Alaska y Nacho Canut (Fangoria): “No fuimos de la Movida, ni nos acordamos de nada de esos años”
El dúo, de cuya formación se cumplen 35 años, pone en circulación un disco en directo titulado ‘ATP-ATL’, con nuevas versiones de sus clásicos.
Alaska: “Damos un poquito de miedo porque no necesitamos ni hablar. Sabemos lo que queremos y quedamos para hacerlo. Es excepcionalmente fluido”.
“Ahora disfrutamos mucho más”, asegura Canut. “Antes todo me daba vergüenza, todo me venía mal, y ahora me encanta”.
Nacho Canut (67 años) empezó a boxear en los años ochenta. “Me hicieron una cosa aquí en la ceja y me partieron un diente. Lo dejé. Me metí en kick boxing, que son patadas”, explica. Ahora practica muay thai. “Son puñetazos y patadas. ¡Y codazos!”, dice tan serio como siempre pero con esa flema de humor de la que no parece ser consciente. “Yo pego, no dejo que nadie me pegue. Tengo un acuerdo con el profesor según el cual yo pego, pero él no me puede pegar”. Además estudia piano clásico (“le dedico tres horas al día”), estudia percusión… “Y estoy todo el día componiendo. No tengo tiempo para otras cosas”, afirma.
Para lo que sí ha tenido tiempo es para sacar con su compañera musical de toda la vida, Alaska (61 años), un nuevo disco de Fangoria, que lleva por título ATP-ATL (A todo piano-A todo láser)’, y se grabó en directo en dos conciertos especiales (“que no se van a repetir nunca”) que ofrecieron el año pasado en Madrid. Recoge versiones a piano y discotequeras de sus clásicos. Un concepto distinto y a contracorriente de la tendencia actual de otros artistas de lanzar canciones sueltas, a veces sin ton ni son, que cuenta con un precedente en su carrera: el álbum Pianissimo, de 2017.
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“Nosotros de lo que hacen los artistas nuevos no tenemos ni idea”, dice Canut. “Veo a mucho artista joven que hace cosas parecidas”, tercia Alaska. “La propia Lady Gaga de repente coge el piano y se tira una hora de concierto con el piano. Y estos niños que son todos tan multiinstrumentistas… Ana Guerra, Amaia… Todos se tiran un ratito con el piano. Para nosotros es un bizarrismo, no como para ellos, que es lo natural”.
Podría decirse que en ATP-ATP se dan la mano lo moderno y lo clásico. “Lo que pasa es que en 2024 —tercia Canut— es muy difícil decir qué es moderno, un rayo láser o un piano. Porque un piano siempre es moderno; un rayo láser era muy moderno cuando se inventó, pero ahora mismo no es moderno. Igual es más moderno el piano que el láser”. Por no hablar de que, para ellos, la noción de moderno resulta difusa. “Hoy se ha perdido”, dice Nacho. “No existe ya, no, no, no. Música moderna, ¿qué es? Ya no se puede hablar de moderno, sino de nuevo, de novedades. Para una parte de la población algo puede parecer moderno, pero no lo es; lo que pasa es que no lo conocen. Ya no existe lo moderno, las vanguardias; antes sí, pero ya no hay”.
“Nunca nos hemos sentido por delante”, aclara Alaska. “Nos hemos sentido contemporáneos. La música que hemos hecho en cada momento era un reflejo de los discos que comprábamos en Londres. Cuando empezamos a hacer música electrónica, nos parecía lo más normal del mundo. Cuando nos echaron de la discográfica diciendo: ‘Es que hacéis una música muy rara’, era lo que oíamos. No estábamos inventando nada”. Añade Canut: “Si ahora hubiera algo supermoderno, no lo sabríamos, porque esas cosas las sabe solo la gente que las está haciendo. Si lo sabemos, es que no es moderno”.
Vestidos con un polo negro con rayas blancas y rojas (él) y un mono verde ajustadísimo, como de vedette, con lentejuelas y transparencias (ella), pues después de la entrevista se marchan a un evento de firma de discos en la Gran Vía de Madrid, sopesan a qué tipo de público puede interesar su música —y un disco como este— en la actualidad. “Somos el típico grupo —dice Alaska— que tiene canciones que gustan a todo el mundo. De ese niño a esa señora que ignora todo lo que tú eres. Pero fuera de esa cosa buena, nuestros seguidores de distintas edades no son los prototipos de sus edades. Ni los que tienen 60 son el prototipo de los de 60, ni los que tienen 15 escuchan a Fangoria con sus compañeros de instituto. No. Seguro que en su instituto gusta otra cosa. Son gente como más outsider, creo”.
En cualquier caso, llama la atención que la expresión “disco en directo” vaya unida al nombre de Fangoria, dúo que utiliza en sus conciertos muchas secuencias programadas. No están en contra del uso de este tipo de recursos en las actuaciones, algo tan en boga hoy en día incluso en artistas como Rosalía. “Hemos visto a Divine en los ochenta en los Rockola —dice Nacho—, y desde arriba le lanzaban el audio casetes y ella cantaba encima. No tenemos problema con ello. Son diversas maneras de hacer espectáculo. Me da lo mismo que haya alguien tocando ‘pi, pi, pi, pi, pi’ con un teclado a que lo hayan grabado y lo pongan”. Incide en ello Alaska: “A mí los conciertos que menos me han gustado de Pet Shop Boys son en los que se empeñan en llevar a un grupo, que no es necesario. Yo tenía 16 años cuando sustituimos al batería por una caja de ritmos”.
Alaska y Nacho y la movida
Antes, con 14, Alaska inició su carrera musical en el grupo Kaka de Luxe, donde también militaba Nacho Canut. La breve historia del grupo sirvió para dar paso a Alaska y los Pegamoides y, después, a Alaska y Dinarama, bandas emblemáticas de… ¿la movida madrileña? “La gente tiene la convicción de ponernos en la movida —zanja Nacho—, lo que pasa es que nosotros empezamos en 1977. Somos de los setenta. Era la premovida, cuando nos conocíamos nosotros, las Costus, Paloma Chamorro, Radio Futura… No era la movida. Cuando aquello se abrió y se hizo famosísimo, dijeron: ‘Son de la movida’. Pensamos: ‘Bueno, ahora nos meten con estos otros’. De la movida no me acuerdo de nada ni me interesa. Lo que recuerdo es lo de antes. Los grupos que había ahí no me interesaban. Me interesaban Gabinete Caligari, Radio Futura, Aviador Dro, los Zombies, que eran la premovida. En la premovida me lo pasé muy bien. Después supongo que también.”.
Alaska se muestra más indulgente: “La gente que lo vivió era joven y puede que desde entonces no haya vuelto a ir a conciertos ni a comprar discos, y eso lo tiene como idealizado. Todo el mundo idealiza esa etapa de su vida”. Les comento que José María Granados, cantante y compositor de Mamá, dijo a Uppers que su grupo no era de la movida, como sí lo eran Alaska y los Pegamoides, las Costus y Pedro Almodóvar. “Tiene razón ese chico”, dice Canut. “Ellos no eran la movida. Este grupo del que hablas no tiene nada que ver con nosotros. Era la continuación del rock, del rollo, de grupos como Coz, Asfalto… Aunque no hubiéramos existido nosotros, ellos sí lo habrían hecho, porque no eran nada moderno. Vienen de ahí, un poquito más pop. A él nunca me lo han presentado y nunca los he visto”.
Prosigue: “Eran grupos al uso, que siempre los ha habido. Con Los Secretos teníamos relación: un hermano Urquijo [Javier] fue guitarrista nuestro una temporada. Cuando se llamaban Tos tocamos con ellos. De Nacha Pop nos llevábamos bien con Nacho García Vega. A mí me dijeron que se había muerto Sid Vicious en una fiesta a la que llegué de la mili, en las afueras, y estaban Nacha Pop, Los Elegantes… Todavía estaba todo mezclado. A partir de 1980 ya cada uno tiene muy marcado su rollo. Uno de Mamá dijo: ‘Esto se distingue entre los que se tiñen y los que no’. Y tenía razón. Los que nos teñíamos éramos los Pegamoides, Radio Futura, Aviador Dro, Los Zombies… Y estaban los que no se teñían, que eran más serios: Los Secretos, Nacha Pop, Mamá… Pero para el gran público éramos todos lo mismo. Si miras la portada del primer single de Mamá… Es impresionante: eran progres”. “¿Con pantalones de pana?”, pregunta Alaska. “Yo creo que sí. Ese muchacho… bueno, ese señor tiene razón”.
Desde aquellos finales de los setenta, Alaska y Nacho Canut han sido inseparables; en 1989 formaron Fangoria, a la postre su proyecto más duradero. “Kaka de Luxe duró siete meses”, dice Olvido Gara. “Los Pegamoides, tres años. Dinarama, seis. Desde luego es sorprendente que Fangoria haya durado tanto porque todas nuestras referencias anteriores no fueron largas”, dice Alaska. “En ningún grupo nos planteamos cuánto iba a durar”, señala Nacho. “Cuando empiezas algo no te planteas cuánto va a durar, a menos que sea una cosa que debes cronometrar. A lo mejor hay personas así, que dicen: ‘Esta persona me va a servir para este viaje a México, y después rompo”.
Ambos son muy populares para el público, pero ¿cómo es el funcionamiento interno de Fangoria? ¿Hablan todos los días? “Noooo. Damos un poquito de miedo porque no necesitamos ni hablar. Sabemos lo que queremos y quedamos para hacerlo. Es excepcionalmente fluido”, responde Alaska. “Yo no hablo con nadie todos los días, excepto con mi novio, porque vivo con él. Nos decimos: ‘Buenos días’, ‘Buenos días”, interviene Canut.
Garantizan que nunca discuten, pese a su prolongada convivencia artística. “Yo no conozco ningún tema que sea tan importante —dice Nacho— como para que discuta con alguien por él, pero ni de música ni de nada. Ni de política, ni del tiempo… Yo no discuto. Pienso: ‘A lo mejor estoy equivocado”. Dice Alaska: “Nunca nos ha pasado de que uno quiera tocar o grabar y el otro no… Ese tipo de cosas que les pasan a los grupos. En cincuenta años no ha ocurrido. Somos de buen conformar”.
En realidad son 47 años los que llevan haciendo música juntos, de una u otra manera, y resulta que es ahora cuando más lo disfrutan. “Más, mucho más”, sostiene Nacho. “Antes todo me daba vergüenza, todo me venía mal, y ahora me encanta. Me parecía todo horroroso: tener que hacer promoción… qué vergüenza, qué ordinariez. Veía a los grupos que nos rodeaban y pensaba: ‘No quiero ser como esos. La gente me ve como si fuera de ese grupo y no quiero tener nada que ver con ese mundo…’. Ahora llevamos tantos años que la gente sabe cómo somos y no nos confude con otros. La edad tendrá cosas malas, pero también cosas buenas: estás mucho más relajado y piensas: ‘Bueno, pues si no es hoy, será mañana”.