Diez uppers nos cuentan su historia de amor con los Stones: "Cada vez que los escucho se me abren las carnes”
El concierto de la banda británica del 1 de junio en Madrid fue un hervidero de seguidores ‘uppers’ dispuestos a disfrutar una vez más de una noche de rock and roll
José María (59): “Esto es igual que La Meca para los musulmanes: algo que hay que hacer una vez en la vida”
Pedro (70): “Cada vez que los escucho se me abren las carnes”
No hay nada más upper que ser fan de los Rolling Stones y acudir a uno de sus conciertos. Este 1 de junio, desde primera hora de la tarde, los aledaños del estadio Wanda Metropolitano, en Madrid, se llenaron de hombres y mujeres mayores de cincuenta para cumplir con el ritual de ver a su banda favorita cada vez que pasa por España. La inmensa mayoría, enfundados en camisetas con diversos diseños del famoso logo.
Tatuajes, banderas, bandanas y todo tipo de aderezos proclamaban a los cuatro vientos su pasión. Muchos asistían acompañados de sus hijos, a quienes han convertido también a la “religión” stoniana. Hablamos con varios de estos uppers para que cuenten su historia de amor con la banda de rock más legendaria en activo.
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José María, auxiliar de enfermería (59): “Cuando termine el concierto, lloraré”
“Los conocí con 14 años y desde entonces son mi manera de vivir. Soy de Tarifa, y con 18 me escapé de casa (en aquellos tiempos tú sabes cómo eran los padres) y los vi en el Vicente Calderón. Vengo con mi hija, a quien le he contagiado mi pasión por la banda”. (Interviene su hija: “Mi padre tiene toda su casa como si fuera un museo de los Stones. En vez de fotos de sus hijos, pone de los Stones”.) Retoma José María: “Este tatuaje [muestra una lengua en el brazo] me lo retoco cada cinco o seis años. Más o menos cada vez que han venido a tocar a España. Esto es igual que La Meca para los musulmanes: algo que hay que hacer una vez en la vida. Aunque no te guste el rock and roll, hay que ver al menos una vez a los Stones. Es algo que engancha. Creo que esta noche, cuando termine el concierto, lloraré. Los amo. Ojalá lo conociera: me voy a morir con esa pena”.
Johnny Burning (66): “Es la fiesta del rock and roll”
“Los llevo viendo desde que vinieron la primera vez. Miento: la primera vez tengo todavía la entrada sin romper. Estaba en la mili y no me dejaron ir. Soy stoniano de los pies a la cabeza. Nunca se sabe si será su último concierto. Son un tren de largo recorrido, como los Burning. Mira qué fiestión hay aquí. Muchos críticos los consideran acabados y fíjate: esto es flipante. Es la fiesta del rock and roll”.
José Luis, carpintero (57): “El rock and roll nunca muere”
“Vengo de Córdoba a verlos. Soy fan de los Stones porque viví la época en la que estuvieron en mejores condiciones. Sesenta años tocando…, ya tienen más que yo. Atesoro la discografía completa. Bandas como ellos, Pink Floyd…, son las grandes de la historia y así será para siempre. El rock and roll nunca muere: ¡siempre está ahí! A los Stones aún les queda mucho rock dentro”.
Juanjo (65) y Julia (62): “Venimos a pasármelo bien”
“Los vimos en el concierto del Vicente Calderón, en 1982, que llovía a cántaros, y también en Zaragoza… Tenemos todos sus discos en vinilo, en CD… Simplemente es algo que nos hace disfrutar. No nos cuestionamos si este puede ser o no su último concierto, venimos a pasárnoslo bien. ¡Igual nos morimos nosotros antes que ellos!”.
Pedro, jubilado (70): “Son como de mi familia”
“Por mi edad, viví los comienzos de esta música inmortal. Y sigo yendo a los conciertos que puedo, aunque veo muchos por Internet. Estuve en el concierto de Madrid de 1982, el del diluvio. Los Stones son como de mi familia. Los seguiré hasta que me muera. Cuando me jubilé me hice, además de una sala de cine, una sala de música profesional. Hoy he estado viendo su actuación en la Casa Blanca, con Obama. Cada vez que los escucho se me abren las carnes”.
Roberto, director de una empresa de cosméticos (53): “Es muy especial”
“Mi hija tiene 22 años. Fue su regalo del Día del Padre. Que una chica de esa edad aprecie la buena música es algo de lo que me siento muy orgulloso. Viví en Londres más de veinte años, y allí vi a los Stones en los ochenta. Vivimos en A Coruña, aterrizamos esta mañana y nos vamos temprano. Es un evento para mí, muy, muy especial”.
Javier, abogado (51): “Vengo a darles las gracias”
“Son parte de mi vida. Cada cosa buena que me ha pasado, y alguna mala también, lleva detrás una canción de los Stones. Tengo tres hijas y cada una tiene la suya. Vengo con una de ellas al concierto, desde Alicante. Más que inocularle el veneno del rock, esto es una vacuna. Los he visto en directo siete u ocho veces. Hoy en día es lo más burgués que se puede hacer en España, pero es mucho más: la gente viene, entiendo, no solo a escuchar a los Stones. Yo vengo a despedirme, a darles las gracias”.
Óscar, empresario (46): “Hoy estamos aquí tres generaciones de mi familia”
“Esta es la quinta vez que los veo: en Madrid, en Barcelona, en El Ejido… Y siempre pensando que podía ser la despedida. Los sigo desde pequeño: lo he mamado en casa con mis padres, mis tíos… Lo tengo todo: discos, libros, todos los conciertos en DVD… Vengo con mi padre y con mi hija: tres generaciones. A la niña, por suerte, no le gusta el reguetón”.
Víctor, abogado (54) y Claudia, cocinera (57): “Nuestra casa es un museo”
“Me los descubrió mi mujer. Me ha enganchado. Ella los descubrió por su familia, por su hermano mayor… Si vieras nuestra casa… Es todo un museo de los Stones. Venimos con nuestra hija, y la nieta no, porque no ha podido”.