No se habla de otra cosa. Es el fenómeno audiovisual del momento. 'El Juego del Calamar' acumula datos de ensueño y una repercusión prácticamente sin precedentes a nivel mundial desde su estreno. Netflix ha conseguido la internacionalización masiva de este drama surcoreano de universo casi distópico con tintes macabros y una violencia desmesurada, a través de la cual aparece, implícita, una crítica a la voracidad del capitalismo más feroz.
Un dato para conocer la magnitud de 'El Juego del Calamar': la serie se ha convertido en el estreno más visto de Netflix con más de 111 millones de espectadores que, al menos, han visto dos minutos de un capítulo, según datos de la plataforma. Su creciente repercusión, al mismo tiempo, ha traído una avalancha de críticas y preocupación por parte de padres y colegios alrededor del mundo, que en algunos casos han llegado a prohibirla.
¿Es esta la mejor opción? ¿Es tan grave que los hijos vean esta serie? ¿Puede afectar a su conducta y asunción de valores? Acudimos al psicólogo Carlos Sánchez Polo, del Instituto Psicológico Cláritas, para despejar dudas a este respecto.
En estos casos, la edad marca la diferencia entre lo apropiado y lo inadmisible, entre el divertimento y aquello que puede constituir un problema en el desarrollo de la personalidad. "Es indudable que esta serie ofrece un contenido violento y sexual que puede tener consecuencias nocivas sobre los menores. Nuestro cerebro se va desarrollando conforme vamos creciendo y, por tanto, nuestras capacidades cognitivas también van evolucionando", admite Sánchez Polo.
Es por ello que en edades muy tempranas "hay que tener mucho cuidado con el contenido al que se accede", en tanto que las habilidades de gestión y comprensión de los niños no están tan bien desarrolladas como en los adultos o adolescentes.
Aunque lo más llamativo -y en consecuencia, lo que puede precipitar que los padres tengan reservas a la hora de dejar ver esta serie- es la violencia exacerbada y los tintes 'gore' que emanan de ella, el verdadero quid, según el psicólogo, es el mensaje de normalización que viene implícito la serie. No se trata de los golpes o los disparos, sino de la legitimación como método de resolución de conflictos. "El conflicto en sí mismo no es malo, ya que permite resolver discrepancias. Lo perjudicial es la forma en que se resuelve el problema", afirma Sánchez.
Ese método de resolución señala la violencia como la opción más sensata sin espacio al diálogo, "sin escala de grises" ni alternativa que matar para sobrevivir.
¿Puede generar problemas a la hora de desarrollar los valores de los más jóvenes? Polo es tajante al respecto. En su opinión, uno de los mayores problemas a estas edades es que los niños funcionan y aprenden mediante imitación, por lo que "pueden asumir erróneamente que la violencia es una estrategia útil para resolver una discrepancia".
El debate está servido. ¿Es necesario prohibirla? ¿Pueden verla con supervisión parental? ¿Cuál es la mejor solución a este conflicto? Podría parecer que denegar el visionado sea exagerado, pero no es así. "Prohibiendo se puede proteger a los menores. Los estudios nos indican que los límites son fundamentales para un adecuado desarrollo", aduce el psicólogo.
Aún así, no se trata de impedir que los niños vean la serie sin más, sino de complementar el veto con una argumentación o diálogo, con el fin de que lo entiendan. "El objetivo es educar desde un estilo democrático, donde se ponen límites a los menores, pero siempre de la mano de una explicación que invita a que lo entiendan", aclara el experto.
De no poner límites, corremos el riesgo de que la emoción al verla sea tan fuerte que termine provocando un trastorno en ellos. "Otro riesgo posible al que se enfrentan los menores es el trauma. Estamos ante un contenido violento muy explícito que puede derivar en emociones muy intensas. Hay que tener mucho cuidado, sobre todo en edades muy tempranas, porque corremos el riesgo de que no dispongan de las herramientas cognitivas y emocionales para exponerse a ese contenido", advierte Polo.