El Liceo de Barcelona ha vuelto en plena desescalada con un concierto muy especial: el Concierto para el Bioceno. La obra elegida fue el Crisantemi de Giacomo Puccini y fue dirigida por Eugenio Ampudia. La interpretación corrió a cargo del Uceli Quartet, un cuarteto de cuerda formado por dos violines, una viola y un violonchelo. Aunque lo más revelador fue el público: 2.292 plantas en lugar de público.
Durante los meses de confinamiento, hemos ido viendo cómo la naturaleza se hacía con los espacios urbanos. La flora ha crecido y hemos visto parques como verdaderas selvas. Los animales también han sido protagonistas: en Venecia pudimos ver delfines campando a sus anchas por los canales. También vimos jabalíes adueñándose de las calles de Barcelona, e incluso pavos salvajes correteando por Madrid. Hasta pudimos ver un oso en Ventanueva, un pueblo asturiano.
De esta forma, el Liceu ha querido rendir homenaje al auge de la naturaleza ofreciendo un concierto con plantas como público. El propio director artístico del espacio, Víctor García de Gomar, ha alabado la creatividad de esta innovadora iniciativa. En un comunicado firmado por él mismo, García de Gomar ha puesto en valor el talento de Eugenio Ampudia, que "le ha estimulado hacia nuevos horizontes con los que ahora nos sorprende e interpela".
"Su testimonio profundiza en el contexto actual y a la vez proyecta su carga emocional e intelectual en la esfera del compromiso colectivo. En esta acción en el Liceu plantea muchas preguntas sobre el traje absurdo que lleva la condición humana durante este confinamiento: un público privado de la posibilidad de ser público", ha escrito el director artístico del Liceu.
Esta propuesta innovadora, que lleva la identidad de creador de Ampudia, está orientada a "vencer las convenciones y los gestos reiterados. Aquí también nos llevan a mirar cómo nos relacionamos con el espacio y a desvelar la propia memoria de estos lugares".
"Repensando el mundo y sus contracciones, (el director) nos sorprende con el Concierto para el Bioceno", un concierto que se perfecciona con la participación del reino vegetal "mientras el hombre es espectador de la crónica social del mismo", ha opinado García de Gomar.
Así, el Liceu se convierte en un mediador entre el "diálogo entre el espacio y los artistas visuales". Un "prescriptor de felicidad, de reflexión y a veces de sutiles metáforas que nos devuelven una sonrisa", en palabras del director artístico del Liceu.