Los Rolling Stones son un fenómeno intergeneracional. Y eso es muy emocionante. Pocas bandas lo consiguen. Y menos de este modo tan irreverente y pasional. No solo como una de esas pasiones que se van transmitiendo de padres a hijos, sino también de un modo, digamos, colateral. Entre parientes, amigos e incluso conocidos. Sin ningún comedimiento. Uppers ha sido testigo de todo ello en dos familias que nos han permitido compartir con ellos su entusiasmo del concierto de Madrid de este 1 de junio desde los días previos a la actuación. El recuerdo va a quedar en ellos muchas décadas más.
Juanjo, de 45 años, confiesa que se inició en el mundo de la música con el heavy metal, más o menos con diez años. "Era lo que se escuchaba entonces y había bandas muy potentes, pero soy un apasionado de la música y a medida que fui madurando empecé a echar la vista algo más atrás. Ahí es cuando descubrí a Rolling Stones. Mi primer descubrimiento fue 'Satisfaction', todo un himno de la cultura musical, pero si ahora tuviese que hacer un repaso por su discografía, me resultaría difícil poder hacer una selección".
Desde entonces, la mítica banda londinense nunca ha dejado de estar presente en su vida. Unas canciones contienen más sentimentalismo –en su boda sonó 'Loving cup'-, otras son más salvajes y algunas más melódicas. Estas últimas son las que ya escucha su hija Carmela, con año y medio. "Va a ser inevitable -dice- que las nuevas generaciones se enganchen a los Rolling, igual que ya lo están haciendo hoy los más jóvenes. Estoy convencido de que son irrepetibles. Nunca más veremos una banda como esta, capaz de movilizar a tantas generaciones".
Juanjo conserva toda la iconografía posible de los Rolling: discos, libros, entradas, fotos… "Solo me falta un tatuaje y todavía no lo descarto". Incluso ha vivido en primera persona la disputa aún sin cerrar de a quién quieres más, a Los Beatles o a Los Rolling Stones. Cuando conoció a su suegro, este se declaró beatleiano y la disparidad de criterios dio para horas de conservación, sin que ninguno de los dos se dejase convencer.
La rivalidad entre fans es eterna y ha ayudado a mantener vivo el mito. Igual Los Rolling Stones que Los Beatles han vuelto loco al mundo. Una en la historia del rock y la otra en el pop, ambas bandas han hecho leyenda. Compartieron listas de éxitos y atención mediática, aunque la rivalidad solo es parte identitaria de sus fans.
Recuerda con emoción la primera vez que asistió a uno de sus conciertos. "Fue en 2003, en la gira Forty Licks, con un recopilatorio de sus 40 años de existencia. Hacía tiempo que Madrid no vivía un evento así". Fueron más de dos horas de música y el público vibró desde los primeros acordes de 'Brown sugar'. Aquella noche, Mike Jagger, en un castellano perfecto, saludó: "Hola Madrid, nos gusta estar de vuelta". En esta ocasión a Juanjo le acompaña su mujer, Carmela, su tío septuagenario y un primo sevillano, promotor de todo este tinglado familiar. "A mi tío no deja de asombrarle que los que están sobre el escenario tengan más años que él".
Con el mismo frenesí está viviendo Paco, a punto de cumplir 70, y su familia la presencia de los Rolling en Madrid. Le acompañan su mujer, Alicia, dos hermanas de esta y dos de sus sobrinos, Martín y Claudia, de 20 y 19 años. "La mayor, Alicia, reside en Berlín y en esta ocasión no ha podido venir. En su etapa de estudiante en Madrid, sí nos acompañó a dos conciertos de Rolling", advierte.
La pasión por la banda londinense llegó de un modo natural a esta familia que se declara melómana hasta las trancas. "En mi generación, el gusto por el rock tenía un significado social y cultural. Terminé la carrera de Derecho en 1975, a punto de iniciarse la Transición. Era un momento muy significativo y el componente musical jugó un papel importante, especialmente un grupo con una presencia tan poderosa como los Rolling Stones".
Como buenos musicómanos, dice que en casa se escucha cualquier tipo de música, siempre que sea de calidad. Lo mismo 'El ocaso de los dioses', de Wagner, que 'Paint It, Black', una de las canciones más versionadas de 'Sus satánicas majestades'. "Igual ocurre en otras disciplinas que hemos cultivado en caso, como la lectura, el arte o el mundo de la aventura", añade.
Está orgulloso de disfrutar de este concierto en familia y de que los más jóvenes valoren el espectáculo como un hecho icónico. "Igual que a mi generación nos marcó el relato de la guerra, ahora los mayore intentamos transmitirles el significado de una música en un momento histórico para nuestro país, cuando empezamos a respirar y a escuchar lo que nos daba la gana. Al final, la vida se compone de los relatos tanto propios como ajenos".
Paco, que está a punto de cumplir 70, no pasa por alto el impacto que le producen estos artistas octogenarios dando saltos. Está convencido de que este no será su último concierto. "Los viejos rockeros nunca mueren".