La cultura underground liberó al arte a mediados de los años setenta y le otorgó otro cariz a lo establecido. Aquel fenómeno que se sumergía en los ambientes contraculturales y alternativos fue conocido como la Nueva Ola. Tuvo lugar, sobre todo, en ciudades anglosajonas como Londres, Nueva York o Los Ángeles. Mucho tuvo que ver todo aquello con el cambio que se produjo años después en la sociedad española.
Lou Reed, David Bowie o Andy Warhol influyeron considerablemente en el fondo y la forma de artistas patrios de cualquier disciplina que cualquiera, que vivió los ochenta, escuchó u oyó hablar. Allí estaban Alaska y los Pegamoides, Los Secretos o Pedro Almodóvar. Pero el talento extranjero dio para mucho más. Te lo cuenta Javier Menéndez Flores en este nuevo episodio de 'La otra movida', esa que no todos muchos conocen.
Esas nuevas formas de expresión, verbales y estéticas, se pasearon locales, bares, salas y antros. Uno de aquellos templos fue la sala Rock-Ola que, pese a estar solo cuatro años en activo, se erigió como uno de los centros neurálgicos del movimiento. En sus escenarios tocaron Siniestro Total o Loquillo y los Trogloditas; pero también internacionales como Iggy Pop y Simple Minds. Aunque esta sala permanece cerrada, hubo otros que aún mantienen viva la llama de aquella época, como El Penta o La Vía Láctea.