"No con mi canción": Los Stones y otros rockeros que se rebelan contra el uso político de sus letras
¿Qué armas le quedan a un artista cuando un político utiliza su obra? ¿Pueden usar su tema sin su permiso en algo tan personal como la tendencia política?
Los Rollings, Coque Malla, Lady Gaga, Macaco o Sidonie son algunos de los músicos que se han negado a ceder sus temas a la política
El caso de Donald Trump, sirviéndose de la música de los Rolling Stones en sus actos hasta que ellos se han negado con toda la fuerza de sus abogados, se repite con frecuencia en España. ¿Qué armas le quedan a un artista cuando un político utiliza su obra dándole un color ideológico que él no desea? ¿Pueden usar su tema sin su permiso en algo tan personal como la tendencia política? Nos aclara las dudas el abogado Pablo Maza, experto en propiedad intelectual.
Ya no hay campaña sin su banda sonora. La música es algo más que un elemento complementario para un partido político, a veces es su propio cordón umbilical para conectar con el electorado y hacerse un hueco en su memoria. Pero ¿acaso esas composiciones se crearon como táctica de persuasión política? Salvo raras excepciones, la respuesta inmediata es rotundamente no. De repente, los cantantes se ven inmersos en mítines y actos públicos en los que su arte se usa para dar sentido a un mensaje, reforzar la identidad del partido o generar reacciones psicológicas totalmente ajenas a su voluntad.
Nadie como Donald Trump está más bregado en estos asuntos. La música reniega de él, pero su falta de empatía le impide reconocerlo y usa la música en sus actos de campaña a capricho y sin permiso del autor. Obsesionado con su popularidad, escoge siempre artistas a la altura de sus delirios de grandeza: Elton John, Los Beatles, Adele, Queen o Pavarotti. Los últimos elegidos son los Rolling Stones. El presidente se ha obstinado en su tema 'You Can’t Always Get What You Want' y no deja de utilizarla en sus campañas políticas, lo que ha provocado en el grupo un monumental enfado. El grupo de rock británico amenaza con llevarle a los tribunales si no ceja en su empeño.
A veces sí ceden sus canciones
Pero en España es una práctica común y cada vez más habitual. A veces los artistas deciden apoyar a un partido aportando su voz y sus letras. Sabina, Serrat, Miguel Bosé o Soledad Giménez escoltaron a Zapatero. Su sucesor, Pedro Sánchez, creó su propia lista de reproducción de Spotify bajo el título: 'La España que quieres', con temas de Rosalía y Chenoa. Hasta aquí, nada debe extrañar. Los candidatos escogen música pegadiza, ritmo a tono con el ánimo del electorado y letras con las que pueda identificarse. El problema aparece cuando la música irrumpe en un partido político sin consentimiento del autor. ¿Qué derechos le amparan para evitar que su obra se adscriba a un fin ideológico o electoral?
Derechos de autor
Trasladamos la pregunta al abogado Pablo Maza, especializado en Propiedad Intelectual, competencia desleal y derechos de autor. "Generalmente -responde-, los partidos pagan una tasa a una entidad de gestión de derechos de autor (SGAE, en España), lo que da permiso a poner la canción, pero no a modificarla. Legalmente, los artistas musicales podrían alegar que se exigiera (de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual) el respeto a la integridad de la obra, recogida como parte de los derechos morales de la misma".
Los derechos de autor son una de las principales fuentes de ingreso para los creadores artísticos. Según indica la Ley de Propiedad Intelectual en su artículo 10.1, están protegidas todas las composiciones musicales con o sin letra. En el documento de registro se especifica quién tiene derecho a vender y a difundir públicamente tu obra, si bien no podrán alterarla sin el consentimiento del autor.
¿Derechos morales?
En un contexto político, sin embargo, entran también en juego los derechos los morales. "Los cantantes pueden negarse a que su música quede vinculada a ciertas ideologías, alegando en su defensa criterios morales, profesionales o personales”, añade Maza. En España tenemos el caso de Macaco, que quiso aclarar que su música no se había escrito para ser la banda sonora de ningún discurso político después de que se escuchase 'Seguiremos' en un mitin del PP, un tema que escribió con vocación de dar aliento a los desfavorecidos. El partido presentó con él la candidatura de Albiol en 2015 y las imágenes sincronizadas a su música se retransmitieron en los informativos.
El disgusto de Macaco quedó expuesto en un comunicado en el que expresaba los motivos de su indignación: "No porque no comulgue con las ideas de este partido. No porque haya repetido en mil ocasiones que jamás cederé una de mis canciones a ningún partido político, a ninguna religión o formación militar. No porque no haya cobrado por ello (el 99% de las cesiones de mis canciones son gratuitas a instituciones y centros educativos). Mi indignación es enorme porque siento que han violado un derecho moral intrínseco a esta canción".
Grave delito sin su consentimiento
Y concluía: "Quien tenga algo de conocimiento sobre la ley de propiedad intelectual, sabrá que es un grave delito utilizar la obra de un artista sin su consentimiento para fijarla a una campaña publicitaria. Mucho más si transforma su mensaje original y se viola con ello los derechos morales del artista".
Ocurre a menudo que la intencionalidad difiere del argumento que inspiró a sus creadores. Es el caso de Coque Malla con la canción 'No puedo vivir sin ti', que sonó en un acto de Vox. Tuvo que aclarar que la canción era en defensa de la homosexualidad: "No sé si Vox España, el partido de ultra derecha que ha utilizado sin permiso (tienen perfecto derecho a hacerlo, qué le vamos a hacer) mi canción ‘No puedo vivir sin ti’ en uno de sus mítines, sabe que media España piensa que es una canción dedicada a la cocaína. Lo digo porque igual han metido un poco la pata. Pero no se preocupen, la otra media sabe la verdadera inspiración de la canción, que no es otra que la relación homosexual entre dos amigos", escribió en un comunicado.
Igual pensó la banda catalana Sidonie al observar a Miquel Iceta, líder del PSC, en un mitin de 2016, moviendo el cuerpo al son de su canción 'Estáis aquí'. "No sabemos que opinaría Freddie Mercury si le hubiese visto bailar 'Don't Stop Me Now', pero a nosotros no nos hace ninguna gracia que un partido político, sea cual sea, use una canción nuestra en sus mítines, y menos todavía que no nos lo hayan consultado. Nos encantaría que cualquier persona que levantara los brazos, cantara o bailara con esta canción sintiera que 'Estáis Aquí' es un canto a la añoranza de la gente querida cuando uno está lejos".
Los orígenes
En el fondo de la polémica hay una realidad incuestionable: una sintonía puede aupar a un candidato al poder. La música es una de las mejores bazas en campaña, puesto que transmite emociones que dejan una huella indeleble en el votante. Mucho más que las palabras. Es una de las tácticas de persuasión más estudiada por su capacidad para inducir y modificar estados emocionales en los votantes. Ya en 1848 el candidato estadounidense Zachary Taylor aparecía con un carro con música para animar a la gente en las calles. Ganó las elecciones y sus sucesores empezaron a tomar nota.