Las redes sociales se han llenado en las últimas semanas de letras de Sabina que parecen premoniciones de estos tiempos de cuarentena. Una cuarentena que él empezó un poco antes que el resto tras su desafortunada caída del escenario en Madrid. Él, que ha sido cronista como pocos de nuestra sociedad en las las últimas décadas, no tiene redes sociales, ni las usa ni las consulta. Y, sin embargo, en la era de la tecnología, el pueblo sigue acudiendo a sus versos analógicos de bolígrafo sobre papel para buscar una guía que ayude a entender qué está pasando. En Uppers rescatamos diez versos de sus letras para hacer una crónica de todas las fases por las que estamos pasando. Desde los primeros días de encierro, con el #QuédateEnCasa, hasta el dolor, la nostalgia de las gentes -y los bares- y la esperanza final de sentir que el telón podría empezar a levantarse.
Ninguna frase como esta para comprender la importancia, en los primeros días, del confinamiento. No tardó el propio Pancho Varona en recordarlo, precisamente con esta frase, cuando el #QuédateEnCasa era el lema de todos.
Inevitablemente, los primeros días de cuarentena, las incomodidades, las dudas... llevaron a muchos a desear estar en otro sitio. A tener otras casas, a irse lejos. Otros muchos también se han reencontrado con sus hogares. Lo que está claro es que esta cuarentena nos ha obligado a redefinir nuestro espacio, a valorar muchas cosas que antes pasábamos por alto. Incluso a disfrutar de paisajes de antenas y de cables.
Las ciudades, las nuestras, tan llenas de luz, de vida, de ritmo mediterráneo y latino. Esas ciudades que se han quedado vacías y tristes. Esas ciudades cuyas calles soñamos volver a ocupar, aunque no sepamos cuándo. A la pandemia del virus se suma la otra, la de la tristeza. En las primeras semanas, ha sido imposible no caer en esa red de dolor que se ha instalado en todas las ciudades. La pérdida de seres queridos se ha unido a la imposibilidad de despedirse de ellos.
Todas las cosas que tendríamos que estar haciendo. Todas las cosas que no hemos hecho y que estamos postergando (o simplemente asumiendo que ya no podrán ser). Bodas, viajes, conciertos, reuniones, cenas... Como dice Juan Tallón, este 2020 será "el año de las cosas que no hicimos".
Las ausencias. La gran herida de esta cuarentena para la mayoría de la gente. Con el paso de los días y las prórrogas del encierro las añoranzas se han ido haciendo insoportables. Padres, hijos, amigos, hermanos, parejas en la distancia... Muchas mentes pensándose unas a otras, conectándose a ratos por skypes y videollamadas que alivian pero no alcanzan para saciar las ganas de volver a abrazar de verdad. De hablarnos a la cara con las manos apretadas.
Poco más se puede añadir. Entramos en abril, el mes de la primavera y del renacer tras el invierno sin nada de eso. Como una prolongación del frío. Y con esa sensación común. "¿Cómo ha podido sucedernos a nosotros?"
Son los templos de nuestra sociedad y la cuarentena puede llevarse por delante un buen puñado de ellos. Los bares y Sabina son una relación aparte. Desde Uppers rendimos homenaje a los bares como tantísimas iniciativas más a lo largo y ancho de toda España, apostamos por grabar a fuego ese deseo. "Que no te cierren el bar de la esquina"
Con los días y las semanas, se nos va haciendo cada vez más largo. Pero hay una tendencia común. Las ganas de soñar se disparan. No queremos pastillas para no soñar. Queremos soñar -lo estamos haciendo- hasta despiertos. Porque todas las cosas que no hemos podido hacer están esperando
En las últimas horas, algunas informaciones sobre el ansiado 'desconfinamiento' nos han dado un hilo de esperanza. La mayoría de psicólogos coinciden que esas pequeñas noticias nos sirven como acicate cuando, pasado ya un mes, las fuerzas empiezan a faltar. Esa fase previa a poder salir, es un chute de energía positiva para resistir lo que queda. Que no es poco. Después, cuando se levante el telón, habrá que ver qué nos encontramos.
El momento más deseado, la libertad. Lo dice Sabina y lo dice también Cifu, de Celtas Cortos, a Uppers. "Cuando nos suelten va a ser como soltar a leones". Sí, hay mucha energía contenida, aunque no sepamos qué mundo nos vamos a encontrar. Aunque no sepamos si nosotros los de entonces seremos los mismos. Pero una cosa está clara. Si hemos sabido adaptarnos a la peor parte, el encierro, sabremos adaptarnos a lo que venga.