"Espero morir antes que envejecer", cantaban The Who en 'My Generation' allá por 1965, mucho antes de que llegaran los Sex Pistols y las hordas punk. Casi seis décadas después, Pete Townshend y Roger Daltrey, los dos únicos supervivientes de la que quizás sea la banda de rock más explosiva de la historia, aún siguen haciendo suyos esos versos cada noche, a pesar de que ambos bordean ya los ochenta. Lo volverán a hacer este miércoles en Barcelona, donde se presentan, con orquesta incluida, para dar buena cuenta de un repertorio solo al alcance de Beatles y Rolling Stones.
Conviene no olvidar nunca el rol esencial que jugaron Townshend a la guitarra y Daltrey a la voz, junto al lunático Keith Moon a las baquetas y el impertérrito John Entwistle al bajo, para que el rock alcanzara su mayoría de edad a finales de los 60 y primeros 70, ensanchando sus límites más allá de lo entonces conocido con aquellos álbumes conceptuales ('The Who Sell Out', 'Tommy', 'Quadrophenia') que terminarían acuñando la etiqueta de ópera rock.
Pero es que además The Who eran una mala bestia sobre el escenario. Sus actuaciones en vivo poseían una energía e intensidad que probablemente nunca hayan sido superadas por nadie. Eran como un volcán en erupción que se ganó una merecida reputación de imbatibilidad en directo. En eso tenía mucho que ver Townshend, guitarrista esencial en la evolución de la guitarra eléctrica y la forma de tocarla, con sus demoledores riffs y su furioso molinillo, una imagen de marca que supuraba adrenalina eléctrica y que es equiparable en iconicidad rocanrolera al 'baile del pato' de Chuck Berry.
Curiosamente, la inspiración para tan emblemático movimiento, consistente en balancear con violencia su brazo antes de rasguear las cuerdas con toda su energía, la tomó de los Rolling Stones. Más concretamente de Keith Richards. En cierta ocasión de los inicios de The Who Pete fue invitado a ver un concierto de sus satánicas majestades en Inglaterra entre bastidores. Ahí, desde uno de los costados, vio cómo Keith estiraba su brazo derecho en círculo e incluso tocaba un par de notas de esa manera.
Aquello le llamó poderosamente la atención, pero cuando unas semanas más tarde le preguntó al guitarrista de los Stones cómo lo hacía, este no entendía de qué le estaba hablando. Pete continuó: "Sí, ya sabes, ese movimiento tan genial que haces, como un molinillo", lo que colmó la paciencia del pirata del rock, que le espetó algo así como "soy Keith Richards, ¿de verdad crees que voy a hacer ballet?".
Townshend entonces decidió incorporar ese gimmick a su arsenal de trucos escénicos, entre los que también figuraba la destrucción violenta de la guitarra contra el suelo o los bafles, luego tantas veces imitado por muchos otros. El músico fue perfeccionando el molinillo hasta conseguir que también se convirtiera en una parte característica de su sonido. Y todavía en sus conciertos actuales cada vez que lo ejecuta sigue siendo uno de los momentos más inmortalizados por los asistentes.