Los que convivan con adolescentes sabrán de lo que les hablo. Llegan a casa y ponen su música a tope. Lo mismo hacíamos nosotros. Desde el altavoz portátil de su cuarto llega un ritmo que involuntariamente activa tu cuerpo. Estés leyendo, cocinando o trabajando te pondrías a bailar. Es el reggaetón, reguetón en castellano. Otra cosa es que aguantes más de tres canciones. Allá cada uno. La pregunta es qué tiene esta melodía que no tengan las demás.
Un equipo de investigadores ha analizado por qué el reggaeton en su tesis doctoral. Jesús Martín-Fernández, neurocirujano del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife, es el impulsor del estudio y junto a él han trabajado los neurocientíficos Iballa Burunat, Cristián Modroño, José Luis González-Mora y Julio Plata-Bellod.
Según las conclusiones, la gran actividad que provoca en el cerebro este tipo de música podría ser la puerta de entrada a nuevos estudios con personas afectadas por enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.
En principio, en el trabajo se ha analizado la actividad cerebral que producen diferentes estilos musicales. Para ello, se ha llevado a cabo una selección de 28 personas con una media de 26 años, que no tuvieran una formación musical previa y que sus gustos con respecto a la música fueran variados. En un paso inicial han pasado por una serie de pruebas para examinar su capacidad musical a partir de un test de oído, al igual que para estudiar su capacidad para discriminar melodías y frases rítmicas.
El siguiente paso ha sido someter a una resonancia magnética a cada persona seleccionada mientras escuchaba cuatro estilos musicales, pero sin la letra: regetón, electrónica, clásica y folclore. La eliminación de la letra de las canciones ha sido intencionada para que no hubiera distorsiones en el cerebro. El objetivo era "estudiar de la forma más pura posible el procesamiento de la música, al margen del lenguaje”, según explica en la presentación de la tesis doctoral el neurocirujano Jesús Martín-Fernández.
De este modo, todos los participantes en el estudio han escuchado las canciones “Shaky” de Daddy Yankee y “Ginza” de J Balvin de reguetón; “Passion” de Alberto Feria y “L'amour toujours” de Dzeko de electrónica; el Concierto en Mi menor de Vivaldi y el “Minué de los aires” en Re de Luis Cobiella de clásica; y folías y malagueñas canarias de folclore.
Con las resonancias magnéticas, los investigadores han analizado anatómicamente el cerebro de todas las personas y comprobado la señal BOLD. Esta señal muestra las áreas del cerebro que reclutan oxígeno porque se activan. Además, un software ha representado dichas áreas con diferentes colores según se han activado en mayor o menor medida.
Tras considerar los resultados del estudio, han comprobado que el reguetón es el estilo musical que activa de forma superior las regiones del cerebro que se encargan de procesar los sonidos (áreas auditivas) y el movimiento (áreas motoras). Al comparar los datos con la música clásica, las diferencias son aún mayores. En cuanto a la electrónica, también genera que se activen estas regiones motoras, pero mucho menos que lo que provoca el reguetón.
Todo ello quiere decir, que este estilo musical produce la implicación de más regiones cerebrales auditivas y motoras porque se activan y, por lo tanto, presupone que la maquinaria que se pone a trabajar en el cerebro para procesar la música es mayor.
Tal como describe Jesús Martín-Fernández, esta activación tan significativa en las áreas del cerebro encargadas del movimiento podría deberse "a la generación de un pulso interno dentro de nosotros al tratar de adivinar cuándo viene el siguiente pulso". A lo que añade: "Es como si el reguetón, con ese ritmo peculiar y repetitivo, nos preparara para el movimiento, para bailar sólo con escucharlo". Igualmente puntualiza que este estilo musical tiene acordes más predecibles que, por ejemplo, en la música clásica, donde se suceden muchos vaivenes tímbricos y melódicos.
Además, al analizar en profundidad las resonancias, los investigadores han verificado que se activan los ganglios basales, un grupo de neuronas ubicadas en zonas profundas del cerebro que marcan, entre otras cosas, los movimientos. Los expertos en la materia apuntan que en esos ganglios está el origen de diferentes enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson. Destacan que se produce una disminución de la dopamina, lo que provoca problemas de memoria, atención y movimiento. De este modo, se abre una nueva vía de investigación para el estudio de las enfermedades que en su mayoría afectan a las personas de edad avanzada.