A favor o en contra del autotune: el eterno choque generacional entre lo nuevo y lo viejo en la música
El uso de este software que ayuda a afinar, modular y deformar la voz sigue siendo motivo de controversia generacional en 2023
Su origen como recurso sonoro se remonta a 1997, cuando Cher lo utilizó en su inolvidable hit 'Believe'
Su adopción como marca de la casa por géneros urbanos como el trap y el reggaeton provoca los prejuicios del público más tradicionalista
"Ya no se hace música como la de antes". Esta frase se habrá pronunciado millones de veces en los últimos 50 años como forma de lamentar la evolución hacia géneros, gustos, tendencias o formas de expresión que no compartimos. En 2023 el uso del autotune, ese procesador de audio que ayuda a afinar, modular y deformar la voz, sigue siendo motivo de controversia generacional. Para muchos, ayudarse de él es algo así como hacer trampas (en Eurovisión, por ejemplo, no está permitido), mientras que otros lo defienden como una herramienta creativa o recurso estilístico más del que echar mano.
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Cher, contigo empezó todo
La función primordial del autotune es corregir sin que se note las notas desafinadas. Y así se utiliza a diario en infinidad de grabaciones. Pero su origen como recurso sonoro a nivel popular se remonta a 1998, cuando Cher, una de esas artistas que siempre han sabido tender puentes generacionales, lo utilizó en su celebérrimo 'Believe', una de las canciones más definitorias de los años 90. Entonces aquel efecto robótico y claramente artificial, con el que se modulaban las ondas para llegar a las notas buscadas, no solo no molestó a nadie sino que rápidamente fue adoptado por muchos otros artistas pop.
Desde Britney Spears hasta Daft Punk, pasando por los reputadísimos Radiohead, experimentaron con las maravillas del autotune, de la misma forma que 30 años antes Jimi Hendrix usaba pedaleras con diferentes tipos de distorsión para llevar el lenguaje de la guitarra un paso más allá. Al fin y al cabo, el uso de efectos tanto en la voz como en los instrumentos se han repetido a lo largo de la historia de la música popular, definiendo en muchas ocasiones el sonido de su tiempo. Desde el wah wah en el rock de finales de los 60 hasta la distorsión en el indie noventero, pasando por el vocoder o el talk box en los 80.
Motivos de un rechazo visceral
¿Por qué entonces el autotune genera ese rechazo visceral en el oyente, digamos, más tradicionalista? Pues quizás la razón esté en su asociación a las nuevas músicas urbanas, en su adopción como marca registrada de la casa por géneros disruptivos (y aún denostados por muchos) como el trap y el reggaeton. Prácticamente todos los artistas urbanos, desde Bad Gyal hasta La Zowi, pasando por Omar Montes o Yung Beef, abusan de esta herramienta para desnaturalizar la voz por completo, generando dudas sobre su auténtico talento para cantar 'de verdad'.
En ese sentido, los vídeos publicados por espectadores de los conciertos de Quevedo mostrando cómo suena su voz natural y lo poco que tiene que ver con lo que se escucha en la versión de estudio de su popular 'Quédate' junto a Bizarrap alientan esta teoría. Aunque otra manera de enfocar el asunto es la cualidad democrática que tiene el autotune: cualquiera sin demasiado talento para la melodía vocal puede pegar un pelotazo. Algo así como el punk en los 70 cuando muchos grupos ni siquiera sabían tocar sus instrumentos.
Otro de los estigmas que soporta el aututune es su uso uniforme y homogéneo, sin darle esa vuelta de tuerca distintiva que al final hace que todas las voces suenen igual y se pierda personalidad. Pero artistas internacionales como Charli XCX o Caroline Polachek demuestran que se pueden alcanzar atmósferas sonoras exquisitas y diferentes tirando de este recurso. Y en el plano nacional, se agradece que artistas más vanguardistas como Rosalía, C. Tangana, Soleá Morente o Guitarricadelafuente lo estén usando también de una manera más creativa.
La histórica confrontación entre lo nuevo y lo viejo
También es curioso que el debate vaya más allá del consumidor y llegue a los propios músicos, demostrando que la confrontación entre lo viejo y lo nuevo es histórica. Joaquín Sabina, que durante años arregló su voz en el estudio para que sonara menos rota, se ha mostrado crítico con la nueva ola de música urbana. El rapero Jay-Z criticó a Snoop Dogg por usar el autotune, Christina Aguilera también despotrica de su uso y el fallecido batería de los Foo Fighters, Taylor Hawkins, consideraba "deprimente" que todo fuese a ser "estallidos y chasquidos de ordenador con autotune en las voces".
Al final casi todo es una cuestión de brecha generacional. Ya se sabe, los mayores negando con cierta superioridad paternalista los referentes de los jóvenes. Pero los tiempos siempre avanzan y el uso de cualquier recurso, ya sea un instrumento, un efecto nuevo o un gadget tecnológico, es absolutamente respetable, y casi necesario para que una industria como la musical siga evolucionando.