Coque Malla: “Esta ola moralista es una forma de muerte”
El músico de 54 años, con su reciente premio Ondas 2023 a su trayectoria musical, acaba de publicar nuevo disco, ‘Aunque estemos muertos’, sobre la fugacidad de la existencia y el paso del tiempo
Es padre de dos hijos, de once y seis años. Dice que la paternidad le ha situado “en otra casilla del tablero de mi vida”.
“Esta corriente de juzgarlo todo me pone enfermo”, se queja. “Me parece casi medieval meterse a denunciar, a prohibir letras, películas”.
Hace unos meses, Coque Malla recorría Estados Unidos en autocaravana con su esposa y sus dos hijos, cuando, al penetrar en el desierto de Death Valley, pasó un mal trago. “De repente nos vimos en una carreterita estrecha, en medio de un océano de arena y sal, donde no hay nada de nada delante, ni detrás, ni a los lados, en millas y millas a la redonda, donde no hay cobertura, y se te ponen los huevos aquí”, dice, llevándose la mano a la garganta. “Subimos una pendiente, con la caravana haciendo ruido, y piensas: ‘Se te queda el coche aquí y tiene que venir un helicóptero a rescatarnos’. Todo eso, con los niños atrás. Me preocupé”.
El momento es revelador para comprender cómo es el Coque Malla de hoy, a sus 54 años: un hombre volcado en su familia —son frecuentes sus expediciones en grupo; también han visitado recientemente Berlín—, responsable y centrado en ver la parte seria de las cosas. Esto último tiene reflejo en su último disco, Aunque estemos muertos, en el que reflexiona acerca de lo pasajero de nuestro paso por el mundo. Sin ser un álbum triste, desde luego no invita a la fiesta, ni sube la moral, como sí lo hacían los trabajos de sus inicios, allá por finales de los ochenta.
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Malla ha llegado a este punto después de una serie de acontecimientos importantes. En 2016 falleció su madre, la actriz Amparo Valle; cinco años después, perdió a su padre, el también actor Gerardo Malla. Ambos padecían cáncer. Entre medias, una pandemia mundial nos convenció a todos de lo frágil de nuestra existencia. “Hay cosas que antes no me impresionaban tanto —dice Coque—, que no me daban tanto vértigo, y que ahora las veo como muy reales. La pandemia nos dio a todos un hostiazo. Fue un golpe a la ingenuidad, a la inocencia”.
La mayor de los hijos de Coque tiene once años; el pequeño, seis. El haberse convertido en padre ha situado al músico madrileño “en otra casilla del tablero de mi vida”, explica. “Te hace pensar sobre la duración de las cosas. El disco no habla solo de la muerte; también del paso del tiempo, del deterioro de las relaciones… Paradójicamente, eso le ha dado una vitalidad brutal. Hay rabia, y también un toque místico y oscuro, pero con mucha energía”.
A todo esto se suma la edad, “un factor fundamental”, indica. “Ves el final un poco más cerca y, además, los años cada vez pasan más rápido. Es una locura. Cómo impresiona cuando llega el verano y piensas: ‘¡Otra vez verano!’. O las navidades. Intento no pensar en los veranos o las navidades que me quedan y procuro concentrarme en el presente. Pero hay que ejercitarlo, porque no puedes evitarlo. No quiero ni pensar cómo debe de ser a los setenta. La película debe de cambiar una barbaridad”.
No estaba en la mente de Malla facturar una obra de estas características. Como explica, fue al empezar a escribir las canciones cuando se dio cuenta de que las letras tomaban ese aciago derrotero. “Cuando te planteas un concepto a priori, el disco sale más forzado. Me pasó con Sueños (2004). En cambio, cuando dejas que todo fluya, el concepto aparece por sí solo. Es algo que te está preocupando y resulta más natural. Se asemeja a ir a terapia: empiezas a hablar, y dejas que el psicólogo a través de tus palabras adivine cuál es tu problema. Cuando me puse a escribir y aparecían las palabras ‘muerte’ y ‘muertos’ cuatro veces, pensé: ‘Este es el clima que puedo conseguir”.
Talibán de la libertad de expresión
Pero en el disco hay también espacio para otras meditaciones, no más alegres. En uno de los temas, “Bla, bla, bla”, protesta: “Ya no hay canciones, ni sentido del humor…”. Según su autor, “nace de ese sentimiento de rechazo y repulsa a esa ola moralista que sobre todo inunda las redes sociales. Cuando hablas con la gente la realidad es otra. Pero en las redes hay una ola puritana, de juzgarlo todo, que me pone bastante enfermo. Se juzga cualquier cosa que digas, se quieren cambiar películas, libros… Me parece peligroso. Cualquier chaval saca una frase tuya de contexto, se hace viral y te ha jodido. Es una manera de muerte, también; con eso se mueren muchas cosas. Se mueren la libertad de expresión, el sentido del humor…”.
Coque Malla es pionero, dentro del rock español, en vérselas con airados dicterios por culpa de sus letras. En 1987 Los Ronaldos lanzaron el single “Sí, sí”, que incluía la frase: “Tendría que besarte, desnudarte, pegarte; luego violarte, hasta que digas sí”. En 1988, varias asociaciones feministas denunciaron al grupo por esa canción, la cual volvió a estar de actualidad en 2018 cuando se cuestionó de nuevo junto con otras letras de Loquillo u Hombres G.
“Soy un absoluto defensor de la libertad de expresión en casi cualquier ámbito, en casi cualquier situación —alega—, pero, desde luego, en el arte y la ficción soy un defensor talibán. La literatura, el cine, la música son territorios salvajes. Ahí no podemos entrar con los esquemas morales, éticos y estéticos que funcionan en la vida civil, porque es ficción, es mentira y sale de la imaginación de un señor que vaya usted a saber lo que quiere decir cuando escribe eso. Me parece casi medieval meterse a denunciar, a prohibir letras, películas”.
Y lo compara con lo que le sucedió en los ochenta el actor Larry Hagman, que encarnaba al pérfido J. R. en la serie Dallas: unos energúmenos lo apalearon en un supermercado. “Me parece que es la misma esencia, lo que pasa es que ahora se disfraza de ética y moral”.
Cruzado del rock and roll
Jorge Malla Valle tenía 16 años cuando empezó a cantar y a componer con Los Ronaldos, que publicaron su primer álbum en 1987, al que siguieron otros cuatro. Debutó por su cuenta en 1999, por lo que está a punto de celebrar un cuarto de siglo como solista. Y aunque su sonido ha pasado por diferentes fases, nunca ha dejado de mostrarse como un auténtico cruzado del rock and roll, estilo que muchos dan por acabado pero que él no encuentra en un estado tan terminal.
“Vienen a tocar Springsteen y los Stones y arrasan”, dice. “Es verdad que la media de edad en esos conciertos es alta, pero también congregan a tanta gente que no puede ser que el rock haya quedado solo como un reducto de nostálgicos. Una cosa es la percepción que tenemos en España y otra la que hay en el resto del mundo”. Afirma que en su reciente viaje por Estados Unidos no escuchó reggaetón en ninguna parte. “Al contrario: entras en cualquier bar, en cualquier supermercado, y están sonando Blondie o Bowie. Así que cuidado con lo de de que el rock está muerto”.
Admite, en cualquier caso, que le cuesta conectar con la música urbana. “Pero, al mismo tiempo, no quiero caer en el rollo abuelo, de ‘esto no es música’. Estoy ahí intentando gestionar esas dos vertientes, intentando convencer al abuelo de que ‘a ver, abuelo, es que no lo entiendes’. Hay gente muy buena haciendo eso, como Rosalía. La escucho por mi hija, que es superfan, y veo cosas interesantes, veo talento”.
Menos comprensivo es su hermano Miguel, saxofonista y cómplice musical en múltiples aventuras. “Tuve una discusión con él, porque yo defendía a Rosalía y mi hermano es más intransigente, niega totalmente esa música. Creo que eso es un error. Pienso que se pueden encontrar cosas interesantes en la música urbana”.
Sus hijos reciben clases de piano; la niña, según su padre, “tiene un oído que flipas”. A veces Coque hace duelos musicales con ellos: los niños ponen una canción; luego él pincha otra. Encuentra la discrepancia de lo más natural. “Me acuerdo cuando yo tenía once años y mi hermano estaba escuchando a los Stones y a los Sex Pistols, mientras yo escuchaba a Wham. Y a mi hermano se le ponían los pelos de punta”. A partir del 13 de enero, Coque Malla, que este 2023 ha sido reconocido con un premio Ondas por su trayectoria musical, estará presentando en directo Aunque estemos muertos por capitales de todo el país.