La última vez que el rock fue (de verdad) antisistema
Se cumplen 30 años de 'Vs.', el disco en el que Pearl Jam canalizó su rabia, frustración y desencanto contra la industria musical
El grupo se negó a hacer videoclips de los singles, dejó de dar entrevistas y aparecer en los medios y se embarcó en una batalla legal contra Ticketmaster
La intrahistoria de la 'Guerra Santa del Rock 'n' Roll' contra los precios abusivos de los conciertos
En 1993 Pearl Jam era, junto a Nirvana, la cara más visible del grunge, aquel artefacto explosivo procedente de las alcantarillas de la industria que había dinamitado en mil pedazos los topicazos del rock de los 80, pegándole un buen revolcón al panorama musical de la época. 'Ten', el disco de debut de la banda de Seattle publicado en 1991, había sido un pepino incontestable con millones de copias despachadas en todo el mundo. El grupo formado por Eddie Vedder, Stone Gossard, Jeff Ament, Mike McCready y Dave Abruzzese lidiaba como podía no solo con el éxito abrumador, la fama no deseada y las repentinas montañas de dinero, también con las acusaciones de 'vendidos' por parte de sus seguidores más hardcore. Todo el agobio, la presión y la frustración que sentían la volcaron en su segundo álbum, 'Vs.', en el que adoptaban una actitud más beligerante, áspera e intransigente que en su momento no fue entendida por todos pero que, vista desde la perspectiva que dan los 30 años transcurridos, bien podría ser la última vez que el rock se atrevió (de verdad) a desafiar al sistema.
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La misma portada de 'Vs.', una oveja tratando furiosamente salir del corral en el que está encerrada, lo decía todo. La imagen era un reflejo del estado mental del grupo durante la grabación del álbum. Las canciones habían sido gestadas entre las giras interminables que habían seguido a la explosión de 'Ten' y en ellas se filtraba la rabia y el cansancio que les atenazaban. De resultas, se trata de una obra cruda, que no pone las cosas fáciles de entrada al oyente, pero que termina imponiendo la intensidad irrebatible de temas hoy clásicos como 'Rearviewmirror', 'Go' o 'Animal', combinada con la suavidad acústica de 'Daughter' o 'Elderly woman behind the counter in a small town'.
Pero la actitud combativa que definió a aquellos Pearl Jam no se limitó a facturar un álbum correoso y guerrillero que no se conformaba con repetir el patrón de eficacia probada del debut y se atrevía a explorar nuevos sonidos y dinámicas. Tan crucial como eso fueron las decisiones colaterales que tomaron entonces.
Renuncia voluntaria al circo mediático
Se negaron a hacer videoclips de los singles renunciando a la importantísima exposición que generaba la MTV. Hablamos de una época en la que colarse en la rotación de la todopoderosa cadena de televisión podía marcar la diferencia entre tener un éxito masivo o pasar completamente desapercibidos. Pero la banda lo tenía claro. "Dentro de diez años, no quiero que la gente recuerde nuestras canciones como videos", comentó Ament a Rolling Stone en 1993. 'Vs.' vendió más de 950.000 copias en sus primeros cinco días en las tiendas estadounidenses, un récord que duraría cinco años, sin necesidad de que sus canciones aparecieran en televisión.
También optaron por reducir las entrevistas y su exposición a los medios de comunicación al mínimo posible. En una de las pocas que Eddie Vedder concedió en aquel periodo, a la periodista Liz Evans, recogida por 'Kerrang', el frontman de la banda aseguraba que "la música es lo único verdaderamente importante, lo único que debería ser importante en todo este negocio que se ha montado. Otra razón por la que no quiero volver a hablar con la prensa es porque no quiero ser una estrella de rock. No creo que a la gente le interese ver mi cara constantemente en la televisión, periódicos, revistas... ¡No podría soportar la idea de ver mi cara por todas partes, eso me asustaría muchísimo!".
La Guerra Santa del Rock 'n' Roll
Y aún fueron más lejos cuando se embarcaron en una batalla que solo podían perder contra Ticketmaster, el mayor distribuidor de entradas para deportes y espectáculos en EEUU, bautizada por la revista 'Time' como la 'Guerra Santa del Rock 'n' Roll'. La banda estaba muy contrariada con las comisiones que cargaba la promotora en el precio de las entradas de los conciertos. Si para Pearl Jam lo único que importaba era la música, entonces era totalmente coherente comprometerse con los derechos de sus fans, que estaban obligados a realizar unos desembolsos abusivos para poder verles en directo.
El grupo no quería cobrar más de 18,5 dólares por entrada y que los gastos de gestión no llegaran a los dos dólares. Ante la negativa de Ticketmaster, Pearl Jam recurrió a los tribunales en virtud de la Ley Antimonopolio y, aunque recibió la solidaridad de otros artistas como Neil Young o R.E.M., la batalla la tuvieron que librar solos. En la gira de presentación de 'Vs.', y en las que harían en los siguientes años, se negaron a tocar en cualquier pabellón, estadio o recinto que tuviera contratada la gestión de la venta de entradas con Ticketmaster, una decisión valiente que terminaría reduciendo su margen de maniobra a la hora de planificar sus giras y, en última instancia, casi destruyendo su carrera.
Asumieron la responsabilidad de gestionar sus giras por su cuenta, pero se encontraron con varios obstáculos: desde la impresión masiva de entradas falsas a la mala climatología que obligó a cancelar muchas fechas, pasando por la escasa disponibilidad de recintos que no estuviesen controlados por Ticketmaster. Para colmo, terminaron perdieron aquel juicio y en el futuro se verían obligados a reservar conciertos con el gigante del entretenimiento, aprendiendo por las malas que incluso por encima de los principios está el negocio.
Sí queda el recuerdo de uno de los últimos gestos de rebeldía del rock contra la industria. Y el legado. 'Vs.' vendió 10 millones de copias en todo el mundo y alcanzó siete discos de platino en EEUU. Coincidiendo con su 30 aniversario, llegan nuevas ediciones especiales en vinilo transparente y doble vinilo negro a 45rpm, ambos con una nueva versión de la icónica portada que parece cambiar la furia agresiva de la oveja original por una especie resignación contemplativa. El signo de los tiempos.