¿Puede acabarse alguna vez la música? Es una pregunta legítima. Después de todo, se trata de un número finito de combinaciones sobre un número finito de bits. El caso es que ese número es tan largo que supera nuestra comprensión. Como dice Michael David Stevens -un educador, animador y editor estadounidense mejor conocido por crear y hospedar el canal de educación popular de YouTube 'Vsauce'- un simple CD, como la Biblioteca Infinita de Borges, contiene un número casi inabarcable de combinaciones de sonidos: todas las canciones que has escuchado o podrías escuchar en tu vida. Incluidas todas las que aún no existen. Poesía vertiginosa la de las matemáticas.
No, no se pueden acabar las canciones dentro de los límites humanos. Y aunque ese número demencial de combinaciones puede reducirse drásticamente si tomamos en cuenta solo las ocho notas que reconocemos en las canciones y los 3 tipos de duración a lo largo de unos 12 intervalos, el resultado igualmente serían unos 78.000 millones de canciones diferentes. Para hacernos una idea, como señala Stevens: se necesitarían 100 músicos componiendo una melodía por segundo durante 248 años para llegar a agotar esas combinaciones.
The day the music died
Dicho eso, las canciones están cambiando. Por ejemplo, como explica un estudio de Xataka: las canciones son cada vez más cortas.El portal de análisis de la industria ha tomado las listas Top 100 de Billboard de seis décadas distintas (2022, 2012, 2002, 1992, 1982 y 1972), y ha llegado a la conclusión de que las canciones aumentaron su promedio de duración entre los años 70 y los 90 para empezar a reducirse en adelante. Hasta la actualidad. Una canción de rock progresivo de los 70 podía superar los 10 minutos, una canción de los Beatles podía extenderse hasta los seis o siete y una de Nirvana o U2 rondaba los cuatro. Hoy la mayoría de las canciones publicadas no pasa de los tres minutos y muchas apenas superan los dos.
Pero no es el cambio más drástico. Para músicos como los argentinos Fito Páez o Charly García, la música se compone de tres elementos básicos: melodía, armonía y ritmo, y en la actualidad la mayoría de música comercial que se produce -por si lo están pensando, sí, el reguetón es un ejemplo claro- se basa mayoritariamente en el ritmo. En patrones que se repiten, además, sin demasiada ambición.
"Se tiende más a una estandarización, a una pasteurización de los ritmos, de las armonías y de las melodías, casi desaparecidas del lenguaje musical -ha dicho Páez-. La música tiene elementos muy específicos que están desapareciendo. Al no haber ya más armonías y melodías en la música, no estamos hablando de música. Entonces la pregunta sería: ¿de qué estamos hablando?".
Una posición que algunos podrían catalogar de reaccionaria, ciertamente, como las de aquellos que reniegan del autotune, del sampler o la producción digital en general. Elementos todos, al servicio de la creatividad. Cuando la hay.
Sting, por su parte, ha dado también su opinión sobre lo que está ocurriendo con las canciones tal como las conocíamos. En una entrevista con el músico y productor Rick Beato habló de algo que puede pasar desapercibido para el gran público, pero no para algunos compositores: la paulatina desaparición del puente en las canciones. Es decir, de esa parte que conecta dos secciones del tema convirtiéndolo en una narrativa que explicaba mucho de lo que somos como seres humanos.
Parece forzado, pero Sting lo explica de una manera impecable: "En la música moderna el puente ha desaparecido. Para mí, el puente es una terapia. Planteas una situación en una canción: mi novia me dejó. Estoy solo. Estribillo: estoy solo. Lo repites de nuevo. Y luego llegas al puente y entra un acorde diferente (y piensas) tal vez ella no sea la única chica para mí. Tal vez debería buscar en otra parte. Ese punto de vista conduce a un cambio clave que lleva a pensar... las cosas no tienen por qué ser así".
Para el ex The Police, las canciones, tal como las conocíamos, eran una forma de conjurar nuestras crisis: "La estructura es terapia. En la música actual... en la mayor parte... estás en un bucle circular... es una trampa, realmente. Da vueltas y vueltas y vueltas. Encaja bien en la siguiente canción, y en la siguiente canción, y en la siguiente canción. Pero no tienes la sensación de liberación que obtienes al pasar por una crisis, y estamos en crisis. El mundo está en crisis: política, climática. La música necesita mostrarnos una salida. Y la música actual no está haciendo eso en este momento."
¿Volverá a hacerlo? Probablemente no de la forma en que lo hizo en décadas pasadas. El futuro es inevitablemente violento porque se construye sobre un presente inevitablemente efímero. Y si algo no puede hacer el arte es dejarse atrapar por el miedo a lo que viene. Nuevos tiempos convocan nuevos lenguajes, nuevas herramientas, incluso nuevas sensibilidades. No tiene que gustarte.
Y el pasado existe. Como esa colección de vinilos que siempre podremos visitar.