La gira de Jarabe de Palo en homenaje a Pau Donés: "Pensamos en hacer un holograma, pero técnicamente era inviable"
Jarabe de Palo, la banda de Pau Donés, fallecido en 2020, le rinde tributo en una serie de veinte conciertos por toda España.
“Es muy emotivo, hay gente que se pasa el concierto llorando, pero de emoción”, asegura Marc Donés, hermano y estrecho colaborador de Pau.
Marc revela que dejó no pocas canciones inéditas. “Estamos haciendo un ‘stock’ de fotos, vídeos, audios… De audios hay montones de cintas”.
El pasado 10 de febrero, al término del segundo concierto de la gira de homenaje a Pau Donés por parte de la que fue su banda, Jarabe de Palo, una chica del público se acercó a Micky Forteza, director musical del espectáculo, y le expresó lo que había sentido durante la actuación. Le contó que había dudado si asistir y que incluso había pensado en regalar su entrada. Por su experiencia personal, Silvia, que así se llama, estaba muy sensibilizada con la lucha contra el cáncer, batalla que mantuvo Pau hasta el final, y temía que el concierto fuese demasiado triste. “Venía con miedo de emocionarme demasiado”, dijo. Y añadió: “Pero ha sido perfecto. Pau está aquí”. Forteza se la presentó a Marc Donés, hermano de Pau, y pidieron permiso a Silvia para grabarla en vídeo y subirlo a Instagram, a lo que ella accedió.
“Charlar con esa chica fue un momento muy especial”, reconoce Marc ahora, con quien hablamos cuando la gira ha llegado a su ecuador. “Transmitía que era un homenaje positivo, no un drama, ni un rollo nostálgico. Es muy emotivo, hay gente que se pasa el concierto llorando, pero de emoción”. La serie de veinte conciertos concluirá el 9 de mayo en la sala La Paloma de Barcelona, no sin antes haber pasado otras dos veces por la Ciudad Condal (días 16 y 26 de abril, en Luz de Gas) y La Riviera de Madrid (el 27 de abril).
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Recordar a Pau Donés, que falleció el 9 de junio de 2020 (a los 53 años), con las dosis justas de respeto, emoción y, por qué no, gozo por lo que nos aportó con su música, ha sido el objetivo, y al mismo tiempo el gran reto de la familia del músico oscense, organizadora de la gira. “Para los músicos, volver a los escenarios y ver al público entregadísimo, que viene con ganas de Jarabe de Palo, que llora, ríe, salta… es la bomba”, dice Marc. Pero derramar alguna lágrima ha sido inevitable, incluso para él. “Hay un momento en el espectáculo en el que pasa algo en relación con Pau, y se te pone un nudo en la garganta. Te da la sensación de que Pau está ahí. Dura dos o tres segundos y a partir de ese instante disfrutas el concierto. Es lógico que afloren emociones. No hay que tener miedo a llorar”, añade.
La idea de la gira surgió hace más de un año, pasado un tiempo prudencial desde el fallecimiento del creador de “La flaca”, “Depende”, “Dos días en la vida”, “Agua” y otros muchos éxitos. “No hemos dejado de recibir, por parte no solo de fans sino de gente que empatizó con el activismo de Pau con el cáncer, señales de que debíamos hacerlo ya”, dice Marc. Descartaron el concepto más previsible: un único concierto de tributo, en Barcelona o Madrid, tal vez dos, uno en cada ciudad, con músicos invitados; en lugar de eso, se decantaron por un formato que pudiera pasar por casi todo el país. “Planteamos un homenaje para los fans, popular. Realmente es una fórmula que está funcionando. La respuesta de la gente es bestial: hay emoción y gratitud. Hemos hecho lo que tocaba hacer”.
Detrás de cada decisión estuvo la pregunta de: ¿cómo lo habría hecho Pau? ¿Qué le habría gustado? Las respuestas eran fáciles para Marc, responsable desde el principio de la imagen gráfica de Jarabe de Palo y, por tanto, estrecho colaborador de su hermano. “Pau y yo nos llevábamos diez meses —dice Marc—, y en los últimos veinte años hemos sido, como vulgarmente se dice, culo y mierda. Teníamos una relación de hermanos, amigos, compañeros de trabajo… Con mirarnos sabíamos qué estaba pensando el otro. En el momento que dije: ‘Vamos a hacerlo’, estaba garantizado que lo haríamos como a él le habría gustado. Con toda seguridad, se sentirá muy contento allí donde esté”.
Tres cantantes, elegidos tras sesudas audiciones, interpretan los temas. Pau debía estar “presente” en la gira de algún modo; para ello, se han recuperado vídeos con su imagen, audios con su voz… Revela Marc que en los primeros preparativos se barajó la posibilidad de usar tecnologías que de un tiempo a esta parte se explotan para realizar giras de artistas fallecidos como Frank Zappa, Roy Orbison o Whitney Houston. “Surgieron muchas ideas, y una de ellas era hacer un holograma de Pau. Lo estuvimos sopesando. Pero era inviable en salas pequeñas. Si se hace varios días seguidos en un teatro o en un musical, se podría plantear. No tengo nada en contra de los hologramas. Si lo haces con gusto y con respeto es algo válido. Lo que no creo que hiciese nunca es recrear la voz de Pau por Inteligencia Artificial para cantar nuevas canciones”.
Pau Donés, en la intimidad
Han pasado casi cuatro años de la partida de Pau Donés, y su recuerdo sigue muy vivo entre seguidores y compañeros de profesión. Mikel Erentxun le dedicó una canción de su último disco, “Pensando en ti”. “Era un tipo genial. Nos dio a todos una lección de vida increíble”, dijo el donostiarra a UPPERS el pasado octubre. Al público aún le cuesta acostumbrarse a la ausencia de un músico con quien, por su bonhomía, el optimismo de sus letras y la dignidad y entereza con la que llevó su enfermedad, estableció una cercanía infrecuente en la relación entre personajes famosos (de la música, el cine o cualquier disciplina) y los aficionados.
Marc Donés opina que si la gente empatizó tanto con él fue porque carecía de doble fondo. “En otros músicos, la imagen artística y la personal no tienen nada que ver”, explica. “Pau era un tío muy transparente y no ambicionaba aparentar otra cosa; un tío normal, con carácter, con las ideas muy claras, con ese talento musical, a veces con mal genio, pero le veías venir. De ese juego de apariencias pasaba olímpicamente. Cuando no estaba de bolos, se iba a su casa en la montaña y a las seis de la mañana sacaba a pasear a sus perros; cada vez que podía se escapaba a Formentera, cogía su barquito de vela, iba al bar de siempre a tomar su cerveza… No era de fiestas o Ferraris”.
Ese mal genio al que se refiere su hermano no solía asomar de cara al público, aunque en alguna ocasión no pudo reprimirlo. En 2017 arremetió en sus redes sociales contra los Latin Grammy por “la dudosa calidad de algunas de las nominaciones” y agregó que estos premios habían “perdido toda credibilidad” (estuvo hasta doce veces nominado a estos galardones). “Decía lo que pensaba”, afirma Marc. “Un músico muy conocido me comentó: ‘Todos estábamos de acuerdo, pero nos callamos’. Ellos grababan en grandes compañías [en 1998 Pau fundó su propio sello, Tronco Records] y los Latin Grammy premian a las multinacionales. Le costó caro: en algún momento se podía haber premiado algo de lo que hacía, y no se premió quizá como castigo”.
Era, además, un hombre generoso. Si un artista, aunque fuera emergente, llamaba a su puerta para cantar a dúo, y le gustaba, aceptaba de buen grado. Fue el caso de Jah Chango, joven músico alemán afincado en Formentera (con quien grabó el tema “Sofá de cuero”), o el albanés Ermal Meta (“Voodoo love”). “Hoy colaboraría con muchos”, asegura Marc. “Hace dos años, para un programa de televisión, se grabó ‘Eso que tú me das’ con Silvia Pérez Cruz, en una versión superbonita. Este año se ha propuesto hacer ‘Agua’ con Chanel; ya me dirás que tienen que ver una con otra. Todo vale si se hace con cariño y honestidad. Al primer homenaje que se le hizo, en Montanuy (Huesca), donde nació, vinieron ocho o diez artistas de estilos muy diferentes; unos más conocidos, como La Mari, de Chambao, y otros que yo no conocía. Y estuvo muy bien”.
Aunque siempre abierto de mente, era muy exigente, por lo que no habría aprobado ciertas propuestas musicales actuales. En eso coincide Marc: “Hoy la música es un negocio en el que todo vale y donde la calidad deja mucho que desear. Cuando ves en un festival a Juan Luis Guerra con veinte músicos en el escenario y, sin embargo, la estrella del cartel es un tío con un micro, que pulsa un botón, canta tres temas y cobra 240.000 euros… No creo que haya un músico al que eso le parezca bien. No tiene nada que ver con un estilo. En el reggaetón hay cosas válidas, pero la industria hoy en día está muy pervertida”.
La hija de Pau, Sara, tiene ya 20 años. “Si ha heredado el talento de su padre, aún no lo ha expresado. Está centrada en sus estudios de Medicina”, dice Marc. En el estudio de grabación de Pau cada cosa sigue en su lugar. “Tenemos su equipo bien guardado y de vez en cuando lo ponemos en marcha”. Un estudio en el que Pau grabó muchas canciones, la mayoría bien conocidas por el público y otras que nunca han visto la luz. ¿Se lanzará nuevo material en un futuro? “Hay cositas”, anuncia Marc. “Estamos haciendo un stock de fotos, vídeos, audios… De audios hay montones de cintas. De momento no nos hemos planteado hacer nada, pero algún día se puede aprovechar, de una forma lógica y natural, sin ánimo de estirar el chicle”.