaderos, es decir con un destino de poetas y con una vida de poetas. No hay nadie en el mundo más valiente que ellos. No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez”.
¿Impide ser feliz, como dice Borges?
Siempre estará ahí, así que: o es imposible la felicidad o debemos aprender a buscarla a pesar del miedo. Las dos cosas son verdad, pues la felicidad absoluta no es posible, porque el “aguijón invisible” del miedo no cesa de pinchar el zepelín de nuestras grandes esperanzas; y, a la vez ese mismo aguijón es el que espolea el caballo de nuestras acciones. El miedo no es un fantasma al que podamos expulsar, sino nuestra misma sombra de la que nunca podremos deshacernos. Con él debemos hacer lo mismo que hizo Alejandro con Bucéfalo, el caballo al que nadie lograba domar porque le temía a su propia sombra: ponerlo a caminar con el sol del conocimiento de frente gracias a la mano firme de la acción, con el objetivo de que su sombra quede detrás, y deje de una vez de asustarle.
¿Tiene también aspectos positivos?
Sí, nos proporciona información y nos insta a actuar. Al fin y al cabo es un sistema de información y de motivación que resulta necesario para nuestra supervivencia.
¿Dónde está el límite entre el miedo 'bueno' y el miedo 'malo'?
Podríamos decir que el miedo es como el colesterol, que hay del bueno y del malo. El bueno nos informa, el malo nos confunde con exageraciones y fantasías, llevándonos así a la parálisis o a la sobrerreacción.
Somos una de las sociedades más seguras de la historia, ¿es la época sin embargo en la que más miedo tenemos?
Es arriesgado afirmarlo, resulta difícil cuantificar los sentimientos generales en una sociedad y sus umbrales de resistencia. ¿Acaso en la Edad Media no se sentía miedo de ir al infierno, de que el diablo fuese el culpable de los males del mundo, de que el fin del mundo se hallase cerca, de que la peste negra regresase o de que un constipado acabase con tu vida o la de tus hijos?. Y luego, ¿no se tuvo miedo durante la Primera Guerra Mundial, el Crack del 29, la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría?
¿Estudiar el miedo le quita metralla?
Ciertamente sí, conocer su mecanismo nos permite actuar frente a él, o mejor dicho en él. Igual que Chaplin estaba dentro de la máquina en Tiempos modernos, nosotros estamos dentro de la maquinaria del miedo.
A qué tres cosas tiene miedo un autor que lo sabe todo sobre el miedo
Nadie lo sabe todo de este tema. Aprender a flotar en el mar de la incertidumbre resulta esencial si no queremos que nos engullan las olas del pánico. Como dice Tolstói, "la vida sólo comienza cuando no se sabe lo que ocurrirá". Dicho esto, le temo a que le pase algo a mis hijos, a que el miedo me haga peor de lo que soy, y a que, en el momento de morir llegue a descubrir, como diría Thoreau, que el miedo me impidió vivir realmente.
¿Había un grupo específico de filósofos cuyo objetivo era luchar contra el miedo?
El epicureísmo (Epicuro, Lucrecio, Horacio u Ovidio) consideraba que el miedo es la razón principal por la cual los hombres no llegan a alcanzar la felicidad. Pero también la escuela escéptica luchaba a su manera, al proponernos aceptar la incertidumbre y reprimir nuestra tendencia a sobreinterpretar la realidad. Lo mismo sucederá en el Renacimiento, donde el movimiento de los humanistas luchó en contra del terror que la Iglesia infundía en la gente. Continuará la Ilustración, con nombres como Diderot, Holbach, Meslier, Helvétius o Rousseau, quienes buscaban luchar contra el oscurantismo –la articulación de la ignorancia y el terror como un mecanismo de dominio- con el conocimiento de la naturaleza, el enfriamiento de las pasiones y la libertad de pensamiento. No es extraño que, para Kant, el enemigo principal de la Ilustración fuese el miedo, y su lema sea Sapere aude, o atrévete a saber.
¿El miedo es igual que la ansiedad?
No, la ansiedad es la incómoda e impotente sensación de que, sin saber la causa ni el momento, va a sucedernos algún daño, mientras que el miedo es la reacción inmediata frente a un peligro concreto y puntual.
Spinoza o Deleuze dicen que la mejor vía para reducir el temor es aumentar el deseo
Su idea es que no podemos luchar directamente contra las pasiones tristes (reducen nuestra potencia, nos debilitan), como el miedo, la ira o la tristeza. Es necesario otro tipo de acercamiento menos directo, sustituirlas por otras alegres (empoderadoras), como el deseo, la admiración, la amistad, el placer, la curiosidad. Para caminar son necesarias las dos piernas, pero si tuviese que cojear preferiría hacerlo del mismo lado que ellos.
Citas a mucha gente (Nietzsche, Borges, Deleuze, Kierkegaard, Goethe, Newman, Bauman, Epicuro...), ¿da miedo pensar sobre este tema sin recurrir a palabras de otros?
La erudición puede ser un mecanismo de defensa. Una forma de decir: "Los de atrás vienen conmigo". O también: "No lo digo yo, que conste". De hecho, por citar a otro tipo de grande, Stephen King dice en su autobiografía, que buena parte de los errores literarios nacen del miedo: la oscuridad procede del miedo a parecer trivial; la pedantería, del miedo a pensar por uno mismo; la no escritura, del miedo a la hoja en blanco… Me gusta sin embargo pensar que convoco a todos esos autores porque no temo dialogar con ellos.
¿Qué has aprendido de tu propio miedo al escribir este libro?
Que el miedo es un animal con la cabeza muy grande y el cuerpo muy pequeño. Podría haberme pasado toda la vida documentándome para no enfrentarme al momento de empezar a escribir. Pero en cuanto me puse, todo empezó a rodar: hay que mojarse.
¿Se tiene el mismo miedo de niño que a los 50?
Me temo que el miedo, como la energía, no desaparece, sino que se transforma.