A finales de los 90, el sonido cubano volvió a nacer. Había pasado décadas noqueado, soterrado por la entrada de nuevos géneros a la isla y una situación socioeconómica delicada. Sus máximos exponentes, las personas que habían labrado la cultura musical de Cuba, habían llegado a una edad avanzada condenados al olvido por una industria musical endeble que hacía imposible vivir de la guaracha, el son y el bolero. Hasta que llegó Buena Vista Social Club (1997, World Circuit Records) y lo cambió todo.
El proyecto de Juan de Marcos (director de orquesta), Ry Cooder (productor) y Nick Gold (productor y dueño de la discográfica World Circuit Records) no solo reflotó aquellos géneros, sino también a las leyendas maltratadas -Ibrahim Ferrer, Rubén González o Manuel 'Guajiro' Mirabal, entre muchos otros- que habían sido esenciales en la construcción de la identidad del sonido de la isla. Entre aquellos músicos se encontraba Eliades Ochoa (Songo-La Maya, 1946), uno de los pocos artistas que sí había conseguido vivir de la música durante aquellos años de triste olvido. A sus 75 años y tras sufrir 'la inmensa pena del extravío' de gran parte de sus compañeros de grupo, Ochoa ha recibido con los brazos abiertos la reedición del disco por su 25 aniversario, lanzada hace dos semanas, en una edición especial remasterizada que incluye versiones alternativas y canciones inéditas.
El guitarrista cubano es un "músico espontáneo, de oído", un "graduado de la universidad de la calle", como él mismo se define. Pero también una figura necesaria en el resurgir del sonido cubano de finales de siglo XX; el nexo imprescindible entre el sello World Circuit Records (responsable del disco) y los artistas que conformaron Buena Vista Social Club, la juntera de talentosos músicos cubanos que en 1996 cambiaron para siempre la historia de la música del país caribeño, consiguiendo varias nominaciones y un premio Grammy.
Con su inconfundible sombrero de ala ancha, el guajiro de Songo-La Maya atiende a Uppers en la música en español, contar los entresijos de aquellos ensayos en los estudios Areito de EGREM y recordar la figura de artistas como Rubén González, Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Omara Portuondo o Cachaíto López, el elenco de lujo que puso en el ojo de todo el mundo e hizo de la música tradicional cubana una amalgama de sensaciones, misticismo y reconocimiento internacional.
En 1996, Eliades Ochoa se encontraba en Londres tocando con su grupo, el Cuarteto Patria, cuando el director de orquesta cubano Juan de Marcos le avisó de que Nick Gold, dueño de la discográfica World Circuit Records, quería proponerle un proyecto con unos músicos africanos, en una fusión inédita hasta la fecha. Es el punto de partida de un disco que cambiaría, para siempre, la historia musical de Cuba.
P. El proyecto nació con una visita de Nick Gold con Juan de Marcos a Londres. Cuénteme cómo fue aquel primer encuentro.
Yo estaba haciendo mis conciertos, dos conciertos en el Queen Elizabeth de Londres. Juan de Marcos González (productor y director de orquesta cubano) se me acercó y me dijo: 'cuando termines vamos a presentarte con el dueño de una discográfica que quiere conversar contigo'. Cuando terminamos fuimos a casa de Lucy, una amiga de ellos, y estaba Nick Gold, dueño de World Circuit Records.
Él me planteó hacer un disco con músicos malienses, africanos, en La Habana. Estuve de acuerdo y quedamos en que cuando él fuera para La Habana me avisaría, y así fue. Juan de Marcos era el que estaba siempre en el enlace, volvió a llamarme a Santiago de Cuba y me dijo que tenía que subir a La Habana porque la gente de Londres llegaba ya para grabar el disco, y que yo tenía que subir, y subí para allá con mi mujer.
Llegamos y nos hospedamos en el mismo hotel que estaba Nick Gold y su gente, esperando a que llegaran los africanos que iban a grabar conmigo. Pero no llegaban. Yo iba al estudio, me ponía a tocar yo solo la guitarra, pasando el tiempo hasta que llegaran, pero no llegaron ni a los dos ni a los 3 ni a ninguno. Me dijeron que los africanos no venían, que habían tenido problemas con los visados.
P. Entonces, ¿es usted el primer Buena Vista?
R. La verdad es que sí, no hay otra cosa que decir, esa es la verdad.
P. ¿Qué ocurrió después?
Nick Gold le dio a Juan de Marcos la tarea de buscar artistas cubanos para hacer un disco de son cubano, de música tradicional cubana tocada por artistas que tuvieran una trayectoria. Entonces Juan de Marcos buscó a Ibrahim (Ferrer), a Rubén (González), a Pío Leyva… Ellos querían que fuera Celina González la cantante, pero estaba enferma, entonces avisaron a Omara (Portuondo), que hizo el tema de Veinte Años.
Iba llegando la gente (Manuel 'Guajiro' Mirabal, Barbarito Torres) mientras estábamos en el estudio haciendo temas, que seleccionábamos nosotros mismos. Hacíamos temas, temas, temas… Y ellos (los productores) estaban en la cabina y nos iban diciendo cosas.
Cuenta Ochoa que se grabaron cerca de 30 canciones, de las cuales se eligieron 14 para el disco que finalmente salió a la luz. "Quedaron muchas canciones bien grabadas, con mucha calidad, que son las que ahora salen en el disco del homenaje", relata.
"Lo que iba a ser Eliades con unos africanos resultó ser el Buena Vista Social Club, que para bien sea", zanja al respecto.
P. ¿Por qué permanecieron tanto tiempo en el olvido los músicos de Buena Vista Social Club?
Había algunos que no querían seguir tocando porque estaban decepcionados por el problema de los pagos que hacían y muchas cosas que no se le atendían, uno de ellos Ibrahim Ferrer. Él dejó del arte, se alejó del vínculo de los artistas porque no estaban portándose bien con él, no le pagaban bien, no le daban trabajo como era necesario. Se desencantó.
Muchos de los directores de las agrupaciones se portaron mal con él y se fue disgustando y se dejó la música, la espantó, se puso a hacer otras cosas. En el caso de Rubén (González), yo creo que más bien no se sentía bien, ya estaba cansado. Cuando Juan de Marcos llama a Rubén para Buena Vista, ya tiene sus años. Y así, chico, eran cosas que iban pasando. Rubén hacía algunas cosas más por hobby. Son personas que habían dejado el arte pero el arte no les había dejado a ellos.
P. Era difícil vivir de la música en Cuba en aquellos años.
Sí, lo era. Había muchas agrupaciones que andaban en la calle tocando en los bares, en las esquinas y pasando el sombrero para que les dejaran caer propina, te lo digo porque yo era uno de ellos. Yo llamaba la atención por la edad que tenía (13 años), ya tocando la guitarra, cantando... La gente me ayudaba mucho. Estoy muy agradecido a las personas que cuando veían a aquel niño tocando guitarra y cantando, echaban su propina.
Había agrupaciones donde al director o la figura del grupo lo contrataban dos veces. La figura del grupo iba para el primer contrato que había hecho, cantaba dos temas, hablaba un poco en público y venía otro a ocupar su lugar, y este se iba rápidamente donde estaba el otro contrato y hacía lo mismo: cantaba tres números, aplaudía el público y venía directo al primer contrato. Aquello era un fenómeno.
P. ¿Qué música sonaba en su casa?
El dúo Los Compadres, de la década del 50, Compay Segundo y Lorenzo Hierrezuelo, La Guantanamera con Joselito Fernández, El Trío Matamoros, Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, Chappottin y Sus Estrellas… Mucha música, pero siempre tradicional. El son y la música tradicional antes no salían de la radio y la televisión. Después, muchas influencias de otros tipos de géneros fueron entrando a la isla y al son cubano le fueron dando su buen knockout, pero llegó el momento que salió a la luz pública gracias al proyecto Buena Vista Social Club.
P. Contaba Nick Gold en un homenaje para este 25 aniversario que en los primeros días de grabación se rompió la grabadora. ¿Recuerda aquel momento?
Lo recuerdo, no sé si fue la grabadora o la consola. Nick tuvo que llamar a México a sus amigos de Disco Corazones para que le trajeran la pieza que hacía falta, o algo así pasó, se vino bastante el susto. Pero arreglaron aquello y siguió la fiesta.
P. Comentaba usted que fueron los músicos los que decidieron la lista de canciones.
La verdad es que sí. Yo le seleccioné dos temas a Ibrahim Ferrer y por suerte se quedaron. Cuando él llegó al estudio, yo lo recibí tocando con la guitarra 'Candela' y le canté el otro tema (tararea De Camino a La Vereda). Él se sorprendió muchísimo cuando yo le dije lo de estos temas.
Me dijo 'mijo, eh mijito, ¿cómo tú te acuerdas de eso?' 'Claro que me acuerdo, Ibrahim', le dije yo. Los temas que yo le dije se quedaron en el disco. Aquello resultó ser una familia muy grande y muy bien llevada. Lo que decía uno, todo el mundo le prestaba asunto. Nick Gold, en Londres me había dicho: "El día que se produzca la grabación de este disco quiero que no se le olvide cantar a usted El Carretero. Ellos ya tenían temas seleccionados desde Londres, ya sabes.
P. Ahora que habla de la canción El Carretero, ¿se siente usted un "guajiro dichoso" después de tantos años?
Sí chico, te voy a ser sincero. Yo me siento dichoso porque tuve la oportunidad de aprender muchos temas que aún tengo en mi repertorio, allá en la intrincada montaña donde vivía, oyéndolos a través de mi padre y mi madre que tocaban el tres cubano. Me siento dichoso porque en el 1963 empecé a trabajar, a hacer punto cubano, son montuno y a dirigir musicalmente el programa de radio en Santiago de Cuba. Me siento dichoso porque me llevaron a la Casa de la Trova en Santiago de Cuba a recibir vistas y a hacer temas instrumentales. Me siento bien, creo que la naturaleza me ayudó mucho, porque me llevó por el camino que me hacía falta caminar, escoger, conocer.
La música hasta hoy en día ha sido una escuela para mí, yo había hecho de la vida mi propia escuela. Yo soy graduado de la universidad de la calle, nunca fui a la universidad, nunca me he sentado en un pupitre a estudiar música en una escuela de música, me pones un pentagrama y lo mismo me da que esté escrito como que esté sin letra ninguna, no lo entiendo ni al revés ni al derecho. Música, la que me nace del oído y lo que saco por el instinto. Improviso lo que pienso. Yo de pentagramas no sé nada, no sé donde está el do mayor. Soy un músico espontáneo, de oído. Además, cuando aquello, yo tenía que ganarme la vida tocando en la calle y pasando el sombrero.
P. Dice que usted es músico de oído. El resto de Buena Vista Social Club, ¿recibió algún tipo de educación musical?
Rubén González era todo un gran señor de la música. Rubén arrastraba una historia que ha acompañado a todos los artistas gigantes; Lucho Gatica, Libertad Lamarque... Yo no sé a cuántas personalidades Rubén González había acompañado con el piano. Compay Segundo también conocía mucho de música. Tocó el clarinete en la Banda Municipal de Santiago de Cuba. Guajiro Mirabal sabía, Cachaíto López era músico. Lo bruto que había ahí éramos Ibrahim Ferrer y yo, los graduados de la universidad de la calle.
Y no se habla mucho de Juan de Marcos, pero se debería hablar bastante, porque Juan de Marcos González se encarga de hacer el grupo de Buena Vista Social Club, allí nadie buscó a nadie. Buscó a Rubén, a Ibrahim, a Cachao… a todo el mundo. La orquesta de BVSC, Juan de Marcos González fue quien la armó, ese gran señor. Yo tengo alguna palabra que le he dicho alguna vez, pero hay gente que no le gusta pero sé porque la digo. Buena Vista Social Club fue un 'ven tú', una orquesta 'ven tú'. La gente no sabe qué significa.
P. ¿Qué significa?
Aaaah, no lo sabes. Había muchísimos artistas ahí fuera del estudio queriendo trabajar, queriendo hacer algo. Juan de Marcos se paraba fuera en la puerta y decía: 'Oye Francisco, ven tú acá', 'Oye tú ven acá, tú tocas las maracas'. Yo se lo explico a la gente porque la gente se piensa que la orquesta famosa Buena Vista Social Club ya estaba hecha, que estaban los artistas esperando para grabar. Pero no era así. ¿Hace falta gente aquí para hacer el coro de El Cuarto de Tula? Espérame un momentito, déjame ver quién esta fuera. Oye, ven tú acá. Ven tú, una orquesta 'ven tú'.
P. Eso es que había mucho talento en la calle.
Cuba es una isla musical. En cualquier esquina te encuentras a cualquier artista buenísimo.
P. Ahora que comenta el tema del estudio de Areito, hace poco Nick Gold definía aquel lugar como "la catedral de la música cubana". ¿Cómo es el estudio? ¿Por qué le maravilló tanto?
La cosa no era que el estudio era una belleza ni estaba adornado con oro. El tema era las personalidades que habían pasado para grabar por ese estudio Areito. Pero personalidades del mundo. Ese estudio recoge a mucha gente que grabaron allí pero vaya, que ningún estudio tiene la historia de Areito. Por allí pasaron cientos artistas: Nat King Cole, Chucho (Valdés)... Todos los artistas famosos pasaron por ahí, venían a grabar al estudio de La Habana, Areito. Eso le impresionó mucho a Nick.
P. El nombre del disco y la agrupación nace de un danzón de Rubén González. ¿Podría contar la historia?
Surgió en La Habana. En la Habana hay un local que antes era una sociedad de ellos, de Rubén, Pío Leyva, Puntillita… de todo ese grupo de músicos. Alimentaban ellos esa sociedad y allí se iban los domingos; se ponían a jugar al dominó, siempre estaba la copita para el trago de ron, y así se la pasaban allí, se comían la fritura de bacalao y cada uno, cuando venía el mes, pues este ponía un peso, el otro ponía otro y mantenían esa sociedad. Allí había un piano. El lugar se llamaba Buena Vista Social Club.
Rubén González hace un danzón a ese lugar y cuando estamos grabando Buena Vista Social Club, él empieza a tocarlo y le preguntan. Ese danzón, imagínate, nace de un piano que se destaca, fuertísimo. Y él cuenta la historia. A esta gente le gustó y le dijeron de acompañarlo a Rubén en ese danzón instrumental, con el acompañamiento de algunos instrumentos. Quedó muy bueno, a esta gente (Ry Cooder, Nick Gold) le gustó tanto que cogen el nombre del danzón para el disco. El tema de Rubén González saca el nombre del disco. Es así como te estoy explicando.
P. Las temáticas del disco son variadas: hay una vinculación al amor, al desamor, al relato de la vida de Cuba, a la cultura, al mundo rural...
Yo creo que la esencia principal es esa precisamente. Es cierto que aparecen canciones que le cantan al amor: Ibrahim canta Dos Gardenias, con un mensaje de amor fuertísimo. También hay mensajes de alegría, de fiesta, como El Cuarto de Tula, donde se cuenta una historia de una candela. Omara canta Veinte Años: un tema muy relacionado con ese mensaje de amor. Y así es el repertorio de Buena Vista. Pero es que ese es el repertorio de Cuba, no hay otra forma de verlo. En Cuba es el changüí, la guaracha, el danzón, el bolero. Y todo basado al canto del amor, el desamor, a la alegría.
P. ¿Por qué triunfó Buena Vista Social Club?
Por muchas cosas. Primero, porque llegó en el momento que tenía que llegar. Lo otro es que se hizo una promoción gigante; el mundo entero estaba pendiente del disco que iba a salir de cubanos con una discográfica inglesa.
Hay otra cosa que hay que analizar: empiezan a llegar al público los nombres de aquellas personas que llevaban la fuerza del repertorio de las canciones que aparecían en el disco. Rubén González, Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Cachaíto, Guajiro Mirabal. Ese disco llevaba una calidad tremendísima, con mucha fuerza de todas las leyendas de artistas cubanos. Y la fuerza que le dedicó la discográfica, Nick Gold, esa promoción para el mundo. Pasó algo que no va a volver a pasar ni ha pasado antes.
P. Aunque no se repita, ¿continuará vigente?
Estoy seguro, con tremenda fuerza va a seguir. Esos temas no van a dejarse de oír. Se van a oír siempre, eso del Buena Vista Social Club pasó a ser una bandera de la música tradicional cubana, del son cubano. Ese nombre es un cuño, es un mito. No se puede hablar de la música cubana si no se habla de lo que resultó ser el proyecto Buena Vista Social Club.
P. ¿Queda alguna canción por salir? ¿Se han guardado algo?
Yo no sé qué te diría, porque esas cosas no las manejo yo, pero casi estoy seguro de que hay algunas canciones por ahí todavía. No te digo que hay, porque no está en mis manos, pero yo estoy seguro de que sí, por ahí hay alguna cosita. Alguna que a lo mejor tiene un poco de polvo, que hay que quitar un poco el polvo y poner un poco de brillo, pero yo creo que sí, que por ahí hay algunas cosas. Vamos a ver qué pasa.
P. Usted colaboró recientemente con C. Tangana. ¿Cómo surgió la unión?
Con El Madrileño. El Tangana. Chico, la verdad es que admiro muchísimo a Tangana. Un muchacho joven, talentoso, él adivina o sabe lo que el público quiere, lo que hace gusta y llega. Yo le agradezco muchísimo que se fijara en mí y me invitara a participar de su disco en La Habana, pero yo no conocía al Tangana. En casa de una amiga, me dijeron que había un español que quería conocerme, porque era fanático de mis cosas, de como yo tocaba. '¿Cuándo viene?', pregunté. 'Ven aquí, que se le va a hacer una comida, una cerveza y se va a conversar de todo, que viene a hacer unas grabaciones'.
Cuando él llegó a la casa aquella, yo estaba en un rinconcito muy tranquilo. Cuando me vio, abrió los brazos y fue hacia donde yo estaba. Me saludó, me abrazó y me dijo lo bien que él veía que hacía las cosas, que yo hacía las cosas muy aceptables, y que iba a grabar un disco en el estudio de Areito donde hicimos Buena Vista Social Club. Yo no sabía lo que iba a hacer, me lo dieron escrito en un papel y empecé a leer el pedazo de la canción que iba a cantar junto a él.
Llegué al estudio, empecé a oír la música, me explicó la parte que yo cantaba, Muriendo de Envidia, la pasamos dos o tres veces y quedó muy bien. Nos despedimos, se fue a Madrid y yo me fui a lo mío. Y resultó tremendo tema, tremendísimo. Y el disco está muy por las nubes, y el Tangana es toda una leyenda ahora de la música urbana, si se quiere, porque él tiene un algo, él sabe lo que le gusta la gente. A parte de tener juventud y un cerebro fresco, tiene muchas ideas buenas, le tengo mucha admiración, lo respeto mucho, siento mucho orgullo de que se fijó en mí para que yo hiciera el tema. Se lo agradezco porque yo le llevo algunos años.
P. Tangana ha dicho de sí mismo que es un poco caótico en el estudio. ¿Qué le pareció su forma de trabajar?
Yo lo veo bien. Lo veo muy responsable, debe ser así. El barco debe de tener un capitán, el capitán debe dar las órdenes al barco, porque si no se encalla. Yo creo que está bien, y le diría que siga siendo El Madrileño, porque hay un refrán cubano que dice que si uno está hecho de dulce lo pican las hormigas. Ese capitán es el Tangana, El Madrileño.
P. ¿Y quién fue el capitán de Buena Vista Social Club?
Ahí había muchos capitanes, porque Rubén González era uno de ellos, Ibrahim, Ry Cooder, Compay Segundo... Muchos capitanes, era una escuela de oficiales.