Ricky Martin movió las caderas de Madrid: del joven que volvía locas a las fans al hombre de 52 que sabe lo que quiere

  • El cantante puertorriqueño presentó anoche en Madrid su gira 'Ricky Martin Live Tour'

  • "Les traigo lo mejor de mi música", prometió en un concierto que reivindicó la vigencia de su trabajo

  • El artista, con una larga relación con la ciudad, dijo que Madrid era "su amuleto"

Dijo Ricky Martin que en Madrid empezó todo. Por “todo” se refería a su expansión europea, allá por los noventa, pero el público lo leyó en términos de romance. Con razón: “Madrid, estarás en mi alma para siempre”, les prometió. Suficiente para enamorar a las casi 17 mil personas que lo bailaron anoche en el Wizink Center.

“A Medio Vivir Tour” se llamó la gira que trajo a Ricky Martin a España por primera vez en 1997 y que tuvo en Las Ventas un cierre arrollador. Ya era una estrella internacional. En Estados Unidos había abierto algunos caminos después de que Disney lo llamara para hacer la versión en español de la canción de la película ‘Hércules’. Y lo habían sumado al elenco de artistas que cantó “Puedes llegar” en los Juegos Olímpicos de Atlanta ‘96. Pero hacer bailar a Europa era fundamental para su consolidación. España fue la llave y “1,2,3, un pasito pa'lante María/1,2 3, un pasito pa'trás”: la cortina musical del triunfo.

27 años después, una fila larga esperaba en el subsuelo del Wizink Center. Estaban vestidos de fiesta. Faltaban 40 minutos para que empezara el show y mientras el estadio se llenaba, esta fila conducía a otro lado: los camerinos. De sus cuellos maquillados y perfumados colgaban unas tarjetas con una acreditación especial, con la cara de Ricky: “Somos las del meet and greet, dijeron, orgullosas, las fans que tendrían la suerte de besar y abrazar a su ídolo.

Quizás por un exceso de abrazos, el concierto empezó 15 minutos después de la hora prevista. El estadio estaba lleno por un público principalmente mayor de 35 años. Mayoría femenina tres a uno. Isabel Díaz-Ayuso, entre ellas, se ubicó en un palco coronado por la bandera de la Comunidad de Madrid. Ayuso iba sobria, pero las fans no se privaron de nada: vestidos brillantes, faldas plateadas, coronas de luces, selfies y maridos dispuestos a sacarles muchas fotos también.

Ellos no fueron menos: camisetas “I love Ricky” color rosa chicle, meneo de caderas y mucho saltito con mano alzada para los himnos pop de toda la vida. Hubo algún nostálgico de más que llevó camarita digital pero al fin y al cabo no desentonó. Había una sensación de repaso histórico, de memoria de las últimas décadas de todos los presentes, y un permiso para dejar ser a la nostalgia.

Revisando la setlist no hay dudas: “Pégate” y “María” para un comienzo explosivo, “Adrenalina”, “Shake your bom-bom”, “She Bangs”, “La mordidita”, “Por arriba, por abajo”, “Vente pa’cá” y por supuesto “Livin’ la vida loca”. El pop latino, ese que hoy los adolescentes veneran con ídolos nuevos, algunos de ellos también puertorriqueños, se abrió camino detrás de Ricky Martin y el artista demostró que merecía la pena recordarlo. Ya lo había dicho el multipremiado Desmond Child: "Ricky Martin fue el fuego que inició la explosión de la música latina". Y tanto.

Con cinco cambios de vestuario, una banda dirigida por David Cabrera, guitarrista y productor musical conocido por sus trabajos con Quincy Jones, Sting, Jennifer Lopez, Mark Anthony, entre otros, y un cuerpo de baile digno de sus caderas, Ricky Martin cantó una hora y media. Pero no todo fue festivo.

Las baladas tuvieron un protagonismo especial. “Estas son mis canciones favoritas, espero que me dejen quedarme un ratito acá”, advirtió antes de enganchar varios de sus hits melódicos, para no decepcionar a los que buscaban ritmo: “Disparo al corazón”, “Asignatura pendiente”, ”Tal vez”, “A medio sentir”, “Fuego de noche, nieve de día”, “Te extraño, te olvido y te amo”, “Tu recuerdo”.

Amuleto

“Ustedes son mi amuleto”, dijo a los españoles. Pidió que el público se permitiera “ser vulnerable” y emocionarse con él: “Fueron mi plataforma para llegar al continente europeo. Esta noche mi alma es tuya, Madrid, te lo juro”.

Los 90 fueron años muy intensos en la vida de Ricky Martin. Tras esa gira consagratoria en Europa que culminó en España, en el 98 volvió con un objetivo superador: cantar en el Mundial de Francia. Pocas canciones -por detrás de la incomparable “Un’Estate Italiana (Notti Magiche)”- serán tan memorables en la historia de los campeonatos del mundo como “La copa de la vida”. A partir de ese tema, Ricky adquirió el estatus de estrella universal. Quizás por eso la eligió para cerrar los conciertos de esta gira española.

Una imagen de los goles de la selección roja, última campeona de la Eurocopa, preparó al estadio para venirse abajo. “Enhorabuena, España”, gritó y con una bandera colgada al cuello homenajeó a los eurocampeones al son de  “1, 2, 3… Allez, allez, allez”. 

Madurez

De jeans, camiseta blanca y con un pañuelo palestino atado a la cintura, Ricky Martin reivindicó su complejidad como artista. Sus letras no tienen un contenido político explícito y su música ha variado según la demanda del showbusiness.

Pero con el tiempo y la madurez ha decidido cuidadosamente cuáles son los contextos y las formas de pronunciarse sobre los temas que lo interpelan. El veinteañero que volvía locas a las fans con sus melodramas de amor y el señor de 52 que abraza la vulnerabilidad y busca contribuir con causas humanitarias han coincidido en el mismo escenario anoche. Así es vivir la vida loca.