Joaquín Sabina tiene, en su vida, tres peleas continuas: por las palabras, por las rimas sin ripios y por mantener su salud, su delicada salud. El historial médico del cantante de Úbeda está plagado de anotaciones al dorso, pequeñas cicatrices en su dilatada carrera artística que empezó en un pequeño sótano de Madrid, 'La Mandrágora' y le ha llevado al éxito total. Estos son algunos de los achaques del 'pájaro'.
Sabina había llevado su juventud hasta más allá de los 50 años. Corría agosto de 2001 en Madrid, y el jienense volvía de su casa después de cenar con Ana Belén y Víctor Manuel. Borracho, pintó un rato y se fue a dormir. Al día siguiente, según le explicó el propio Sabina al escritor Menéndez Flores, se despertó con "la pierna y el brazo totalmente paralizados".
Después de recuperarse de un pequeño derrame cerebral, Sabina decidió dejar las drogas y pasarse a un modo de vida más light. Se acabaron las juergas etílicas, los polvos por la nariz, el desorden vital. Jimena, su novia por entonces y ahora su mujer, puso orden en el caos de su cabeza de genio y sentó, por fin, la cabeza. Sin embargo, el propio Sabina llegaría afirmar: "el ictus me podía haber venido antes, porque ya había dejado 'las cosas de la nariz' 12 meses antes".
Aquel episodio supuso un punto de inflexión en su vida y una fuente de inspiración más. "Dejé de hacerle selfies a mi ombligo / Cuando el ictus lanzó su globo sonda / Me duele más la muerte de un amigo / Que la que a mí me ronda", cantaba en 'Lágrimas de Mármol'.
Tras dejar las sustancias estupefacientes y el tabaco durante ocho meses, Sabina cayó en la depresión. En una entrevista de la época a 'El País', afirmó: "Me recuperé muy rápido, vino la euforia y después una depresión. Rara... No me quería morir, pero tampoco ver a nadie. No salía del dormitorio. Tampoco abría la puerta. Ese tipo de bajones quedan ahí agazapados. Sigues viviendo y sabes que llevas dentro un enemigo que en cualquier momento enseña las uñas".
De aquellos barros llegó el disco 'Alivio de luto' (2005), con letras del poeta Luis García Montero como 'Nube negra': "Al otro lado de los apagones / al otro lado de la luna en quiebra / allá donde se escriben las canciones / con humo blanco de la nube negra".
Sabina llevaba cinco años sin cancelar ningún concierto por problemas de salud, pero el 17 de septiembre de 2010 tuvo que aplazar la cita con sus fans en el Palau Sant Jordi de Barcelona por una caída doméstica. "¡Qué mala pata! Pero estoy bien y con muchas ganas de veros a todos muy pronto", escribió a través de su promotora.
Tras el primer exitazo de la gira 'Dos pájaros de un tiro', junto con Joan Manuel Serrat, Sabina tuvo un episodio que él mismo definió como 'Diverticulitis aguda'. Ocurrió en mayo de 2011. El de Úbeda comenzaba una gira por Estados Unidos, pero los tres primeros conciertos de Nueva York, Miami y Los Ángeles tuvieron que ser suspendidos por unos problemas gastrointestinales.
Sabina, en su poesía para el 'Diario Público', lo contaba así en verso: "Pensé que era apendicitis / porque el espasmo, aunque fuerte, / disimula. / Puta diverticulitis / que me aqueja y no divierte / pero encula. / El caso es que ando postrado / con dieta blanda en el lecho / del dolor. / Lo sufrido por gozado, / peor es volar maltrecho / a Nueva York".
Uno de los casos más extraños que se recuerdan de Joaquín Sabina tuvo lugar en el Wizink Center en diciembre de 2014. El autor de 'Y sin embargo' o 'Quién me ha robado el mes de abril' canceló un concierto ante 16.000 personas cuando apenas quedaban cuatro canciones para su final. Fue un ataque de pánico escénico, el miedo a caer desmayado en el escenario o problemas estomacales, según la fuente que se pregunte, porque el misterio aún perdura.
"Hoy, por exceso de ganas de estar bien delante de mi gente de Madrid, me acaba de pasar un Pastora Soler. Lo siento mucho, pero realmente no me encuentro muy bien", dijo sobre el escenario antes de marcharse. Días más tarde, Sabina tuvo que llamar a la propia Soler, que se encontraba de baja por miedo escénico, para pedirle disculpas.
2018 no fue un gran año para Joaquín Sabina. En plena gira por 'Lo niego todo', el disco publicado en 2017, el cantante tuvo que suspender dos conciertos en México "por un golpe en el ojo, con fuerte hematoma e hinchazón, provocado a su vez por un pequeño mareo a causa de unas molestias en un oído".
Más tarde también se vio obligado a cancelar en A Coruña y parte de la gira, de más de 90 conciertos, tras tener que ser operado por una tromboflebitis, coágulos de sangre en las piernas que, si se desplazan por las venas pueden causar graves problemas de salud.
Cuando regresó, su voz no le terminó de acompañar. En otro concierto en el Wizink Center, Sabina se quedó afónico en pleno concierto. "Hay días que se cruzan los cables del corazón y la garganta", contaba desde el escenario. "Cuando les cuenten que envejecer es una cosa fantástica, porque la experiencia y la sabiduría y… mienten como bellacos. Envejecer es una puta mierda", confesó antes de marcharse a recuperar sus cuerdas vocales.
Sabina reapareció en la vida pública en enero de 2019 para anunciar nueva gira con Serrat, que le ha llevado hasta este nuevo achaque de la edad. Como decía su buen amigo Benjamín Prado sobre él: "Sabina solo descansa por falta de imaginación".