"Es muy triste que nos avergüence envejecer. No solo lo sentimos nosotras mismas, sino que también la prensa y el público en general nos hacen sentir así por madurar, lo que contribuye luego a la cantidad de trabajo que acabas haciendo". Gillian Anderson lo tiene claro: a sus 51 años, no le preocupa el paso del tiempo. Es más, ha conseguido reinventarse encarnando a una de las mujeres más liberadas de historia reciente de la televisión, la sexóloga Jean Milburn de 'Sex education', donde intenta ayudar a su hijo adolescente Otis a que pierda la virginidad. Un rehacerse lleno de carisma, desprejuicio y sentido del humor, sobre todo viniendo de su papel estelar durante nueve temporadas, la agente especial Dana Scully, una detective hacia dentro que demostró que se podía ser sexy incluso a su pesar.
Gillian Anderson interpreta a una madre divorciada, alérgica al compromiso que sólo mantiene relaciones esporádicas de una noche, una madre que se gana la vida como terapeuta sexual, que habla de sexo con toda naturalidad y que vive rodeada de esculturas en forma de pene, una madre que por exceso de expectativas ha abrumado tanto a su hijo no es capaz ni de estrenarse en la masturbación. Eso sí, el joven Otis domina tanto la teoría del sexo que se convertirá en el consejero sexual del instituto.
El óxido del tiempo no ha menguado ni un ápice el sex appeal y la elegancia de esta actriz nacida en Chicago y educada entre Puerto Rico y Reino Unido. Eso es algo que se lleva dentro. O lo tienes o no lo tienes. En otro tiempo y en otra época, su ‘allure’ y ese rubio albino hubiera vuelto loco al mismísimo Alfred Hitchcock.
En 1996, la revista FHM la eligió como la "mujer más sexy del mundo". Un año después formó parte de la lista de las "50 personas más bellas del mundo" de la revista ‘People’. En 2008, FHM volvió a nombrarla como una de las "100 mujeres más sexys del año".
En la década de los 90, Gillian Anderson se convirtió en todo un mito, un ejemplo para miles de jovencitas que abarrotaron las universidades de medicina y ciencias. Todas querían ser como Scullly. Echando la vista atrás resulta curioso descubrir que el personaje de Dana Scully nació inspirado en el de Clarice Starling de 'El silencio de los corderos' y que casi se le escapa porque Anderson no les pareció los suficientemente sexy a los a los directivos de la Fox. A sus 24 años y gracias al empeño de Chris Carter consiguió el papel que la lanzó al estrellato internacional y que interpretó en 217 episodios durante 15 años de su carrera.
Gillian Anderson siempre se ha dejado seducir por personajes firmes independientes e inteligentes, pero la presión y el exceso de fama que le otorgó su presencia en ‘Expediente X’ la llevaron a desaparecer del mapa mediático. Se escondió en el Reino Unido y a pesar de que hizo sus pinitos en el teatro y en el cine, decidió abrazar el anonimato para formar una familia. Madre de tres hijos y con tres parejas fallidas, dos de ellas tras firmar papeles, en 2012 sorprendió al mundo con una confesión subversiva. Desveló que había tenido una relación con una mujer durante su etapa en la Universidad. Lo hizo por amor, cuando la que fuera su pareja murió prematuramente víctima de una hemorragia cerebral. También lo hizo por reivindicación, puesto que hay un montón de actrices que no salen del armario porque saben que si lo hicieran sería el fin de sus carreras. “Hay todavía demasiados prejuicios. No digo que hagan lo correcto por no salir del armario. Lo que digo es que lo entiendo. Se están protegiendo”, confesó entonces la actriz.
Rozando el medio siglo, doblándole la edad a las lolitas que alimenta y alienta la industria de Hollywood, regresó a las pantallas con ‘The Fall’ (La caza, 2013-2016), triunfó de nuevo convertida en una policía de armas tomar, una policía sin ataduras que gozaba del sexo sin complejos, una policía que seducía a los jovencitos y que fue capaz de volver loco al psicópata de Jamie Dornan (‘Cincuenta sombras de Grey’). Gillian Anderson regresó por la puerta grande gracias a su temperamento y a la aceptación de la madurez como la época de la vida donde se alcanza la plenitud vital. Contra todo pronóstico, su personaje de ‘Sex education’ la ha convertido en un mito intergeneracional y en breve demostrará su magnífica actitud camaleónica cuando la veamos encarnando a Margaret Thacher en la tercera y cuarta temporada de ‘The Crown’.
Mujer de armas tomar, reniega de la cirugía plástica y asegura que cuando se ve las canas una parte de ella quiere que el pelo se vuelva todo blanco. “Lo malo es que en el momento en que un actor toma la decisión de dejarse las canas, el panorama cambia completamente, y no quiero imaginarme lo tremendo que debe de ser dar ese paso. Tengo que asumir que, en un momento dado, deberé planteármelo. Quizá haya un periodo en el que no pueda trabajar de rubia porque no encaje con mis arrugas, y entonces necesitaré pasarme a canosa para conseguir papeles. Quizás sea tan simple como eso", desveló en una entrevista para Yo Dona hace tres años
No le basta con ser un icono sexual, inteligente e independiente, Gillian Anderson es también una actriz comprometida con varios proyectos humanitarios. Destaca su trabajo en The Trevor Project, una organización dedicada a la prevención de suicidios en la población joven LGBTIQ y su presencia en campañas sobre la neurofibromatosis (enfermedad que ha vivido en casa y conoce perfectamente); es socia fundadora de SAYes, organización que se dedica a ayudar a la población marginal de Sudáfrica; feminista convencida apoya a Childreach International, una asociación que garantizar los derechos fundamentales de la infancia y ha prestado su imagen en campañas a favor de los derechos de los indígenas de Botswana y del Amazonas, así como a PETA y a Greenpeace.