Del comadreo a la tristeza: Antonio y Lola, la intensa relación madre e hijo de sus últimos años
Se comprendían y contaban todo, aunque a veces su dependencia pudo ser excesiva
"A mi hermano se lo llevó mi madre", explicaba Rosario en 'Mi casa es la tuya'. "Ella le dijo 'tú te vienes conmigo' y él dijo 'sí, me voy'. Él siempre decía que cuando se fuera mamá se iría él". Su hermana Lolita coincide: "No sabía vivir sin mamá"
La muerte de Antonio Flores hace 25 años estuvo rodeada de especulaciones. Se dijo que había recaído en la droga, que se había dado al alcohol, que se le había ido la mano con los tranquilizantes, que se había suicidado o que había sufrido un infarto. Pero más allá de la rumorología, aquella tragedia se transformó en un mito: el consenso, en la cultura popular, es que Antonio Flores se murió de pena. Repasamos esta intensa relación madre e hijo que sigue en el imaginario colectivo 26 años después del fallecimiento de ambos, con 14 días de diferencia.
Vivir sin Lola
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"A mi hermano se lo llevó mi madre", explicaba Rosario en 'Mi casa es la tuya'. "Ella le dijo 'tú te vienes conmigo' y él dijo 'sí, me voy'. Él siempre decía que cuando se fuera mamá se iría él". Su hermana Lolita coincide: "No sabía vivir sin mamá". El reportaje de 'Informe semanal' que conmemoró el fallecimiento de Antonio se titulaba "Morir de soledad". Él dependía de su madre hasta el punto de que cuando murió lo hizo en la cabaña donde vivía, que Lola mandó construir en el jardín de su finca El Lerele para que Antonio tuviese su independencia pero no se fuera demasiado lejos.
Por las noches, Antonio trepaba hasta la ventana de la habitación de Lola y se pasaban la madrugada hablando. "Se miraban y había fuego", recordaría Antonio Carmona en El País. "Estábamos en una reunión de 60 personas y a determinada hora de la madrugada los veías sentados, hablando durante cuatro horas seguidas, ellos solos. Yo pensaba '¿Qué se estarán diciendo?'. Desde luego no era una relación como la que tenemos todos con nuestros padres". Aquel vínculo entre madre e hijo iba más allá de la sangre. Era espiritual. Antonio no podía, ni quería, ni sabía vivir sin Lola.
"Eres demasiado bueno para un mundo tan malo”, solía decirle La Faraona a su hijo. Durante un concierto, ella explicó que Antonio tenía un dicho: "Odio a Lola Flores, pero quiero a mamá". "Porque yo le gustó 'asina', con mi bata de boatiné y un moñito cogido en lo alto de la cabeza con una horquilla", aclaraba ella. "Bueno, algunos porros se fumará pero no hacen daño, no son droga dura... Yo misma me he fumado bastantes y aquí estoy, tan bien y tan hermosota, con esta piel y este cuerpo que no se puede aguantar. Yo quería que fuera abogado o arquitecto, pero no sé... Ahora se deja los pelos largos, que yo le digo que se los corte, pero no quiere. ¡Aunque se ducha cada día, eso sí, no vayas a creerte!".
La música, la segunda (y exitosa) opción
Durante los 80, Antonio desarrolló una carrera en la música con cierto éxito tras abandonar sus aspiraciones de jugar en el Real Madrid. Canciones como 'No dudaría' o 'Pongamos que hablo de Madrid' demostraron que el hijo de La Faraona tenía unas inquietudes musicales modernas de rock y de blues pero sin perder de vista sus raíces flamencas. Pero en aquellos años también empezó a meterse heroína.
Ni Antonio ni Lola se anduvieron con tapujos al contar los problemas que él tenía con la droga. "Me metí en las drogas por inseguridad", aseguraba él. Según el periodista Manuel Román, el manager de Lola Pepe Vaquero le había contado que a principios de los 80 Antonio salía con una argentina que lo metió en la droga. "Cuando a él lo llamaron a la mili, que le tocó cumplirla en Segovia, alquilaron allí un piso que compartían cuando Antonio tenía pase de pernocta", recordaba Vaquero. Cuando la madre de la chica se puso enferma, Pepe le sacó un billete a Argentina y una vez allí le anuló el billete de vuelta. "Y así es como nos la quitamos de encima y Lola respiró un tiempo. Supimos más tarde que la tal joven terminó su vida en Brasil con una hermana, las dos drogadictas, las dos muertas", concluía su relato el manager.
Madre e hijo, compañeros de juerga
Los Flores vivieron la vida (y la muerte) delante de toda España. Pero aunque ellos mismos confesasen el dolor que provocaban en la familia las adicciones de Antonio, los rumores siguieron invadiendo su relato. Se decía que Lola llegó a comprarle la droga a su hijo en La Cañada Real para asegurarse de que no le timasen. Pero la madre y el hijo jamás se alejaron. "Lola nos llamaba por teléfono por la noche y nos decía 'Chicos, ¿Dónde estáis? En Pachá? Pues voy para allá", contaba Chirro, un íntimo amigo del clan. "Se presentaba sola, para acompañarnos a Antonio y a mí de juerga. A veces le decíamos 'Lola, vamos a la parte de arriba de la discoteca, que hay un reservado'. Y ella se negaba: "Yo no me he arreglado y pintado para reservados. Yo quiero que me vea la gente'”.
Antonio mantuvo una relación con Amparo Muñoz, la única Miss Universo española, después de la desaparición de la argentina. Lola quería que tuvieran un hijo, pero la relación no salió adelante. "Una noche que cenábamos en la terraza de mi representante, estaba desencajado. De repente dio un salto al vacío. Llamé a Lola", escribía Muñoz en sus memorias. Tras la ruptura, fue Lola la que llamó a Amparo: "Antonio se acuerda de ti", le dijo, "Quiere verte". "Le encontré en su cuarto, estaba muy deprimido. Nos acostamos juntos. Al marcharme por la mañana se quedó dormido, con ese gesto dulce con el que le recordaré siempre", concluía Amparo Muñoz en su autobiografía.
La llegada de Alba y la recaída en la droga
En 1986 Antonio se casó con Ana Villa y tuvieron una hija, la hoy actriz de 'La casa de papel' Alba Flores. "Hacía mucho tiempo que la casa de mi madre estaba muy en silencio. Y el silencio, a veces, da tristeza", explicaba Antonio. Al tener a su primera nieta en brazos, Lola se mostraba emocionada de saber que ya no se iba a morir "con la pena de no ver a un hijo de mis hijos". Pero él mismo admitiría que el día que nació recayó en las drogas: "El mismo día que nació mi hija, algo incomprensible sucedió en mi cabeza y volví a tomar caballo".
En aquella época, Antonio se distanció de uno de sus mejores amigos (y expareja de Rosario), el actor Enrique San Francisco. "A Antonio y a mí nos separó la droga, lo mismo que antes nos pudo juntar. Es triste pero es así", confesaba San Francisco. "Creo que, cuando Antonio me veía, veía la imagen de lo que él no había podido conseguir. Yo le decía a su madre, a Lola, que lo metiera en una plataforma petrolífera. Pero en serio. Que lo metiera en algún sitio donde él no tuviera recursos para volver a...". En 1989 se separó de Ana Villa. "Creo que mi hermano, si todavía no ha encontrado una pareja estable, es porque está buscando algo que no existe. Él busca una Lola Flores para vivir con ella de compañera. Y eso es imposible", dijo en una ocasión Lolita. El plan de Antonio era dejar la droga sin que sus padres llegasen a enterarse de lo enganchado que había estado, pero finalmente le resultó imposible.
"...Y nos morimos los dos"
Cuando la situación se iba volviendo insostenible, Lola recurría a extremos. Le extendía el brazo a Antonio y le decía "Méteme lo que tú te metes y nos morimos los dos. Venga, chulito, a ver si te atreves a ver cómo tu madre se mete lo que tú". "Llegué al extremo de querer tomarme un tubo de pastillas o tirarme por la ventana", admitió Lola. "No podía más, había agotado la capacidad de sufrimiento. Mi hijo ha estado como siete veces a la muerte, ha tenido todos los accidentes de coche habidos y por haber. Y luego, con la droga, prácticamente lo daban por muerto en Buenos Aires. Me llamó Lolita y me dijo 'Mi hermano se muere, se muere...'. Y yo arrastrándome por la casa que teníamos alquilada en Pintor Juan Gris, arrastrándome de dolor y de impotencia... No quiero ni recordarlo, fueron unos años terribles, no puede imaginar lo que llegué a llorar. Si procuro callar estas cosas es por no molestarlo a él. Yo he presumido de ser la mejor amiga de mis hijos, porque siempre he querido que me contaran sus cosas a mí antes que a nadie, y teniendo mis ojos puestos en el único varón pues imagínese el drama". El propio Antonio admitía que, en los momentos en los que no valoraba su vida, se mantuvo vivo por su madre y que si ella moría, se tiraría por el balcón.
Desbordado por la impotencia
En 1994, Antonio explicaba que además quería durar mucho tiempo para no faltarle a su hija Alba. "Si antes no me importaba mi vida por h o por b, ahora sí me importa porque no puedo permitirme el lujo de que la gente que me quiere sufra", aseguraba. "Yo no soy gurú ni ejemplo para nadie. Cada uno es su dios y su demonio. Mi recuperación la hice a base de charla y de cariño, sobre todo el de mi madre. Ella nos daba todo su amor, nos enseñó a querer a toda la familia por encima de todo. En casa nunca hubo nada que ocultar, ni secretos ni intimidades”. Días antes de fallecer, Lola le contó a su representante que quería grabar un disco "moderno, con los Ketama".
Pero el 16 de mayo de 1995 Lola murió de un cáncer de mama contra el que llevaba luchando 25 años. Al entrar en la finca, Antonio dio un puñetazo contra la pared y se rompió el brazo. Después se pasó horas encerrado con el cadáver de Lola, gritándole, llorándole y cantándole.
"Mi hermano es una persona muy sensible. Para él era un ser especial. Ella le escuchaba mucho y mi hermano eso lo echa mucho de menos", decía Rosario. Al despedirse de Josemi Habichuela en la capilla ardiente de Lola, Paco de Lucía dijo "Decidle a Antonio que se cuide y que no haga tonterías". El hijo no había ido a despedir a su madre porque, como siempre solía decirle a ella, quería recordarla viva. A lo largo de las 19 horas que estuvo instalado el féretro en Colón, 150.000 personas pasaron a despedirse de La Faraona, ataviada con una mantilla de su amiga Carmen Sevilla.
La falta de Lola
Una semana después Antonio reapareció con un concierto que formaba parte de la gira de 'Cosas mías', su disco de más éxito. "Estoy cansado, bastante falto de sueño, muy emocionado. Y aparte de dedicaros por supuesto el show a todos vosotros, va dedicado a Lola Flores", dijo levantando su mano escayolada hacia el cielo. Según Chirro, Antonio le dijo que había quedado con alguien que conocía "de hacía diez años, pero que llevaba cinco sin verlo... aquel encuentro no fue nada bueno para Antonio, nada bueno".
Lolita contaría, años después, que Antonio la llamaba y le decía "No puedo vivir sin ella, a mi hija la adoro, pero me falta mi luz, no puedo vivir sin ella". El 30 de mayo Antonio Flores fallecía a los 33 años. Se lo encontró Irene Vázquez, una de las hermanas Chamorro, que estaba pasando unos días en la cabaña con él. "Horas antes nos abrazamos y me dijo que, al día siguiente, nos iríamos los dos a su refugio de la sierra de Gredos a hacer deporte", cuenta Irene. "Apenas comía, no dormía, se quedó tan delgado que se le caían los pantalones. Pero ya no se drogaba, estaba tomando la medicación y la metadona. Tras fallecer Lola le dio por beber, no se controlaba". Entre los recuerdos que Irene tiene de los Flores hay muchos de Lola y Antonio. "Era como una relación de mejores amigos. Se contaban todo. Recuerdo que a Antonio le encantaban los huevos fritos y Lola siempre iba por detrás y metía el pan en la yema y se lo comía. 'Mamá, no hagas eso, que no me gusta', protestaba Antonio. Lola respondía: 'Qué dices hijo, que yo tengo las manos muy limpias. Que me las lavo con Heno de Pravia”.