Amor, sexo, traición, enredos familiares, secretos, emociones… Es el hilo conductor de humanidad, de nuestras vidas cotidianas y también de las telenovelas latinas, con la diferencia de que todo en ellas se vive y siente a lo grande. ¿Por qué enganchan? Por la misma razón por la que cientos de miles de personas se suman a un comentario en Twitter. Por la misma que lleva a una audiencia millonaria a seguir los flirteos y romances de un famoso. Por la misma que abrimos la prensa del corazón.
Telecinco estrena 'Café con aroma de mujer', una telenovela colombiana que está cosechando audiencias millonarias en otros países y plataformas. No debería extrañarnos esta vuelta tan apasionada a las telenovelas latinas. La gente necesita soñar y desea que triunfe el amor y la bondad igual que hizo con 'Cristal', una de las primeras telenovelas que se emitieron en España. Se estrenó en el segundo canal de TVE en la franja de mañana y enseguida pasó a la sobremesa de la primera cadena acaparando una cuota de pantalla del 85%. Una media de 8,6 millones de espectadores pegados al televisor explicaba por qué las calles se vaciaban a esa hora.
Sus intérpretes, Jeannette Rodríguez y Carlos Mata, protagonizaban un éxito sin precedentes. Cuando a Inocencia Pérez, la actriz que interpretó a uno de sus personajes, le diagnosticaron cáncer de pecho, las mujeres venezolanas decidieron masivamente realizarse revisiones, algo que ninguna campaña había logrado. El último capítulo fue visto por 18 millones de personas y en algunos barrios de España tiraron petardos.
TVE ya había emitido, en 1986, 'Los ricos también lloran', con Verónica Castro y en horario de mañana. La audiencia no tardó en conectar con su discurso y un lenguaje tan cercano que la expresión "los ricos también lloran" todavía hoy nos sirve de consuelo. La auténtica eclosión de las telenovelas latinas sucedió en los noventa con las cadenas privadas. Sus temas prendieron muy bien en el público y fueron llegando diferentes títulos. Desde 'Pasión de gavilanes', pegadiza tanto por su banda sonora y su coreografía como el derroche de muslamen y sensualidad, a 'Topacio', 'La Dama de Rosa', 'Rubí' o 'Abigail'.
La precursora de este género fue la guionista cubana Delia Fiallo, ya fallecida. Fue la autora de 'Cristal' y de otros muchos títulos que triunfaron. Sabía lo que hacía y para asegurarse el éxito pedía a los protagonistas que no cambiasen ni una palabra. Así, los actores tenían que acatar frases tan rimbombantes como aquella con la que arrancaba 'Cristal': "Señor… Aquí estoy frente a ti, de rodillas, con este secreto tan grande que solo tú conoces". Enganchaba y Fiallo tenía que escribir a un ritmo enloquecedor para colmar la avidez con la que el público consumía las telenovelas.
Frente a las críticas por parte de quien lo consideraba un género menor, Fiallo defendía que era un producto de entretenimiento digno y con mucha exigencia en su producción. Además, introdujeron con naturalidad algunos temas espinosos en aquellos años, como el divorcio o la homosexualidad. La guionista tenía muy claro que los sentimientos funcionan en cualquier época y en cualquier lugar. En 1997, en medio de la gran crisis que siguió a las guerras yugoslavas, las calles de Belgrado quedaban desiertas cuando la televisión emitía 'Kassandra'.
Las telenovelas eran una caricatura de la prensa rosa, con gente rica, casas lujosas e intrigas de alto copete. Su éxito desencadenó la batalla por la audiencia de la sobremesa y también la guerra por el mando de la televisión en las familias. Hasta Camilo José Cela elogió estas series venezolanas en una entrevista que le hizo el actor Carlos Mata para la televisión de su país. Antonio Gala señaló que son historias de amor y desamor, como la vida misma. Todo el mundo conoce a personas en situaciones parecidas. Boris Izaguirre fue coautor de la exitosa 'La dama de Rosa'. Años más tarde reconoció que nunca más tuvo que volver a pedir dinero ni a sus padres ni al Estado. Según Delia Fiallo, el declive empezó cuando se coló en ellas la acción, la violencia y el narcotráfico.
Carolina Acosta-Alzuru, profesora de la Universidad de Georgia y autora de 'Telenovela adentro', lo achaca a esa primera razón con la que arranca el artículo: las emociones. "Son parte del espectáculo y las emociones son universales", nos explica desde Estados Unidos. También el amor como motor es universal. "Las telenovelas nos presentan amores que tienen elementos que reconocemos porque quizás los hemos vivido o visto de cerca. Pero también tienen elementos de la historia de amor que nos gustaría vivir y resuenan en culturas, países y épocas como la presente en las que ocurren cosas que cambian dramáticamente nuestras condiciones de vida".
"Las telenovelas -añade Acosta-Alzuru- son una fuente de ficción diseñada para engancharnos y así lo hacen. Nadie es inmune a ese encantamiento". Tatiana Hidalgo, investigadora audiovisual y profesora de la Universidad de Alicante, hace hincapié en la construcción social que sustenta este producto televisivo que nace en Latinoamérica e integramos en nuestra televisión como un género de entretenimiento audiovisual dentro de la dinámica de una sociedad. "Con sus emociones e historias, la telenovela permite al espectador organizar sus experiencias vitales y mantener la ilusión en la superación y la resolución de problemas. Todo problema tendrá una solución". Las realidades de sus personajes, muchas veces llevadas al extremo, "generan en él una sensación de sosiego en el momento en el que percibe las penurias ajenas y olvida las suyas. O al menos no piensa tanto en ellas".
Hidalgo analiza los diferentes personajes estereotípicos que se repiten como fórmula del éxito: víctima, traidor, justiciero y bobo. Es una herramienta infalible porque permite una comprensión del planteamiento rápida y eficaz. De todos, ha despertado especial interés y preocupación la figura femenina y la imagen que transmiten las telenovelas con un estereotipo que, desde el punto de vista comercial, tradicionalmente siempre funciona: la villana frente a la mujer buena y correcta. Consagra el mito de la mujer fatal. Son mujeres con "una sexualidad sobrevenida y con gran poder de actuación sobre una ficticia simplicidad masculina". No obstante, en la telenovela adquiere "una nueva dimensión, una personalidad propia y nuevas caracterizaciones nunca antes atribuidas a la mujer fatal a lo largo de la tradición cultural".
En la nueva versión de 'Café con aroma de mujer', que ahora estrena Telecinco, su autora, Adriana Suárez, ha querido que las mujeres colombianas pasen de ser acompañantes a protagonistas. En Colombia, las recolectoras son indispensables en el proceso de producción de café, mujeres poderosas que escriben su propia historia. La autora estuvo en los campos, recorrió las fincas y habló con ellas. La telenovela nació en la tierra y cuenta historias auténticas.