La movida flamenca: cómo Mario Pacheco se convirtió en el descubridor de Ketama, Pata Negra y Ray Heredia

  • El Ateneo de Madrid acoge una extensa muestra con exposición fotográfica que ilustra la revolución del Nuevo Flamenco

  • Mario Pacheco y Nuevos Medios dieron voz en los 80 a un género que perdía sus complejos acercándose a las músicas urbanas populares

  • Ketama, Pata Negra, Duquende, José el Francés o Ray Heredia protagonizaron unos años de audacia y creatividad en el flamenco

Qué habría sido de la historia de la música sin esos zahoríes que se dedican a descubrir el talento oculto, moldearlo y lanzarlo al estrellato. Los Beatles no habrían llegado a ser lo que fueron si Brian Epstein no les hubiera sacado de las catacumbas de The Cavern, Bruce Springsteen no habría sido el 'Boss' si Jon Landau no hubiese escrito en la Rolling Stone aquello de "he visto el futuro del rock'n'roll..." y el Nuevo Flamenco no habría existido sin Mario Pacheco. El Ateneo de Madrid acoge hasta el 29 de octubre, al hilo de Suma Flamenca, una extensa muestra con exposición fotográfica, mesas redondas y conciertos de lo que supuso esa otra movida madrileña que tanto le debió al productor, fotógrafo y fundador de Nuevos Medios.

"Desde muy joven, siempre estuvo en los sitios donde primero sucedían las cosas destinadas a convertirse en fenómenos importantes”, escribió sobre Pacheco el periodista y escritor Pedro Calvo. Y así era. Con 20 años se fue a Londres a buscarse la vida y acabó sacando una de las fotografías más icónicas de Jimi Hendrix en el Festival de la Isla de Wight. Suya es también la portada en claroscuro humeante del revolucionario 'La leyenda del tiempo', de Camarón.

A su vuelta a Madrid, a principios de los años 80, fundó una empresa familiar que gestionaría junto a su mujer Cucha Salazar. Era Nuevos Medios, uno de los primeros sellos independientes que nacieron en España. Con su logotipo obra de Joan Miró, en su catálogo acogió a Golpes Bajos, La Mode, Vainica Doble o Martirio, además de editar en nuestro país de forma exquisita los discos de los Smiths, Joy Division y New Order. Pero su amplio criterio musical, su gusto por ir al margen de las tendencias y los consejos de su mujer le hicieron apostar por el flamenco, que estaba viviendo una renovación muy interesante en consonancia con las ansias de experimentación y libertad de aquel efervescente momento cultural.

Se trataba de una nueva generación de artistas flamencos que seguían la influencia de Camarón, Morente o Paco de Lucía y la acercaban a las músicas urbanas populares. Eran músicos muy diferentes entre sí. Artistas del flamenco orquestado, músicos de rock, de pop o de música cubana; pero siempre con el flamenco como nexo de unión. "En la radio no existía el flamenco, tampoco había actuaciones en directo, ni el flamenco estaba tan repartido como ahora, no gustaba mucho fuera de Andalucía, a la gente joven, tampoco les gustaba a todos los gitanos, pero sí que había un ambiente flamenco. Era algo paralelo a la movida, pero al margen", explicaba Pacheco en una entrevista en 'Deflamenco' de 2002.

Nuevos Medios, el inicio de la revolución

Morente fue el primer artista que Pacheco quiso fichar para Nuevos Medios, pero no pudo ser. Finalmente fue Pepe Habichuela quien tuvo el honor de inaugurar el catálogo de la discográfica con un trabajo hoy esencial para la guitarra flamenca, 'A Mandeli' (1983). Se convertía así en el primer 'joven flamenco' con 40 años, pero Habichuela hizo algo más: convenció a Pacheco para que les grabara un disco a sus "niños", los Ketama. Ahí empezaría realmente la revolución del Nuevo Flamenco.

Fueron Ketama, de Madrid, y Pata Negra, de Sevilla, quienes ejercieron de punta de lanza del movimiento, piezas esenciales para que la industria le perdiera el miedo al flamenco e incluso para que se colocara en la vanguardia. Los Ketama fusionaron el flamenco con ritmos latinos de raíz afrocaribeña, e incluso se inventaron la world music al aliarse con Toumani Diabaté en 'Shonghai'. Pata Negra hacían sonar el blues afroamericano por bulerías y conseguían que Rockdelux eligiera como mejor disco de los 80 su 'Blues de la frontera'. Vistos en perspectiva, fueron años de una audacia y creatividad extraordinarias en el género. 

A finales de los 80 la prensa musical especializada ya se había hartado de la movida madrileña, pero el Nuevo Flamenco era lo más y el diario francés Libération proclamó que Nuevos Medios era la Tamla-Motown española. Pacheco, con su ojo clínico para captar talentos, había incorporado a La Barbería del Sur, un jovencísimo Miguel Poveda, Duquende, José el Francés o un Ray Heredia que estaba destinado a marcar una época pero que moriría a los 27 años de sobredosis de heroína en una descampado con solo un disco en el mercado, 'Quien no corre, vuela', y un himno para los anales, 'Alegría de vivir'.

Madrid, epicentro del Nuevo Flamenco

Esta otra movida flamenca tuvo su epicentro en el madrileño barrio de Lavapiés y se prolongó durante los 80, los 90 y más allá del cambio de siglo. En esos años Madrid reunía a los mejores artistas. Entre pase y pase se iban buscando unos a otros por los tablaos de la capital para escucharse y divertirse juntos.  "Esa es una época importante en el flamenco. Entonces los músicos nos alimentábamos más unos a otros. Nos reuníamos para tocar. Ahora pasa mucho menos”, afirmaba  el guitarrista Josemi Carmona, uno de los de miembros de Ketama, en El País.

La sala Revolver, la Caracol y, sobre todo, la cueva del Candela se convirtieron en los grandes templos de la movida flamenca. Lugares en los que se reunían cantaores y guitarristas veteranos y jóvenes inquietos que habían bebido de músicas muy diversas y estaban ansiosos por promover la evolución del género. Paco de Lucía y Camarón eran clientes habituales del Candela, pero también Ketama -que grabaron ahí su vídeo Vacío- Tomasito, Vicente Amigo, Sara Baras o Antonio Canales.

“Lo bueno del Candela era que se daba cita gente de todas clases, y todos tenían su sitio: podías estar en la barra con el rey Juan Carlos y al lado con un expresidiario recién salido de la cárcel”, contaba Oky Aguirre, que trabajó allí cinco años como camarero, en eldiario.es. “Durante aquellos años, no había artista que viniera a Madrid que no pasara por el Candela. Yo recuerdo a Van Morrison, a Sting, a Slash y al cantante de Spin Doctors!.

"Más multinacionales que una multinacional"

Ser un sello independiente y familiar como era Nuevos Medios también significaba que no podía competir con el poderío de las multinacionales. Casi todo el que pintó algo en el flamenco grabó en algún momento en la compañía de Pacheco, pero una vez que conseguían el éxito muchos se terminaban marchando. "Sí, a muchos les costó irse, lo hacían con mucha pena. A Tomatito le costó mucho, le dio mucha rabia", reconocía Pacheco. Pero "los que son más músicos ven que realmente donde mejor pueden hacer lo que quieren es con nosotros", decía con orgullo.

"Nosotros somos más multinacionales que ninguna multinacional", se enorgullecía el creador de Nuevos Medios en el documental 'Revelando a Mario'. No en vano, rechazó una oferta de Warner por 600 millones de las antiguas pesetas para ser absorbidos manteniendo el control creativo.

"Jamás firmamos ningún contrato", asegura en el mismo filme Antonio Carmona, para subrayar que aquello era más que una familia. Porque si en algo coinciden prácticamente todos los artistas que trabajaron con Pacheco, que falleció de cáncer en 2010, es en que esencialmente se trataba de una buena persona. Todos recuerdan con cariño al productor que les animaba a salirse del guion y probar cualquier locura que se les ocurriera. No solo era un visionario, sino alguien que animaba a sus artistas a ser su mejor versión posible.

La exposición del Ateneo rinde homenaje a la figura de Pacheco y la importancia de Nuevos Medios en la propagación del flamenco a lo largo de los 80 y los 90 con una selección de fotografías suyas y portadas de su sello. Una amplia ilustración de cómo toda una nueva generación de músicos revolucionó el género dotándolo de aires de cambio y llamando la atención de melómanos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Una revolución que despojó definitivamente y para siempre de todos sus complejos al flamenco.