Luis Rosales hijo, guerra y poesía: "A mi padre le dolió tener que dar explicaciones sobre la muerte de Lorca"
El poeta Luis Rosales había acogido en su casa a su gran amigo García Lorca cuando fueron a buscarle para asesinarle. Sufría cuando le preguntaban insistentemente por ello.
Entrevistamos a su único hijo, Luis, que está dedicando su vida a recuperar su legado.
Recuerda con especial emoción las tertulias en casa de escritores de una generación marcada por la guerra
El poeta Luis Rosales (1910-1992) era, según el retrato que dibujó a pluma Dámaso Alonso, "un hombre cetrino, con unos ojos azules chiquitines, o que detrás de las gafas parecen chiquitines (porque son un poquito miopes)". Su único hijo, Luis Rosales Fouz, ha heredado esas dos chispas azules que su padre combinaba, con "explicable coquetería", con tejidos del mismo tono en corbatas y chaquetas, pero no lo cetrino que, siguiendo con el poeta, eso lo daba el terruño granadino.
El hijo nació en Madrid en 1952 y estudió Derecho en la Universidad Complutense. En 2010, con motivo del centenario del nacimiento del poeta, decidió dejar el sector bancario para dedicar el resto de su vida a recuperar y organizar el ingente legado literario del padre. En 2020 publicó, junto a su pareja, Cova Sánchez-Talón, 'Desde que tus pasos me abren el camino. Un paseo por el Madrid de Luis Rosales', un libro dedicado a su memoria. "Un tributo más de muchos, del que estoy muy contento", dice.
En el álbum familiar de Luis (hijo) lo mismo aparece Dámaso Alonso que Rafael Alberti o Michi Panero compartiendo con él una infancia de calle, pantalón corto y jersey de lana. El primero le dedicó un entrañable poema infantil: "Haz lo que tengas gana,/ Cristobalillo,/ lo que te dé la gana,/ que es lo sencillo./ Caso nunca les hagas/ a los mayores./ Los consejos de Dámaso/ son los mejores. /Tira, mi niño, tira,/ si te da gana, /los libros de papito /por la ventana".
No siguió su consejo de colgarse de las lámparas o romper bombillas con tiragomas. Mucho menos de quemar con cerillas "esas cosillas". Pero guarda al autor en un lugar privilegiado de su memoria. Uppers se encuentra con Luis en el universo tuitero, cuando acababa de publicar una imagen con su padre tomada el mismo día en que le anuncian que será el próximo Premio Cervantes, en 1982. Le pedimos que nos cuente más, cómo fue ese momento o cualquier otro de su vida como hijo de uno de los poetas imprescindibles de la generación del 36, marcada por la guerra y por acontecimientos muy delicados para la escritura y el pensamiento.
P: ¿Luis Rosales fue un padre presente o pesó más la figura del poeta?
R: Para mí fue poeta y padre, siempre presente. Escuchaba sin impacientarse y yo era asistente continuo de sus conversaciones con grandes escritores y artistas. Un día vino a casa el pintor Benjamín Palencia y, después de observar dos de sus cuadros, exclamo: ¡Tengo mucho que aprender de estos cuadros! Mi padre me miró y dijo: ¿Ves, Luis? Para ver, hay que mirar y hay que saber. Mi madre y yo éramos los primeros en escuchar sus poemas y al recitarlos comprobaba si alcanzaban la perfección que él buscaba. Me enseñó a pescar, me llevaba al cine y me leía por las noches. Siempre encontraba tiempo para compartir momentos cotidianos o extraordinarios. También respetó que tomase mi propio camino.
P: Escribió parte de su obra en vuestra casa de Cercedilla, entre 1962 y 1984. ¿Qué recuerdas de esos veranos en la sierra madrileña?
R: Mi padre se levantaba temprano y arreglaba el jardín con su característica forma de hacerlo, dando preferencia a los matojos. Después, nos reuníamos a desayunar los tres, aunque siempre había invitados con los que él compartía la liturgia del embutido. El resto del día lo dedicaba a escribir con un único descanso a mediodía para tomar un ponche. Durante esas horas, perdía la noción del tiempo y no necesitaba ningún otro alimento. Era muy meticuloso con su obra creativa. Escribía y lo dejaba reposar durante una temporada larga para luego retomarlo y hacer los ajustes oportunos. Recibía frecuentemente visitas, como la de Dámaso Alonso o Dionisio Ridruejo. A la madrileña Casa Encendida, en la calle Altamirano, llegaba alguno más, como la familia Panero al completo.
P: La biografía de tu padre está marcada por el asesinato de su gran amigo Federico García Lorca.
R: Federico García Lorca le acercó a la poesía e influyó en su obra. Mi padre le ofreció su casa como refugio y vivió con absoluto dolor que se le llevaran. Fue un horror que expresó en su escritura. Los años duros de la guerra marcaron su vida para siempre. "Podemos hablar de la guerra con conocimiento, es decir con padecimiento. Es decir, no hemos salido indemnes", reconoció. Debió de ser muy penoso tener que responder y dar explicaciones a los historiadores y periodistas por la muerte del amigo.
P: Pablo Neruda, comunista, escribió "¿Qué decir de Luis Rosales a quien yo conocí naranjo, recién florido en aquellos años treinta, y que ahora es grave poeta, exacto definidor, señor del idioma?"
R: Cada uno con sus ideas, eran todos amigos unidos por su vocación poética. Mi padre también estuvo a punto de morir, estando en el bando nacional, pero siempre hubo en él un tono conciliador. "No se puede escribir con la mano cortada, con la mano de ayer", escribió.
P: En 1982, Luis Rosales recibe el Premio Cervantes. ¿Cómo recibe la familia esta noticia?
R: La alegría fue muy grande para él, para la familia y para sus innumerables amigos que fueron viniendo a casa a celebrar ese premio tan merecido. Aquella llamada para comunicárselo es un recuerdo feliz e imborrable.
P: "Ya no tengo nada/ que esperar y al filo/ de la vida quiero/ despedirte, hijo/. Me duelen los años/ que no te he tenido…" ¿Qué ha significado tiene este poema que escribió para ti?
Orgullo, emoción, privilegio, amor, devoción.
La vida al recordar se hace tan corta. Cabe en unas palabras. Nos amamos
P: ¿Por qué crees necesario rescatar su figura?
R: Él fue generosísimo en comunicar su tesoro. Su obra y su figura tiene que trascender más allá de centenarios u otros eventos Me gustaría que la reedición de sus libros sirviese para darle el lugar que merece en las letras españolas y en la formación literaria de las generaciones más jóvenes.
Antes de despedirnos, Luis desempolva una imagen de sus padres en Santander y la publica en su cuenta de Twitter junto a unas palabras de Rosales: "La vida al recordar se hace tan corta. Cabe en unas palabras. Nos amamos. Hemos vivido juntos. Me llamo Luis Rosales, soy poeta y he nacido en Granada".