El exfutbolista de la selección francesa, reconvertido en actor en los noventa, y célebre por sus siempre incendiarias declaraciones, Éric Cantona acaba de publicar su primer single titulado ‘The friends we lost’ y además anuncia que prepara gira y álbum de estudio. Esa no es sin embargo, la noticia más importante, la noticia más importante es que lo hace muy bien.
Cantona, el cantante, tiene un registro profundo y dramático que recuerda, y mucho, a Nick Cave. Se dice pronto. También al último Leonard Cohen. Son palabras mayores para este, lo diremos, artista, siempre en movimiento, que se autoensenó a tocar la guitarra durante la pandemia “para poder componer canciones”. “Sigo siendo un mal guitarrista -le dijo a The Guardian esta semana- pero ya he compuesto como 30 temas”. Los muchos fans de “The King” ya se frotan las manos.
Como futbolista, Cantona fue internacional en 45 ocasiones con la selección francesa, pero nunca pudo jugar la Copa del Mundo, aunque siempre se le ha identificado con los colores del Manchester United, que defendió durante cinco años.
Rebelde, polémico, directo, si uno lo piensa un momento, Cantona siempre ha sido muy rock and roll. Casi un punk. Si no que se lo pregunten al aficionado fascista del Crystal Palace a quien le propinara la célebre patada en 1995, cuando defendía los colores del Manchester United. El tipo era militante de un partido de extrema derecha y se la había pasado todo el partido llamando a Cantona “bastardo de mierda” y diciéndole que se fuese a su país. “De lo único que me arrepiento es de no haberle pegado más fuerte”, diría el futbolista 26 años después. Genio y figura.
Tal vez se le encendió la sangre catalana de su abuelo, Pere Raurich, que peleó en defensa de la República durante la Guerra Civil. Tal vez simplemente es parte de su naturaleza: una mezcla muy particular de fuerza y sensibilidad. ”Nunca podré diferenciar entre un pase de Pelé en el Mundial de México 70 y la poesía de Rimbaud”, ha dicho en alguna ocasión.