Cardados, maquillaje y guitarrazos: auge y caída del Hair Metal de los 80
El Hair Metal, o Glam Metal, causó furor en los años 80, se adueñó de la MTV y despachó millones de discos en todo el mundo
La llamativa y exagerada imagen de las bandas y los ganchos comerciales de las canciones encumbraron al subgénero
La llegada del Grunge provocó la rápida decadencia del Hair Metal, que a mediados de los 90 ya no existía
La cabecera de créditos de ‘El Pacificador’ (HBO Max), una de las series de televisión más populares de 2022, además de ser un tronchante delirio coreográfico que te impide darle al botón de ‘Skip’, destaca por la adictiva canción que la acompaña. Se llama ‘Do Ya Wanna Taste It’ y la interpreta un grupo noruego llamado Wig Wam, aunque podría tratarse de un hit perdido de Def Leppard. Y es que la gamberra serie de James Gunn está trufada de piezas de un estilo que causó furor en los años 80 y que recordamos muy bien todos los que fuimos jóvenes en aquellos tiempos: el llamado Glam Metal, Sleaze Rock, o simplemente Hair Metal, el heavy de peluquería, como decíamos por estos lares.
Melenas crepadas al viento, pintas y poses exageradísimas, estribillos ultrapegajosos para corear en estadios, poderosos riffs, solos de guitarras y toneladas de sexo, fiesta y alcohol. Esa era la receta de una manera de entender el rock que supo engatusar a la entonces incipiente MTV y a millones de adolescentes ávidos de emociones fuertes. Mötley Crüe, Poison, Cinderella, Skid Row, Bon Jovi, Europe o los mentados Def Leppard son algunas de las bandas más populares de un género grandilocuente y artificioso que, por supuesto, nunca fue tomado en serio por la crítica musical pero que vendió millones de discos y legó para la posterioridad un puñado de temas que, a día de hoy, siguen sonando en toda clase de FMs, garitos e incluso karaokes.
MÁS
El género perfecto para la era MTV
En realidad, el Hair Metal era el género perfecto para una época como los 80, que se alimentaba del impacto de una imagen potente, llamativa o incluso hortera. Visualmente se trataba de llevar más allá la ambigüedad andrógina del Glam original de Bowie, Marc Bolan o Slade, vulgarizándola y combinándola con el sentido del espectáculo teatral de Kiss o Alice Cooper, aunque el referente estético más inmediato y evidente serían los New York Dolls, especialmente para la facción más pendenciera y pintarrajeada liderada por Mötley Crüe, con epicentro en el Sunset Strip de Hollywood.
Pese a la presunta imagen provocadora o ‘peligrosa’ que exhibían muchas de estas bandas, lo cierto es que su propuesta era mucho más inofensiva de lo que aparentaba. En lo musical, el Glam Metal era una evolución domesticada del metal tradicional y el Hard Rock de los setenta, hasta acercarse sin complejos al pop. Por ello, los guardianes de las esencias del heavy clásico nunca terminaron de aceptar la vertiente descaradamente comercial del subgénero. La consigna, por encima de cualquier otra consideración, era pasarlo bien. Y eso significaba ir al hueso. A la efectividad de una melodía con gancho que se quedara marcada a fuego en el cerebro sin escamotear cuantos ‘oh oh ohs’ fuesen necesarios. ¿Quién necesitaba mensaje si tenías un estribillo ganador?
Sus burdas letras sobre chicas y sexo solo podían impresionar a menores de 18 años, aunque el ‘backstage’ de muchas de estas bandas, atestado de drogas y groupies, era un hervidero de escándalos muy jugosos para la prensa sensacionalista. En otra serie de moda, 'Pam & Tommy', emitida actualmente en Disney+, tenemos un ejemplo de cómo se las gastaba uno de los grandes nombres del Hair Metal, el batería de los Mötley Crüe Tommy Lee, aunque los desfases narrados en la ficción son posteriores a su etapa Glam. Y es que por debajo de todo ese maquillaje y cabellera cardada se trataba de un género muy machista, pero más por ser producto de una época, con todos sus clichés, que por pura convicción. Al fin y al cabo, la mayoría de sus protagonistas eran veinteañeros de clase media o baja cumpliendo sus fantasías adolescentes según el manual de rock'n'roll way of life patentado por Led Zeppelin.
La efectividad de la 'power ballad'
De hecho, cuando se ponía a ello el Hair Metal también podía ser empalagosamente romántico. No en vano, una de sus especialidades era la ‘power ballad’, ese subgénero que sirvió de banda sonora a tantos escarceos amorosos en los 80. “Las baladas heavy son las mejores” se solía decir. La fórmula no por conocida era menos efectiva: inicio suave en escalada hasta un estribillo catártico, acordes de quintas y solo de guitarra emocional en el puente. Porque lo normal en las bandas de Glam Metal es que los músicos dominaran los instrumentos con bastante más eficiencia que la media, a diferencia de, por ejemplo, el punk. 'Love Bites' de Def Leppard, 'Without You' de Mötley Crüe, 'Carrie' de Europe o 'Is this love' de Whitesnake son ejemplos sempiternos del poder de una balada del género. Si el cantante encima tenía el sex-appeal de un Jon Bon Jovi o un Bret Michaels su efecto embaucador se multiplicaba.
Tanta fue la popularidad que alcanzó el Hair Metal en la segunda mitad de los 80 que hasta muchos viejos rockeros de los 70 se subieron al carro tomando elementos tanto musicales como meramente estéticos para dejar de ser vistos como antiguallas. Así, gente como Alice Cooper, Aerosmith, Scorpions, Ozzy Osbourne o los propios Kiss hicieron su particular puesta a punto en la peluquería, con notables resultados comerciales. Pero, ojo, no todo era Hair Metal. Por ejemplo, sería un error meter a un grupo como Guns N' Roses en este saco. Aunque fue un movimiento típicamente estadounidense, que triunfó sobre todo en Estados Unidos, el fenómeno llegó a todo Occidente, incluida España, donde sin embargo apenas hubo bandas que se sumasen a la moda, más allá de Sangre Azul.
Los grandes discos del Hair Metal
Los críticos podían no tenerles en cuenta pero las cifras no engañan. Algunos de los discos más vendidos de los años 80 pertenecen al Hair Metal, o a grupos que podrían inscribirse en este género. 'Slippery When Wet' (1986), de Bon Jovi, fue el álbum más vendido de 1987 en Estados Unidos y se estima que ha despachado más de 30 millones de copias en todo el mundo. Es el que incluye dos de esos hits que definen toda una época: 'Livin on a prayer' y 'You give love a bad name'. 'Hysteria' (1987), de Def Leppard, fue concebido como la versión rock del 'Thriller' de Michael Jackson, en el sentido de que cada tema tenía que ser un potencial éxito. Y, efectivamente, se publicaron hasta siete singles y se vendieron también más de 30 millones de álbumes. En nuestro país, quizás el disco más popular del género fue 'The Final Countdown', de los suecos Europe, que encabezó la lista de ventas durante meses en 1987 impulsado por el celebérrimo tema homónimo y su dibujo de teclado.
El Grunge enseña la puerta de salida
La juerga duró hasta que llegaron los 90 y los gustos de la juventud cambiaron casi de un día para otro. De ser lo más a desaparecer de la rotación de la MTV. Llegó el Grunge de Nirvana, Pearl Jam y Soudgarden y el rock volvía a ser tortuoso, grave y a estar enfadado. Las camisas de franela mandaron a la basura a los chalecos de leopardo y los pantalones de cuero imposiblemente apretados. Todo el jolgorio festivo del Glam Metal de repente parecía una frivolidad fuera de lugar. Como se lamentaba Mickey Rourke en 'The Wrestler', fue llegar Kurt Cobain y cargarse toda la diversión. Para 1993 la mayoría de las bandas de Hair Metal habían desaparecido de la escena o sobrevivían como podían adaptándose a los nuevos tiempos. Los casos como los de Bon Jovi, reconvertido con éxito en grupo de rock mainstream especializado en baladas, fueron una excepción.
Aunque periódicamente han aparecido bandas revivalistas como The Darkness o Steel Panther, y muchas de las bandas antiguas se han reunido al calor de la nostalgia, los tiempos de esplendor del género nunca han regresado. Pero los ecos de aquella revolución que acabó con una manera de entender la parafernalia rock aún resuenan en nuestro tiempo. Hace unos días Eddie Vedder, el líder de Pearl Jam, recordaba el desprecio que sentía por las bandas Glam de los 80 como Mötley Crüe: "Odiaba cómo hacía que quedaran los tíos. Odiaba cómo hacía que quedaran las mujeres. Se sentía vacío”. Y Nikki Sixx, camorrista bajista de la banda angelina, no tardó en responder: “Me ha hecho reír leer cuánto odiaba el cantante de Pearl Jam a Mötley Crüe. Aunque, considerando que la suya es una de las bandas más aburridas de la historia, casi como que es un halago, ¿no?”. Y es que, como repiten una y otra vez en 'El Pacificador', no hay momento malo para el rock.