No era Movida todo lo que relucía en el Madrid de los 80. También hubo forajidos como La Frontera, que le cantaban a los duelos al sol, a 'saloons' llenos de jolgorio tabernero y a trenes desapareciendo en el horizonte. La banda madrileña liderada por Javier Andreu sonaba como si a Joe Strummer le hubiesen metido en un decorado de Sergio Leone con un par de colts al cinto. Y contra todo pronóstico su country-punk arrasó en los garitos, e incluso vendieron porrones de discos con aquel 'Rosa de los vientos' que les coló en Los 40 Principales. Luego, como a tantos compañeros generacionales, los 90 se los llevaron por delante, pero Andreu nunca entregó las armas. La Frontera no ha tenido que regresar porque nunca terminó de irse. Y hoy disfruta de una segunda juventud.
Andreu, ese superviviente nato que ha estado en lo más alto y en lo más bajo, que ha vivido el esplendor y la miseria de la profesión, es el protagonista de 'El peor héroe del Far West', el nuevo y flamante documental como director de Juan Moya (Espelúy, Jaén, 1967), presentado este jueves en la madrileña sala Berlanga.
Pero a Moya, responsable también de 'Mi vida entre las hormigas. El documental de Ilegales', no le interesaba tanto hacer el clásico recorrido biográfico por la trayectoria de la banda como averiguar cómo un artista como Andreu ha podido sobrevivir durante 40 años en un mundo tan precario e inestable como el de la música sin renunciar a una entrañable ingenuidad y sin dejar de ser "un niño que consigue vivir la vida sin salir del cuarto de jugar" Para el cineasta es una gesta heroica que vale la pena contar. Hablamos con Moya sobre el protagonista de su documental, un personaje que aún hoy, con su tupida cabellera y sus inseparables gafas de sol, sigue conservando esa pose de pistolero del Salvaje Oeste que vive y espera en el límite del bien y del mal.
¿Cómo surge la idea de hacer un documental sobre Javier Andreu?
Comenzamos las grabaciones en 2020, en plena pandemia. Yo sentía la necesidad de colaborar con un músico en aquellos días tan duros de restricciones, hacer un seguimiento de un artista sin guion y sin pretensiones comerciales, simplemente dejarnos llevar para ver qué ocurría. Javier Andreu fue el cómplice perfecto, él estaba en la misma onda y entró de manera entusiasta en el proyecto.
¿Qué es lo que te llamó la atención del personaje?
Javier es una persona que desde niño ha vivido por y para la música, es rabiosamente vocacional con lo que hace, lo disfruta como si acabara de empezar. Eso me maravilla.
¿Qué nos cuenta ‘El peor héroe del Far West?
No pretende ser un documento exhaustivo sobre la historia de una banda como La Frontera, no es tampoco un repaso cronológico de la carrera de Javier. “El peor héroe del Far West” se puede decir que es la historia de un niño que consigue vivir la vida sin salir del cuarto de jugar. Porque Javier en muchos aspectos sigue manteniendo viva la llama y la inocencia de la niñez para enfrentarse al mundo. Es como un Peter Pan, o mejor dicho, como el Nota, el protagonista de “El gran Lebowsky”, película a la que, por cierto, se homenajea ampliamente en este documental.
Dices que no quisiste trabajar con un guion previo excesivamente definido. ¿Cómo fue el proceso?
Habitualmente hago una preproducción cuando encaro un documental y suelo llegar al rodaje con un guion bastante elaborado. Cuando manejas presupuestos grandes no suele haber posibilidad para muchas improvisaciones, hay demasiada presión. En este caso la producción ha corrido a mi cargo, con lo que he tenido posibilidad de dejarme llevar y probar muchas cosas. Una de ellas ha sido lanzarme sin guion previo y que fuera el personaje y la historia los que lo construyeran. Hemos grabado a lo largo de tres años y finalmente las piezas, como si se tratara de un puzzle, han ido encajando.
¿Cómo es Javier en las distancias cortas?
Javier es tremendamente tímido. Quizá el reto en las grabaciones ha sido intentar que se abriera y cogiera confianza. Creo que lo hemos conseguido y podemos encontrar en la película a un Javier que habla sin reservas de su vida artística y personal.
¿En qué se diferenciaba Javier del resto de músicos de los 80?
La Frontera era un grupo inspirado en el folk americano y con influencias de Morricone y las bandas sonoras del espagueti western. Nada más alejado del sonido imperante en los grupos españoles de los primeros 80, en el que todo el mundo estaba mirando hacia Inglaterra. Fueron una rara avis dentro del panorama musical.
¿Cómo un grupo español que hacía música vaquera en castellano pudo tener tanto éxito en este país?
Porque las canciones son muy buenas. Todo aquel empaque, el banjo, los violines, la armónica, simplemente eran el traje para unas canciones que al cabo de 40 años siguen estando entre lo más granado de la música de nuestro país.
¿Cómo le afectó la travesía en el desierto que comenzó a mediados de los 90?
La llegada del grunge fue un cataclismo para muchos grupos. Aunque La Frontera había creado un estilo muy personal, también se vio arrastrado por el cambio de ciclo. Javi se vio de estar tocando el cielo a verse tocando en pubs en solitario. Fueron tiempos duros, de los que habla abiertamente en el documental.
¿A qué crees que se debe que La Frontera (y otros grupos de los 80) esté ahora dando casi tantos conciertos como en sus mejores tiempos?
Javier no deja de dar conciertos con La Frontera y en solitario, acaba de sacar su primer disco “El hombre que salía demasiado”. La respuesta a la pregunta la encuentras al escuchar el disco. Javi sigue componiendo canciones excelentes, sus conciertos siguen transmitiendo energía al público y sobre todo, a lo largo de estos 40 años ha conseguido una colección de canciones que son inolvidables y se han transmitido por generaciones.
¿Morirá con las botas puestas?
Javier, al igual que unos pocos músicos elegidos, se relaciona con el mundo a través de la música, no es un oficio del que jubilarse, es su manera de vivir.
¿Qué ha sido lo más satisfactorio de hacer ‘El peor héroe del Far West’?
Reivindicar a un músico imprescindible en la música española, trabajar con él y compartir su genialidad. Ha sido un viaje de tres años inolvidable, en el que por ejemplo, hemos vuelto a grabar algunas de sus canciones para la banda sonora, solo por eso ya habría merecido la pena.