Antonio Resines abre las puertas de su casa: "La gente piensa que soy mejor persona de lo que soy"
Quedamos en su casa para hablar de sus 36 días en coma inducido, que mantuvo pendiente a todo el país
"El Covid no me ha cambiado en nada, pero me ha tocado los cojones", dice el actor
El actor es uno de los protagonistas de 'Desaparecidos', la serie que se emite en Telecinco (lunes, a las 22.50 horas)
Resines es el último hombre corriente. El heredero de Landa, el (ex) marido de Verónica Forqué o Maura (en los ochenta) y de Belén Rueda (en los 2000). El último campechano. Alguien que sabe hacer reír con un 'taco' a tiempo, la vida a pie de calle. Antonio lleva más de 130 trabajos en cuarenta años de profesión. Pero los últimos meses han sido muy complicados, los más complicados: treinta y seis días en coma por Covid, entre la vida y la muerte, mientras las muestras de cariño de la otra gente 'normal' se multiplicaban fuera del hospital. Todo un país siguió sus avances como los de un familiar cercano, al fin y al cabo lo habían acogido en el sofá de su casa muchas noches. Es lo que tiene el prime-time. "Pedí a los médicos que me pegaran un tiro", dice, consciente del efecto de la frase.
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Quedamos precisamente en el salón de la suya, frente al Retiro. Luminoso, una pared llena de libros, una televisión gigante, dos cuadros de más de dos metros y vistas a las copas de los árboles desde el sofá. Hay decenas de figuras de Tintín, el capitán Haddock o Hernández y Fernández. También un cuadro-comic con todos ellos detrás, que le parodia casándose con su "Señora", como él la llama.
Colecciona todo lo que tenga que ver con el cómic de Hergé desde crío, allá en Torrelavega (1954). "Esta figura de aquí con el elefante cuesta una pasta, solo hay unos 50 en el mundo", explica antes de sentarse en una butaca de madera plegable que rescató de un antiguo cine de León y mandó restaurar. "Comencé a leerlos con 12 años, me parecía asombroso, sobre todo por los viajes. Y luego fíjate que no salí yo nada viajero", explica el actor, de los protagonistas de 'Desaparecidos' (Telecinco, lunes a las 22.50 horas).
Traicionero Covid
Ómicron le pilló de sorpresa cuando rodaba con Santiago Segura, a pesar de que, cuenta, se había hecho para trabajar "más de ciento y pico test". Y que tuvo cuidado. Pero sucedió. Se empezó a encontrar mal y, enseguida, muy mal. El resto, nos lo cuenta en esta charla con Coloma Fernández Armero, nuestra colaboradora en Uppers, escritora y hermana de Álvaro, el director de 'Sentimos las molestias', la serie que ahora estrena Resines junto con Miguel Rellán sobre dos músicos de más de 60 que se resisten a colgar la batuta y la guitarra.
¿Alguna cosa de tu vida que te ahorrarías?, le preguntamos. "No volver a vivir lo del Covid, eso sí me lo quitaría", dice. También nos cuenta que, en sus delirios, "pensaba que los médicos eran de ETA, y de Al Qaeda después" y que les pidió, por favor, que acabasen con él pegándole un tiro, que no le importaba "firmar ante notario" que daba su consentimiento.
También que "tenía solo un entre un 3 y un 5% de sobrevivir, o lo que es lo mismo, entre un 95 y 97% de morir", y cómo su mujer y su hijo lo dieron todo por estar a su lado. "De las primeras cosas que pedí cuando pude subir a planta era un cocido de los restaurantes de alrededor del hospital. La Sanidad Pública es increíble, qué médicos tenemos, qué tíos listos y currantes, pero la verdad es que la comida no lo es. Desde aquí hago un llamamiento", dice bromeando y serio. Eso sí, "el Covid no me ha cambiado en nada, pero me ha tocado los cojones", dice el actor.
Gómez, el mimado de casa
En el test uppers del vídeo de apertura nos contará además muchas cosas no muy conocidas de quién es detrás de su imagen pública. Por ejemplo, de si le cuesta llorar en público: "Me da un poco de corte, pero lo hago muy a menudo, me pagan para ello". O de Gómez, el perro de su esposa, Marisol de Mateo, que ya anda mayor y se va "meando por las esquinas de casa", dice entre risas, haciendo como que se enfada, en ese punto entre cascarrabias y divertido que tan bien tiene cogido. "Menos mal que dormimos en camas separadas".
"Es que no es mi perro, es un perro que vive aquí en casa. Es de mi Señora, de mi Santa. Es un bicho repugnante, por otro lado. Pero córtalo, que no lo oiga ella", bromea. "A ver qué hacemos cuando falte, le tendré que regalar otro con lo bien que se ha portado conmigo estos días", añade.
Su retiro en Comillas
También hablamos sobre si ensaya antes de tener una conversación difícil, sobre qué piensan los demás de él que no es cierto, si le asusta envejecer, algo suyo que tengan su hijo y que te haga sentir orgulloso, cuál sería la primera medida que tomaría si llegase a presidente del Gobierno y si está a favor o en contra de las drogas y los toros.
En fin, todas cuestiones poco usuales que irá respondiendo con ese gesto de mover las manos y casi tartamudear (pero no) tan marca de la casa. Disfruten, que en pocos años amenaza con medio colgar los guantes (solo medio) y retirarse a pasear y comer rico en su refugio de Comillas. "Me quedan algunos proyectos en los próximos tres años, pero se vive muy bien en mi tierra, así que mi plan es ir pasando temporadas allí, sobre todo si nos ponen el AVE".