Los Rolling Stones ya no son los mismos Rolling Stones. Charlie Watts, su mítico batería murió ayer a los 80 años, después de toda una vida dedicada al grupo. 50 años de experiencia, dándole corazón rítmico a canciones históricas como 'You Can’t Always Get What You Want', 'Brown Sugar', 'Angie' o 'Paint It Black'. Watts, que a pesar de llevar la batería, era el que menos ruido hacía de todos, deja el alma de los Rolling vacía de 'beat' y con un hueco difícilmente sustituible.
El batería, hijo de una familia humilde de Wembley (Reino Unido), se había incorporado a los Rolling Stones de Mick Jagger y Keith Richards en enero de 1963. Sus influencias, mucho más cercanas al jazz y al R&B que al rock&roll y al blues que practicarían los Rolling, convirtió a Watts en una especie de oasis creativo dentro del grupo. Mientras que Jagger y Richards desprendían locura por sus poros y se bebían todo lo bebible, Watts representaba el lado opuesto a todo aquello.
Sin hacer más ruido que el de sus baquetas, el batería, que sería reconocido como el Stone más elegante, más cercano al mundo gentleman, fue buscado por los propios Jagger y Richards, como este reconoció tiempo más tarde: "¡Nos morimos de hambre para pagarle! Literalmente. Anduvimos robando en tiendas para conseguir a Charlie Watts", según recoge NYT.
La formación sencilla de Watts, su forma de ver la vida y de entender la música y el éxito, pronto hicieron que prácticamente se convirtiera en un díscolo de lo que tenía que haber sido. Su relación con la fama y las masas dejaba mucho que desear para el patrón de la época, y él mismo lo reconocía.
"Me encantaba tocar con Keith y la banda —todavía lo hago— pero no me interesaba ser un ídolo del pop sentado allí, con chicas gritando. No es el mundo del que vengo. No es lo que quería ser, y sigo pensando que es tonto", escribía en 2003 en el libro 'According to the Rolling Stones' y recoge NYT.
Tal era su aversión por las masas y los grandes conciertos que en 2013, en una entrevista con The Guardian respecto a un gran concierto de los Stones en Glastonbury, Watts dijo lo siguiente: "No quiero hacerlo. Todo el mundo lo hace. No me gusta tocar al aire libre, y desde luego no me gustan los festivales. Siempre he pensado que no tienen nada que ver con tocar. Tocar es lo que hago el fin de semana. Así es como me han educado. Pero así soy yo, personalmente. Cuando eres una banda haces cualquier cosa y de todo. Pero Glastonbury es algo viejo en realidad. Nunca me gustó el tema de los hippies para empezar. No es lo que me gustaría hacer durante un fin de semana, te lo aseguro".
Sin grandes fiestas, Watts, que se calcula que ganó unos 160 millones de libras junto con su mujer, dedicaba gran parte de lo que ganaba a invertirlo en coleccionismo. "Colecciono jazz principalmente", confesaba a The Guardian. "También kits de batería. Tengo una de las baterías de Kenny Clarke que le regaló a Max Roach, se la compré a su viuda. Tengo la de Duke Ellington, la famosa batería de Sonny Greer, es fantástica. Big Sid Catlett, uno de los grandes bateristas de swing de los años 30... Y libros. No libros de anticuario. Primeras ediciones firmadas de escritores del siglo XX en su mayoría. Agatha Christie: tengo todos los libros que escribió en rústica. Graham Greene, los tengo todos. Evelyn Waugh, es otro. Wodehouse: todo lo que escribió".
Preguntado por si era realmente una adicción, el bueno de Watts responde: "Soy viejo, pero sí, no es el tipo de cosas que haría un chico de 20 años".
Siempre elegante hasta el último momento, Watts anunció que no participaría en la última gira que los Stones han llevado a cabo por Estados Unidos. "Por una vez, mi tiempo ha estado un poco fuera de lugar", bromeó. Su última actuación con la mítica banda quedará fechada para siempre en el Hard Rock Stadium de Miami Gardens el 30 de agosto de 2019 como parte de la gira No Filter.