Julio Iglesias más allá del meme: las secuelas de su accidente, su inseguridad y su huida de España
De portero del Real Madrid a icono cultural, Julio Iglesias ha vendido 300 millones de discos
En 1963, un accidente de coche le impidió andar durante un año y medio. Un enfermero le llevó una guitarra para que mejorase la movilidad de sus manos y así nació 'La vida sigue igual'
Su costumbre de cerrar los ojos cantando llegó también tras el accidente: su sistema nervioso solo funcionaba al 65%, si los abría podría desconcentrarse
Cuando hace unos años el tabloide británico calculó que Julio Iglesias se había acostado con 3000 mujeres a lo largo de su vida, el cantante consideró la cifra desproporcionada. Sin embargo le indicó a su representante "ni se te ocurra desmentir la noticia". Iglesias sabe que en su imagen pública las estadísticas son tan importantes como la mitología, lo cual le otorga un estatus de icono cultural: cada año, las redes sociales dan la bienvenida al mes de julio con fotos de Iglesias. Porque su personalidad es una caricatura involuntaria del carácter ibérico.
Incluso su biografía ilustra la evolución de España: ejerció como embajador cultural alcanzando el éxito internacional a la vez que el país se adscribía al primer mundo, su padre fue secuestrado por ETA, actuó en la inauguración de Puerto Banús, se instaló en Marbella en pleno apogeo del ladrillazo y bautizó a su cuarto hijo (reconocido) Miguel en honor al concejal asesinado por la banda terrorista en 1997. En muchos aspectos Julio Iglesias explica España y, quizá por eso, España tiene cierta relación de amor-odio con él.
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Un accidente que le cambió la vida
Eso al menos asegura Oscar García Blesa, autor de 'Julio Iglesias. La biografía' (el cantante tuvo un proyecto de escribir sus memorias, pero parece estar aparcado), porque considera que la sociedad española no sabe gestionar el triunfo de sus miembros. Y pocos españoles han triunfado tanto como Julio.
Su historia de orígenes está enclavada en el corazón del folclore nacional: iba para portero del Real Madrid hasta que en 1963 un accidente de coche le impidió andar durante año y medio, un enfermero le llevó una guitarra para que mejorase la movilidad de sus manos e Iglesias acabó componiendo 'La vida sigue igual'. Con esa canción ganó en festival de Benidorm en 1968. Dos años después quedó cuarto en Eurovisión con Gwendolyne, dedicada a una de sus amantes. En cuestión de una década se convertiría en el artista español que más discos había vendido en la historia.
Su éxito fue tan precipitado que hasta su presencia sobre el escenario, hoy icónica, se debe a la casualidad. Como no tenía tablas y todavía era muy tímido, no sabía qué hacer con las manos y a veces se las metía en los bolsillos como un amateur, así que su sastre le confeccionó un traje sin bolsillos para Eurovisión. Según García Blesa, su costumbre de cerrar los ojos cantando venía porque tras el accidente su sistema nervioso solo funcionaba al 65%, de modo que si los abría podría desconcentrarse durante la actuación.
Años 70
Los 70 fueron la década de Isabel Preysler, a quien convenció de salir juntos llevándola a un concierto de Juan Pardo. Tuvo tres hijos con ella: Chábeli nació en 1971, ocho meses después de la boda de la pareja en Illescas, y Presyler contó que tardó un día entero en localizar a Iglesias para avisarlo, que llegó dos días después y que estuvo una hora con el bebé antes de seguir con su gira; Julio Jr nació en 1973; y Enrique en 1975.
Aquellos fueron también los años de las docenas de portadas en la prensa rosa. En aquella época no había demasiada prensa especializada en cultura y, según recuerda García Blesa, la crítica musical de los periódicos nunca se ha tomado en serio la carrera de Julio Iglesias. Así que su repercusión dependía de las revistas del corazón, que publicaban reportajes sobre sus casas, sus galas y los bautizos de sus hijos. En diciembre de 1981 el doctor Iglesias Puga fue secuestrado por ETA y, tras su liberación mes después, unos ya divorciados Julio e Isabel decidieron que los niños estarían más seguros con su padre en su mansión de Miami. Había llegado el momento de la conquista mundial.
Su exilio a Miami
De pequeños, sus hijos bromeaban con que si él los abrazaba era porque había un fotógrafo del Hola cerca. Cuando firmó un contrato con una discográfica estadounidense, Iglesias reinventó su imagen para darles a los americanos lo que esperaban de un cantante latino: dejó de presentarse como un cantautor para transformarse como un seductor meloso que versionaba clásicos del repertorio estadounidense añadiendo un romanticismo exótico. Acertó de pleno.
Es el artista latino que más discos ha vendido en la historia (más de 300 millones) y a la vez el artista europeo más vendido en el mundo. Ha actuado en más de 5000 conciertos para más de 60 millones de personas. Es el mayor vendedor extranjero en países como China, Brasil, Francia o Italia. En 1983 colocó seis discos en la lista de álbumes estadounidense simultáneamente, un récord que solo ostentan Iglesias, Elvis Presley los Beatles.
Poder internacional
En 1984 Coca-Cola le pagó 15 millones de dólares para que fuese su imagen en 155 países, actuó para los Reagan en la Casa Blanca y Julio consiguió ser el primer álbum en castellano en vender dos millones de copias en Estados Unidos. En su momento, Non-Stop fue el disco más caro de producir de la historia con un presupuesto de tres millones de dólares.
Cuando actuó en Pekín, el concierto fue retransmitido por televisión con una audiencia de 400 millones de espectadores. Su popularidad era tal que el presidente de su discográfica, CBS, le pidió que ayudase a promocionar Thriller de Michael Jackson en España porque no estaba vendiendo tanto como en el resto del mundo. Tras un par de llamadas, Iglesias consiguió que emitiesen el videoclip de la canción en Televisión Española. En la cima de su éxito, Julio Iglesias apareció en Las chicas de oro interpretándose a sí mismo.
¿Su leyenda con las mujeres?
Y esa imagen de mito erótico para señoras pasaba por dejar que el público imaginase una vida sexual arrolladora que, sin embargo, no está ni mucho menos tan documentada como la de otros ligones empedernidos como Warren Beatty, Mick Jagger o Marlon Brando. Simplemente Julio Iglesias tenía un efecto erotizador entre las mujeres que llevó al mundo a asumir que su actividad sexual debía de ser explosiva.
Pero tampoco hay tantas pruebas, solo rumorología y anécdotas de flirteos en fiestas. Cabría especular, por tanto, que el mito sexual de Iglesias es eso, un mito, y que en realidad él siempre ha preferido las relaciones estables (se ha casado dos veces, ambas por amor) y simplemente se limitó a dejar que el mundo dejase volar su imaginación. Pero la obsesión de Julio Iglesias por seducir también tiene mucho de su necesidad de que lo idolatren, de sentirse valorado y de no estar solo.
"Era como un dios"
Su fotógrafo en los 70, César Lucas, contó que Iglesias "iba de macho pero tenía terror a que [Isabel Preysler] descubriera sus aventuras". Una de Las Trillizas de Oro, sus coristas argentinas, explicó que a Julio lo que le gustaba eran las mujeres en general. "Las amaba a todas y todas lo amaban a él. Hacían cola para darle un beso, hacerse una foto, abrazarlo o lo que fuera. Y él, lejos de sentirse agobiado por el acoso, lo disfrutaba. Era como un dios". Iglesias decidió utilizar su fama de latin lover, aparte de para acostarse con quien le diera la gana, como una estrategia de publicidad. Beatrice de Borbón recordaría cómo siempre aparecía rodeado de mujeres, que se le tiraban encima, y que a ella la llamaba “la duquesa cabrona” porque era la única que se le resistía.
Los noventa: llegan las parodias
Esta es también la época en la que Julio Iglesias se convirtió en el personaje histriónico que la gente nacida en los años 70 y 80 siguen asociando a él: en los 90 se emitían por televisión más parodias de Iglesias (Julio Sabala, Martes y 13, Cruz y Raya) que actuaciones del verdadero Iglesias. Su instalación definitiva en un terreno de tres hectáreas en la isla privada de Indian Creek, donde viven 35 multimillonarios, lo aisló del mundo real y cada vez que visitaba España parecía venir de otro planeta.
Besaba el suelo al aterrizar, a medio camino entre un político en campaña y un Papa, con más fervor con el que pagaba impuestos: cuando abandonó España tras su divorcio de Preysler en 1978 contrató a los asesores fiscales del sha de Persia y, con la colaboración del presidente panameño Omar Torrijos (amigo y admirador), fijó su residencia fiscal en Panamá. Todo esto hizo que el público español lo percibiese como una figura remota. Siempre encantado de estar vivo, siempre seduciendo a la habitación, siempre bronceado.
Neoliberal en la economía y en el amor
Julio Iglesias decía cosas como "soy un artista agradecido al mil por ciento con la gente, pertenezco a la gente hasta que me muera". Hablaba como si estuviese haciendo el amor o, más bien, como si estuviese parodiando a Julio Iglesias. Neoliberal en la economía y en el amor, Julio vivía en un perpetuo mes de julio y acabó convirtiendo su vida es un arte, su existencia en un espectáculo y su día a día en una performance.
Es como si hubiera decidido ser la adaptación humana de su canción 'Soy un truhán, soy un señor'. Julio Iglesias es la última estrella española, en el sentido más extravagante de la palabra, porque goza de su condición y ha antepuesto su fama a todo lo demás. Sus inseguridades, los temblores en las piernas sobre el escenario y su pánico a hacer el ridículo lo llevaron a ejercer un control casi obsesivo sobre su carrera. Es estrella antes que ser humano. Y eso le ha obligado a sacrificar su paso por la Tierra: se debe, por encima de todo, al símbolo que representa. Por eso fue tan fácil para internet convertirlo en uno de sus memes predilectos. Julio Iglesias es un código que se comprende intuitivamente.
Sobre sus memes
"Los conozco, son simpáticos y si hacen gracia a la gente pues me parece bien. Siempre que no sean ofensivos", aclaró el cantante cuando le preguntaron por la popularidad de la serie de memes 'y lo sabes' con su imagen. "No los veo todos, pero de vez en cuando algún amigo me manda uno y me muero de la risa”.
Otro de esos memes especula con la posibilidad de que, dado el vigor sexual de Julio Iglesias, todos los españoles podrían ser sus hijos. Pero ya tiene él bastante con los suyos, que son oficialmente nueve (lleva 25 años a vueltas con una demanda de paternidad) y apenas mantiene relación con Enrique. Julio le dejó de hablar cuando se enteró, a través de un ejecutivo, de que había grabado un disco sin pedirle ayuda. Cuando lo escuchó lo describió como “una porquería” y aseguró que no iba a llegar ningún lado. Tres meses después, el debut de Enrique Iglesias había vendido un millón y su padre siguió menospreciándole: “Has vendido un millón porque eres mi hijo”. Se reencontraron en el funeral del doctor Iglesias Puga en 2010 y solo volvieron a coincidir una vez más en 2010. Desde entonces no han vuelto a verse.
Patrimonio de 800 millones de euros
Los problemas de espalda, secuelas de aquel accidente que le cambió la vida, se han ido agravando con la edad y Julio ha tenido que cancelar varias giras. Sus hijas, gemelas y modelos, han venido a pasar el verano a Marbella pero él no. Miguel, de 22 años, trabaja como asesor inmobiliario, mientras que Rodrigo, de 21, aspira a ser cantante (así lo contó en su presentación en sociedad: la portada del Hola). Guillermo tiene 12 y todavía no sabe qué quiere hacer. Julio Iglesias tiene 76 años y se ha abierto Instagram, pero no comparte imágenes de su vida actual sino vídeos del pasado.
Esto podría hacerle parecer una vieja gloria que vive anclada en los recuerdos de sus triunfos, excepto porque Julio Iglesias siempre ha tenido un talento único para disfrutar del presente. Otra cosa es que no quiera enseñárselo a nadie. Y con un patrimonio estimado de 800 millones de euros, tiene mucho presente que vivir. En 2015 reconocía ser rico, sí, pero solo en dinero: “Lo soy. Pero me siento pobre cuando no puedo comprar lo que quiero: el tiempo”.